Capítulo 2: Roberto, Alejandro

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—¿Qué me dices de Toribio?

Un gruñido.

—¿Goliat? —gruñido—. ¿Echo?

No solo fue un gruñido. El perro, que hasta ese momento había estado a su lado en el sofá, se bajó de este y caminó lo más lejos posible del salón, lugar en el el cual se acomodó dándole la espalda.

—Akita, Yogui, Cloy... Peluchín... ¡Mueve la cola si uno te gusta!

No, nada. El perro guardó la cola bajo su cuerpo y Rohan aguantó la carcajada. Estaba seguro de que tenía el perro más listo de todos. Él ya llevaba un mes en casa. Estaba completamente sano, peludo y hermoso. Era el siberiano rojo más hermoso que Rohan había visto en toda su vida y como veterinario y dueño del Balneario, había visto muchos perros en su vida. Incluidos en esa lista, animales como el suyo, siberianos.

—¡Necesito darte un nombre! —reclamó—. ¿Pluto? ¿Drapy? ¿Qué tal Bunny?

En esta ocasión, el perro salió ofendido de la habitación y Rohan lo siguió risueño. Llevaba en sus manos el móvil porque había tomado la costumbre de ir anotando sus sugerencias rechazadas para no olvidarlas. Porque cada vez que repetía una, el animal parecía sinceramente ofendido y permanecía cabreado por horas.

—¿Qué me dices de Shaggy?

Vio un atisbo de interés en el animal, porque este alzó el rostro, lo giró e incluso miró hacia él. Rohan pensó que lo tenía, que ese era el nombre, pero luego de un breve mover de cola, el perro volvió a verse profundamente molesto. Jamás había pensado que su rostro pudiera ser tan expresivo.

—¿Descarto todos los nombres de mascotas?

Un ladrido. Esta vez estaba acompañado de una cola feliz y un perro alegre que saltaba a su alrededor.

—Vale, vale... —Rohan rió—. Empezaré a mirar listas de nombres humanos...

Era frustrante y muy divertido a la vez.

*

—Roberto, ven aquí que debo darte tus vitaminas antes de ir al trabajo...

Nada. El perro no reaccionaba, lo ignoraba por completo. Llevaba ya dos días intentando llamarlo "Roberto" y nada. Simplemente nada. Rohan estaba algo aburrido de intentar adivinar o de llamarlo simplemente "perro".

Pero...

—¡Oye, Perro, ven!

Y el muy maldito apareció moviendo la cola como siempre. Era un jodido idiota.

Hay que hacer algo con esa jodida actitud tuya...

Y Perro ladró. A este paso, terminaría por llamarlo realmente de esa forma para siempre.

*

Había algo más en la lista de peculiaridades en el idiota de Perro. Bueno, en realidad era algo muy normal. Era un perro celoso. Parecía odiar cuando Rohan regresaba oliendo a otros animales con mayor intensidad de lo habitual. Porque Rohan siempre traía consigo el aroma a animal encima debido a su trabajo, pero cuando tomaba a los gatos y estos se acomodaban en su regazo, o si se le dormían encima, Perro parecía fuera de sí.

Iba, le daba una buena olfateada y luego se largaba con la cabeza en alto, sumamente indignado.

Era aún peor cuando Rohan se iba de cita con Sebastián. Así que en realidad, el chico todavía no se atrevía a llevar a su casi novio a casa.

Aun no le tenía nombre al perro. Antes de llevar a Sebas, le conseguiría un nombre.

Luego de casi dos meses con el perro en casa, ya estaba frustrado de no dar con un nombre adecuado para él.

—¡Lucas! —llamó cuando regresó ese día del trabajo. Nada—. Vale, vale. ¡Perro!

Y al llamarlo de esa forma, el animal corrió energético hacia su persona.

Rohan suspiró y se arrodilló para recibir con un abrazo a la bestia.

—¿Qué haré contigo, bobo?

El perro empezó a hacer ruiditos y él rió seguro de que le estaba contestando.

—Sí, sí... yo también quiero ir al parque contigo, vamos a por tu correa.

*

Era la segunda vez que salían juntos al parque esa semana. Perro se estaba comportando tan bien, que Rohan consideraba llevarlo al Balneario para que pudiera acompañarlo durante el día y sociabilizar con otros animales. El problema era que actualmente habían muchos gatos allí y él temía por el comportamiento de su canino compañero. Así que le estaba enseñando modales con agradables paseos por zonas concurridas.

—Alejandro, compórtate hoy. Si lo haces, podrás ir conmigo al trabajo.

El perro simplemente continuó caminando a su lado y movía la cola de lado a lado. Estaba tranquilo, pero a pesar de eso, Rohan tenía un muy mal presentimiento sobre todo ese asunto. Sentía ganas de regresar a casa y aún no llegaban ni a la esquina junto al parque.

Pero no lo hizo.

Fue agradable en un principio. Jugaron juntos con la pelota, se tendieron en el pasto y Rohan acarició el pelaje de Perro cuando este se tendió a su lado y dejó su cabeza sobre el pecho del hombre.

—Sí, yo también te extrañé hoy. Perdón por no regresar anoche... —y recibió un quejido de respuesta—. Prometo que te recompensaré cada vez que pase.

Más quejas.

Simplemente se quejaba. Rohan notaba al perro muy triste cuando él pasaba la noche fuera, ya fuera para estar con Sebas o cualquier otro.

Todo estaba muy tranquilo hasta que Rohan escuchó la voz del tan mencionado Sebastián, porque el problema fue que Perro también lo escuchó y olfateó en el aire.

Si no fuera porque llevaba la correa puesta, Sebas estaría, probablemente, de camino al hospital en esos instantes,

—Lo siento mucho. —susurró Rohan apesadumbrado debido a lo que había sucedido. Tenía a perro atado a un árbol. Pero este ladraba y ladraba muy molesto—. No 'se qué le pasa contigo últimamente...

—Deberías entrenarlo bien. —reclamó—. Es muy peligroso, yo solo quería saludar a mi chico y recibí gruñidos e intento de mordida. No es gracioso, Roh...

—Lo siento mucho.

Perro empezó a lloriquear cuando Rohan le tomó el rostro a su no-novio y lo besó en los labios. Los besos duraron un rato, a modo de despedida y de disculpas. Durante todo ese tiempo, Perro hizo escándalo.

*

Eso fue muy feo e indebido de tu parte, Perro... —reclamo Rohan mientras caminaban a casa—. No puedes simplemente atacar a mi... ami novio y esperar que no me moleste.

Novio.

No-novio.

La verdad es que Sebastián tenía razón y ellos eran bastante cercanos a pareja.

Y, aparentemente, él no podía ver a Sebastián sin que Perro se colocara sumamente celoso. Ahora mismo el animal jalaba de la correa, parecía "ignorarle", como si intentara dejarlo atrás. Pero tan solo caminaba en la dirección correcta, caminaba hacia casa sin ser guiado. Se conocía ya el camino.

—¿Quizás tu nombre es Sebastián y quieres ser único en mi vida?

Recibió silencio.

Estaba loco por hablar con un perro, de eso estaba seguro.

Quizás con un beso en Navidad [Finalizada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora