E P Í L O G O.

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Sempiterna.

Esa era la palabra con la que Derek describió su relación con Stiles cuando le propuso matrimonio. Esa tarde, Derek se aseguró de que todo saliera como lo había planeado con sus amigos. Todos iban a colaborar y claro, Lydia, Allison y Cora fueron las que contribuyeron mucho más. Estaban muy emocionadas, tanto que casi se lo dicen a Stiles cuando les preguntó que qué se traían en manos y de no ser porque Theo llegó y se llevó a Stiles consigo hubiese descubierto todo y ya no sería —obviamente— sorpresa.

Derek había llevado a Stiles a la playa, los matices naranjas del atardecer estaban en todo su esplendor cuando Derek tomó a Stiles de la mano e hizo que parara su caminata por la orilla del mar. Stiles lo miró expectante pero con una sonrisa en sus labios esperando a que Derek dijera algo porque se había quedado quieto, solo observando a Stiles con detenimiento.

Entonces fue cuando Derek se arrodilló frente a Stiles y sacó de sus pantalones cortos una bella cajita negra y la abrió frente a Stiles. Cuando el castaño vio a su novio arrodillarse frente a él, sintió como una felicidad inexplicable lo envolvía de pies a cabeza y como un sinfín de emociones se revelaban en su interior. Sintió que los ojos le picaban y por primera vez en años, iba a llorar de felicidad. Era algo que solo Derek había logrado. Y cuando mencionó aquella esperadas palabras, Stiles se abalanzó sobre él y le llenó la cara de besos.

Aunque ellos ya estaban casados con el corazón, casarse frente a sus familiares y amigos les hacía demasiada ilusión a ambos.

—¡Deja de moverte tanto, Stiles!—reprochó Lydia tomándolo por los hombros obligándolo a parar—. Vas a arrugar el traje.

—Al final de la noche terminará tan arrugado que ni le vas a hallar forma—la voz burlona de Isaac se hizo presente y Lydia silbó cuando vio a Isaac en traje. Stiles estalló en una carcajada al escuchar al rizado y paró su revoloteo.

—No digas eso, Isaac—le reprochó Scott que quién sabe de dónde salió porque no lo vieron acercarse—. Sí, es verdad que eso sucederá pero no tienes porqué ir diciéndolo en voz alta.

—¡Eso no va a pasar!—intervino Stiles parando las risillas de sus amigos.

—Sí claro. Haremos como que te creemos—se burló Lydia dándole un leve codazo a Isaac en las costillas—. ¿Cierto Isaac?

—Absolutamente. Estoy seguro de que harán galletas y se pondrán a ver las estrellas.

—¿Y cómo saben que no haremos eso?—cuestionó Stiles dedicándoles una sonrisa burlona al ver su rostro de incredulidad.

—¡Patrañas!—exclamaron los tres al mismo tiempo—. Cuando mañana amanezcas con tu lindo trasero adolorido te vas a acordar de nosotros—le siguió Lydia con una sonrisa.

Los cuatro rieron con ganas, sus amigos eran los menores. De pronto Isaac cortó su risa, extrañando a los demás.

—Me van a adoptar ¿Cierto?—cuestionó mirando a Stiles con ojos esperanzados.

—¿Aún no se te olvidas eso?—se mofó Lydia abrazándose el estomago adolorido por la risa—. Yo seré la primera a la que adopten, acéptalo ricitos de oro.

Isaac la miró indignado.

—¿Quién ayudó a juntarlos? ¡Yo lo hice, no tú! Porque no te vi haciendo planes para que congeniaran en casi todas partes.—mencionó fingiendo molestia cruzando sus brazos sobre su pecho.

—No adoptaremos a ninguno—intervino Stiles pasándose una mano con el cabello peinándolo un poco.

—¡Eso no es justo! Yo lo pedí primero.

Let me love you| Sterek.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora