2. Cheap Trick

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"Lo recuerdas"

"No, claro que no."

"¿Qué tienes?"

"Nada."

"Entonces..."

"Bien, bien, lo recuerdo. ¿eso te hace feliz?"

"Supongo que sí."

"Entonces"

"Tú me hace feliz."

-Hace mucho frío. - decía cubriéndose con una bufanda negra.

No espero despedirse de nadie, solo tomo sus cosas y salió. La nieve amenazaba sus descalzos pies, que, aunque, tenía calzado, era ya muy viejo. Solo se tocó el lóbulo de su oreja, le dolía.

Llegó temprano como de costumbre, se sentó muy adelante, espero a que alguien prendiera la luz, era muy bajo. Veía sus viejos zapatos negros y se perdió en ellos.

"Click"

Se hizo la luz, seguro era aquel niño alto, fuerte y obeso, según los ojos de Dio Brando. "Aquel insoportable niño que siempre sonreía a todo, moreno y sucio, a pesar de su fortuna, si por eso es feliz... ¡Si es por eso!"

Trato de evitar mirada con él, con la cabeza agachada miro sus relucientes zapatos negros, mal abrochados.

Lo cierto es que, Jonathan, si era moreno y sucio, si era algo fuerte, si era algo alto, si era algo obeso, y si... era feliz. Aunque su familia estaba en mal estado económico.

-Hola Dio.

-Buenos días, Jonathan. - dijo tan seco como siempre.

- ¡Ah, Dio! - se oyó su "maldita" risa infantil.

Siempre era lo mismo, se quedaban e silencio hasta que otro compañero llegaba y rompía el hielo. Jonathan lo observaba, siempre, siempre le había atraído algo de Dio, lo miraba por encima de sus libros, volteaba sigiloso cuando el rubio estaba distraído o completaba las tareas escolares. Cuando Dio se iba al extremo del comedor y agarraba tan gentilmente el tenedor; cuando hacían deporte y Dio saltaba, parecía agarrar el Sol. Cuando se iba caminando a aquel barrio.

Jonathan suspiro, dejo que otro compañero llegara mientras leía, leía cuentos, algunas veces de una niña llamada Alicia, otros de como un príncipe iba por tres cabellos de Diablo, de una bella durmiente, o simplemente de un cazador tras el rastro de algo en el bosque.

Dio se dio cuenta, era quizá que el tiempo avanzaba más lento, pero no llegaba nadie, se limito a ver la puerta y de pura casualidad lo vio a él, haciendo gestos tan raros cuando leía.

"¡Oh, sorpresa!" le miraba, como abría sus labios y parecía decir "Ohhhhh" tan alargadamente, que hasta en esa manera silenciosa parecía cansado. "¡Miedo, tal vez! ¡Intrigado!" levanto una de sus cejas pobladas y negras ante tales expectativas. "¿Tararea?"- su cabeza se movía lento y sus labios se movían con tal agilidad. "¡Feliz!" Jonathan era un libro abierto.

Así paso un tiempo, el moreno dejo de leer, se miro cansado, su ojo se entre cerraban y noto los ojos ámbar viéndolo directamente. Jonathan giro su cabeza, nunca se sabe si un fantasma esta tras suyo. Miro a Dio, tan concentrado, que empezó a hacerle muecas, pero Dio seguía igual.

- ¿Dio, estas bien?

No hubo respuesta.

"Pum!"

Y ambos vieron la ventana.

-Creo que nadie vendrá. - dijo al fin el rubio.

Ahora Jonathan lo miro tan fijamente, que se sonrojo antes de que el rubio se diera cuenta, giro tan bruscamente.

- ¡Auch!

- ¿qué te pasa?

-Nada. Será mejor irnos, esta tormenta no cesará rápido.

Dio lo volvió a mirar, como "a tontado"- Jonathan le sonrió.

- ¿No te preocupa?

- ¿Qué?

-Ese montó de nieve cayó en la puerta delantera.

- ¡Oh, no te preocupes conozco otras salidas! - "Feliz"

-No me digas que la ventana.

-No soy tan tonto, como tú crees. - "Feliz."

Dio lo siguió, al menos podría burlarse de él si fallaba.

Toda la escuela estaba en silencio, ni un alma estaba, se oía el calentador que, funcionaba mal, el chirrido de la madera se oía ... "imaginación mía, por más cerca que estuviera de él no podría oír su corazón."

- ¿Dio, crees que soy tonto? - le pregunto de repente.

-No, no.- con sarcasmo, que claro, Jonathan no entendió. -Jonathan, deja de sonreír me pones nervioso.

-No puedo.

- ¿qué?

El moreno se detuvo, era más alto que Dio... (mentira solo se paró de puntitas para intimidarlo, y lo logro)

El rubio no dijo nada más por un buen rato.

El tiempo avanzaba, Jonathan comenzó a comportarse raro, parecía que con su mano tenía una espada y miraba sobre los hombros a un aturdido Dio, quien se moría de frío.

- ¡En el bosque!

- ¿Qué?

- ¡Ahí está la bestia!

- ¡¿Qué?!

- Sígueme mi fiel...- miro a Dio. - Mi fiel amigo.

- ¡¿QUÉ?!

-Vamos. - tomo a Dio por la muñeca. -Andando, toma tu arma. -

El moreno comenzó a trotar.

- ¡Alto!

A correr.

- ¡Vamos a estamparnos contra la puerta!

-No.- se oyó tan seguro de sí.

- ¡No! ¡Idiota! ¡Suéltame! ¡Esta era una de tus salidas, Jonathan...!

Y la puerta se abrió, aquel montón de nieve era... pequeño.

-Me has mentido, Dio Brando. - hizo un gesto de novela dramática.-¡Yo te creí mi amigo!

-Pues yo no.

- ¡Hay maldad en tu corazón! - le toco el pecho, Dio quien ya estaba cansado y a punto de enfermar, solo se sonrojo. -¿Dio?

Se desvaneció en la nieve, el lóbulo de su oreja le ardía, la fiebre subió, temblaba.

- ¿Dio? - el moreno se arrodillo ante él. -¿Amigo, estas bien?

-Jonathan Joestar, eres un tonto.

-Ya lo sé. - y por unos segundos, aquella felicidad tan suya, se fue.


CHARMING MANDonde viven las historias. Descúbrelo ahora