Capítulo 8: Realmente eres tu

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Frío.

Lluvia, nieve. Frío, mucho frío. Cada día bajaba más la temperatura y Rohan se sentía descorazonado por varias razones distintas. Una de ellas era, obviamente, la ruptura con su novio. A Sebastián lo había llegado a querer con real intensidad, porque llevaban también muchos años como amigos. Eran colegas —esa era la peor parte— así que al menos dos veces a la semana le tocaba verlo en la veterinaria.

No había excusa que le valiera, las cosas no se solucionaron entre ambos.

Sin embargo, esa situación no era la que más lo lastimaba. No. Lo que más le dolía era el hecho de que Brandon llevaba al menos un mes completo sin transformarse. ¡Como mínimo! El tiempo pasaba y no había rastro de que él se fuera a transformar una vez más y, con cada día que pasaba, Rohan se sentía más desanimado al respecto.

—No quiero que se te hielen las patas al salir. —indicó mientras se arrodillaba junto a su amigo en el suelo—. Así que te traje estos zapatitos...

Orgulloso, le mostró a Brandon cuatro zapatitos de impermeable para perros, con un excelente sistema de ajuste para las patas. Brandon lo olisqueó, movió la cola y...

—¡A dónde vas!

Frustrado, Rohan vio cómo Brand daba media vuelta y correteaba al otro lado de la casa. A regañadientes se levantó del suelo y corrió tras él.

—¡Esto no es divertido! ¡Brandon!

Ladridos. Tan solo obtuvo juguetones ladridos como respuesta. Resignado, continuó persiguiendo al perro por la casa. Brandon, en ocasiones, se detenía, le ladraba y movía la cola, pero cuando Rohan estaba por llegar a su lado, volvía a correr muy lejos de él.

Al final, cuando Rohan ya se cansó de tanta persecución y se sentó en el suelo, Brandon se acercó silencioso a él, se sentó a su lado y le entregó una de las patas.

—Buen chico...

*

—Hoy iré a comprar ingredientes para cena de navidad. —murmuró mientras frotaba vivaz una toalla por la cabeza de Brandon. Estaba sentado en el borde de la bañera, con el perro frente a sí luego de un baño.

Le hablaba cómo le hablaría a una persona, porque sabía muy bien que lo era.

—Traeré mucha carne y la cocinaré un poco para ambos... traeré... todo lo que puedas comer y te haré una deliciosa cena, pero también cocinaré mucho para mi, demasiado, porque... no sé, si casualmente aparece un chico desnudo que normalmente camina en cuatro patas... no sé, digo yo, debo tener para invitarlo a cenar, ¿no crees?

Brandon ladró y le lamió el rostro, ganándose una queja por parte del chico.

Una vez lo tuvo lo más seco posible, Rohan suspiró y le rascó detrás de las orejas.

—Desearía que pudieras hablarme...

Llanto, eso es lo que recibió como respuesta, llanto y un abrazo perruno que correspondió con ganas.

*

—¡Rohan! —exclamó Sebastián al verlo en el supermercado. Rohan se tensó, apretó las manos alrededor de su carro de compras—. Hombre... te he estado llamando y...

Sebastián intentó tocarlo, pero Rohan soltó su carro y lo esquivó.

—¿Roh?

Se notaba la confusión en su voz, pero Rohan se mantuvo firme y, con el ceño muy fruncido, sacó una caja de caldo que había estado buscando en ese pasillo. No quería hablar con él, no merecía su tiempo, no merecía sus pensamientos. ¡Lo odiaba! Para él, no había nada peor que ser traicionado de esa manera. Lo peor de todo, es que él había tenido ya pensado cómo pasar la navidad a su lado y le jodía, por sobre todo, el hecho de que era el único pensando a futuro.

Quizás con un beso en Navidad [Finalizada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora