ESPECIAL DE NAVIDAD

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Fierce no dejaba de ver a su compañera danzar de un lado para otro con los preparativos para la navidad, se reía al verla tan histérica y a la vez adorable sin embargo no recibía de ella más que miradas enojadas y fruncimiento de ceños.

  —¡Ayúdame o te juro que no comerás absolutamente nada! —gruñó ella.

Él arqueó su ceja divertido no obstante se levantó a poner la mesa, de sobra sabía que cuando su mujer hacía una promesa en su momento de histeria lo cumplía a como diera lugar.  

También había escuchado a Callista platicar con Katryna y sabía porque se encontraba de esa manera tan irritante a parte de lo obvio, es decir, su embarazo.

  —No sé que voy a regalarle a Fierce, quiero darle algo especial, que él ame y valore, algo que de verdad lo haga sonreír pero no tengo ni idea de que darle. Quiero que todo sea perfecto esa noche, es la primera que pasaremos juntos.

Fierce sonrió ante el recuerdo, su compañera era toda dulzura pero a él poco le importaba si le daba un regalo o no, él no quería nada superficial mientras que la tenía a ella y a su hijo por venir, a demás de a su hermana y sus sobrinos.

  —Voy a vestirme, chequea que la lasaña no se queme, quiero que todo esté perfecto para cuando lleguen todos.

Antes de irse Fierce la detuvo deslizando una y otra vez sus manos por sus ante brazos tratando de calmarla entonces depositó un dulce beso en su frente y la abrazó.

—Cariño, tranquila, todo saldrá bien.

Ella suspiró y asintió.

—Eso espero.

Después de que estuvo lista los invitados fueron llegando, los primeros en llegar fueron Katryna y Wild junto con su cachorro, seguidos de su hermana Rosie y de sus sobrinos Love y Delusion. Y por último Valentina y Blaze con Alex en sus brazos.

Fierce nunca se había sentido tan en familia, su pecho se llenó de felicidad y de una paz que había anhelado por muchos años. Daba gracias a ese niño Dios por haberle obsequiado lo mejor que podría darle a las personas, el amor, algo tan deseado tanto por buenos como por malos pero que solo pocos llegaban a tener y él era uno de esos privilegiados.

Su corazón se enterneció al ver a los niños jugar y deseó con fervor tener a su hijo en brazos sin embargo al ver la carita triste de su sobrino fue en su búsqueda y se sentó a su lado.

—¿Qué sucede campeón?

—No me siento bien   —dijo el niño desviando su mirada.

—¿Y eso por qué? puedes contármelo Delusion, soy tu tío ¿recuerdas? 

El niño asintió pero la mirada que le dio a Fierce fue de vergüenza.

—¿Te enojarás cuando te lo diga?

—¿Por qué me enojaría yo?

Él se encogió en hombros pensativo.

—Mamá lo ha hecho.

Fierce arqueó una ceja intrigado entonces lo azuzó a hablar.

—Le he contado lo que le pedí a santa en mi carta, se ha enfadado y a dicho que eso nunca se cumpliría.

El macho gruñó molesto ¿Qué le pasaba a Rosie? ¿Por qué le había dicho eso a su hijo?

—Tu madre está un poco estresada campeón, pero te aseguro que si pides con fe tu deseo se hará realidad.

—¿En verdad lo crees? 

—Estoy seguro.  

Delusion se levantó como un resorte y sonrió alegre, sus ojos brillaron y acto seguido abrazó a su tío.

135 (3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora