Capítulo 6: Soy real

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Fue difícil para él salir de aquella intensa impresión. Tenía a ese muchacho en sus brazos. Estaba inconsciente y cubierto de sudor, su cuerpo aún se sacudía de vez en cuando, presa de un dolor que aún no desaparecía del todo. Rohan no sabía realmente qué hacer, no sentía su cuerpo capaz de reaccionar. Había quedado en una extraña pausa, en transe. Había quedado tan pasmado que tan solo reaccionó cuando las cosas empeoraron aún más.

El chico, Brandon —el perro que en realidad no era un perro pero que había vivido todo ese tiempo como tal— tosió y terminó por vomitar sobre el suelo de la habitación. Allí fue cuando Rohan reaccionó, escuchó por fin la voz de su novio del otro lado del teléfono. Sebastián parecía estar ya histérico por el silencio de su novio.

—Perro... —dudó—. Descuida, pensé que Brand se había escapado, está aquí, nos vemos...

Y colgó, arrojó el celular a cualquier parte y se preocupó de dejar a Brand de lado para que no se ahogara con su propio vómito. Es más, revisó su boca con el dedo, para ver que no tuviera restos ahí. Los tenía, así que los quitó. Cuando pasaron unos minutos y el chico no volvió a vomitar, Rohan se dio la tarea de alzarlo y cargarlo consigo hasta el baño.

Fue una tarea difícil, pero luego de cargar tantas veces a su perro durante los últimos meses, ya tenía algo más de músculo.

—Mierda, mierda...

Bufó, lo dejó en la ducha y corrió a buscar un paño para limpiar el desatre. También abrió la ventana, porque allí apestaba y cuando tuvo más limpio, corrió hacia el baño para abrir la ducha, regular el agua y empezar a limpiarle.

Fue entonces que el chico despertó y lo observó con ojitos cansados.

—Roh... —susurró—. Me... me duele todo...

Y cerró sus ojos. Parecía inconsciente, eso alarmó al chico, así que cerró el agua y se concentró en despertarlo. Este no abrió los ojos.

Estaba asustado.

Volvió a cargarlo, esta vez a la habitación, le secó y le colocó un pantalón de pijama. El... hombre, parecía rondar su propia edad, unos 27 años en promedio. No podía estar seguro. En general se veía muy sano, pero cómo no estarlo, si Rohan mantenía a su Brandon en perfecto estado, con la mejor comida, baños y cepillados. El animal realmente se veía hermoso, no le extrañaba, considerando que se había transformado en sus brazos, que el hombre se encontrara en buen estado de salud.

¿Entonces por qué no despertaba?

Preocupado se dedicó a rondarlo. Tomó su temperatura, todo normal. Tomó su pulso y su presión, todo normal para una persona. El veterinario tenía una de esas maquinitas que medían el azúcar, había pertenecido a su padre, así que la usó para pinchar el dedo del contrario y midió.

Todo normal.

¡Qué estaba sucediendo!

Frustrado, se recostó a su lado y se dedicó a mirar la televisión a volumen bajo —tenía una tv en su habitación— mientras esperaba reacción.

Esta no llegó hasta tres horas después, Rohan incluso había dormido una siesta.

Lo primero que escuchó fueron quejidos. Luego, el hombre abrió sus ojos y se vio sinceramente confundido. Rohan, a su lado, lo observó con gesto precavido porque, mierda, sentía que estaba perdiendo la razón. ¡Realmente lo había visto transformarse en sus propios brazos! Era una completa locura.

—Oye... —dudó. Estaba reclinado sobre él. Con cuidado le apartó el cabello del rostro. Lo tenía muy claro, un castaño muy agradable, que le recordaba un poco al color de su pelaje. Al color del pelaje del perro, mierda. ¿Realmente eran el mismo, no?—. ¿Cómo te sientes?

Quizás con un beso en Navidad [Finalizada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora