Capítulo 4: Brandon

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Una puta pesadilla. Un sueño loco o algo por el estilo, eso debió ser. Porque apenas se recostó, le costó un poco pero en un punto entre una imaginación angustiada y preocupación, acabó profundamente dormido. En su sueño, Perro no estaba y él lo buscaba desesperadamente. Buscaba y buscaba, pero perro no estaba. Hasta que llegó a una tienda de abrigos y el vendedor le decía: "allí está su perro", mostrándole un amplio abrigo de piel.

Rohan despertó gritando.

Y lo peor fue que Perro no estaba a su lado cuando despertó. Simplemente no estaba y se dio cuenta de que, quizás, esperar todo un día antes de darlo por perdido y llamar a distintos puntos, pudo haber sido uno de sus peores errores.

También había sido un error dejar a ese loco durmiendo en casa. ¡Aún no sabía cómo se había metido!

Así que inundado en furia y preocupación, Rohan corrió hacia esa habitación, con bate en mano, listo para golpearlo de ser necesario para patearlo de su casa.

Lo que se encontró al abrir lo sorprendió.

Perro estaba durmiendo sobre la cama de invitados.

Rohan no lo pensó, dejó caer el bate —cosa que sobresaltó al animal— y se abalanzó sobre él para estrujarlo y sollozar mientras le acariciaba el lomo.

—Pensé que un loco te había llevado... —confesó hipando—. Que... que... mierda, quería convencerme de que eras tu, puta mierda. Debió ser un sueño muy loco. Quizás me doparon ayer en el parque y no lo noté o... o... mierda, no sé qué día es, mierda... soñé que te... y eras un abrigo, mierda, Perro, no se te ocurra perderte.

Perro gimoteó, le lamió la mejilla y después se quedó completamente quieto, dándole espacio a Rohan para que se desahogara y tranquilizara.

—Vamos, te serviré de comer y desayunaré. Qué día más raro...

*

Rohan no intentó averiguar lo sucedido por los siguientes días y retomó sus actividades normales. Entre ellas, su búsqueda constante de nombre para Perro. El problema era que la lista continuaba subiendo y subiendo. Subía más y más. ¡Subía muchísimo! Y él, simplemente, no reaccionaba. Gruñía nuevamente o lo ignoraba por completo. Era sumamente molesto.

Decidió que antes de continuar con el tema de Perro, arreglaría las cosas con Sebastián, porque la relación se había enfriado el día en el que Perro había atacado al hombre. Así que, un día, simplemente se arregló lo mejor que pudo, destacando con un simple labial sus generosos labios, una pizca de sombra para destacar los ojos y, con sus mejores prendas, se dispuso a esperar al hombre afuera de su trabajo.

Sebastián estaba, sin dudas, sorprendido.

Esa noche Rohan no regresó a casa.

*

Al regresar, Perro nuevamente era el más insoportable de la vida. Le ignoraba, gruñía si se acercaba y, exasperado, Rohan simplemente explotó.

—¡¿Pero qué te pasa?! —exclamó y luego rió amargado—. ¡Aquí estoy gritándole a un perro! ¡Puta mierda! ¡Me volví loco! Te pondré un puto nombre. ¡Entendiste! Un puto nombre y vas a aprender a reaccionar a este, tratarás bien a mi novio y serás un jodido perro normal, entendido. ¡Nada de Brandon y ninguna mierda! ¡Puta imaginación la mía que me hizo imaginar idiot-!

No terminó. Porque Perro ladraba a su alrededor, movía la cola feliz. Estaba tan jodidamente emocionado que él no pudo hacer más que quedarse allí, observándolo pasmado.

—¿Brandon?

Otro ladrido emocionado.

Joder.

Eso era estúpidamente extraño.

*

Tenía que ponerlo a prueba.

—¡Brand!

Y ahí estaba, veloz, corriendo hasta su lado.

Rohan simplemente se dio por vencido, no sabía 'como había inventado ese nombre realmente en aquel raro sueño, pero si le servía, lo aceptaría.

—Eres tan raro, cariño... —murmuró desordenándole la cabeza—. Te llevaré a conocer mi trabajo, pero me tienes que prometer que te portarás bien.

Ladrido.

—Bien...

*

Por suerte, no fue desastroso llevar a Brandon al Balneario. No le permitió estar en la cafetería, porque esa era zona de gatos, pero sí mantuvo al perro deambulando entre su oficina y el jardín interior donde habían otros animales sueltos.

Él estuvo algo atento por un buen rato, hasta que decidió que realmente no había problemas con mantenerlo allí y se dedicó tranquilo a rellenar los papeles legales de adopción de un bonito gato de tres años, que una pareja se llevaría al día siguiente de ese lugar.

Le encantaba lo rápido que esos animales encontraban un hogar cuando formaban parte de los "acompañantes" habituales de la cafetería.

Quizás con un beso en Navidad [Finalizada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora