TSUN~TSUN

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Law abrió la puerta de su casa, entró seguido de Kid. El pelirrojo le había pedido una hora de su tiempo para hablar, de una manera tan civilizada que, hasta Killer, terminó abogando a su petición; al final Trafalgar decidió concedérsela. No había problema para el ojigris si las cosas se salían de control, no era como si Kid le diera miedo y hablando físicamente, Law bien podía darle batalla.

Kid cerró la puerta tras de sí, se quedó en esa sala tan conocida mientras que Law dejaba sus cosas en la habitación. Las intenciones del pelirrojo eran hablar concienzudamente de la situación; no pensaba rogarle al ojigris para regresar (más que el dolor del desamor anteponía el orgullo), pero sí quería saber las razones que llevaron a Law a separarse de él. En ese aspecto Killer tenía la razón, el pelirrojo casi nunca se había puesto a pensar en el por qué Trafalgar hacía las cosas; como por ejemplo tenía el hecho de no saber que llevó a Law a salir con él, ni por qué lograron durar tanto. Ahora Kid deseaba saber el motivo de su rompimiento, lo necesitaba; así como necesitaba desahogarse de la rabia que sintió al enterarse que a Law le gustaba otra persona.

«¿Desde cuando?» Apenas tenían dos días de conocerse, ¿en esos dos días ese mocoso logró lo que a él le tomó meses?

«¿Por qué él?» No se parecían en nada, ¿a caso Kid nunca fue del gusto de Law?

«¿Qué tiene él que no tenga yo...?»

La furia de Kid aumentaba con cada respiración, respiraciones entrecortadas por el peso de la frustración. Eustass no se encontraba furioso, se sentía colérico.

—Espero que sea rápido. —Law se acercaba a la sala, no pretendía ser cortante, sin embargo deseaba acabar con toda esa mierda de una buena vez.

—Lo será —contestó. Tan solo tuvo a Trafalgar a su alcance, se abalanzó hacia él.

».«

Zoro abrió la puerta de su casa; por la tranquilidad que se veía en su interior (y en la casa de Luffy) supo que sus nakama ya se habían ido, si es que pasaron por ahí. Después de dejar a Trafalgar y Killer, Zoro insistió en ser quien guiara a Luffy por toda la ciudad en busca de sus amigos ya que, Luffy al ser Luffy, había olvidado también su celular; al final el pequeño se cansó de caminar y le dijo que iba a ver a un amigo que le había prometido darle de comer, Zoro se ofreció a acompañarlo, pero por alguna extraña razón Luffy se había negado, cosa que dejó con un tanto de preocupación al peliverde, sin embargo era más su preocupación de no haberse comunicado aun con Sanji así que decidió dejar ir al pequeño solo. Al menos esa noche tendría algo de paz y tiempo para encontrar y darle una buena excusa a su rubio favorito. Lo primero que iba a hacer era llamarlo, disculparse y escuchar durante veinte minutos su regaño, ya mañana tendría tiempo de hablar con él en persona y arreglar las cosas.

No alcanzó a cerrar la puerta siquiera, un golpe marca diablo le dio de lleno en la cara. El cerebro de Zoro lo primero que pensó fue en Sanji, después se retorció de dolor.

—¡¿Qué diablos te pasa?! —exclamó el peliverde mientras se sobaba la cara.

—¡Maldito desgraciado hijo de las lechugas! ¡¿Dónde estuviste todo el puto día?! ¡¿Por qué rayos sales de tu casa sin el celular?! —preguntaba el rubio mientras seguía repartiendo patadas a diestra y siniestra.

La idea de Zoro sobre su tranquila noche se fue al demonio, ¡pero que importaba! Con o sin golpes le encantaban los celos y berrinches de su pareja. Al vuelo de una patada lo tomó de la pierna y lo jaló hacia él.

—¡Suéltame! —gritó Sanji. En respuesta el peliverde lo besó con tremendo beso húmedo y lo soltó de la pierna.

—Hecho —contestó. Sanji se encontraba más rojo que un tomate y volvió a golpearlo.

Shin SekaiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora