𝐼𝑋. 𝑂𝑟𝑖𝑔𝑒𝑛𝑒𝑠 - 𝑃𝑟𝑖𝑚𝑒𝑟𝑎 𝑃𝑎𝑟𝑡𝑒

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― ¿Estás seguro de que es por aquí? ― Allen lanzó la pregunta al aire, esperando una respuesta de Nea

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― ¿Estás seguro de que es por aquí? ― Allen lanzó la pregunta al aire, esperando una respuesta de Nea.

Con un poco de inquietud miró a su alrededor, analizando el lugar al que las indicaciones del Noé le habían guiado: Se encontraban en un camino abandonado que atravesaba de lado a lado un espeso bosque. La apariencia lúgubre y desolada de aquel lugar no le agradaba en lo más mínimo.

Nea días antes le dio algunas especificaciones del lugar al que debía dirigirse, más sin embargo no eran muy exactas. Habían pasado más de treinta años desde que Nea había muerto, por lo que nada era igual a ese entonces.

Tras varios segundos la voz de Nea contestó.

―Estoy seguro ―las palabras de Nea resonaron en los pensamientos de Allen. ― Su hogar debe estar cerca.

Allen, olvidándose un momento de sus inquietudes rio ligeramente.

Si hubiese gente a su alrededor, estaba seguro de que lo tomarían por un loco por estar hablando solo.

Desde lo sucedido en el Arca había pasado una semana. En esos días Nea y él habían conversado, llegando a un acuerdo que les facilitaría la comunicación entre ellos.

Cómo Nea había dicho, él logró tomar una forma física por un tiempo gracias a la energía destinada a la inocencia. Aquello seguía siendo posible después de que Nea lo intentó varias veces.

La duración del recipiente era poca, pero fue suficiente para que Nea pudiera interactuar con el exterior sin tomar el control del cuerpo de Allen. Pero conllevaba sus riesgos.

Al momento que Nea tomaba esa forma, Allen comenzaba a debilitarse. Aquello suponía una enorme carga para su cuerpo, el cual luchaba por estabilizar y reparar su inocencia al mismo tiempo que intentaba mantener el estado físico de Nea.

Tras considerar las complicaciones que ese detalle traería en un futuro, Nea propuso utilizar un enlace mental y usar solamente el recipiente en casos especiales. Después de todo, quizá por ahora la inocencia no le consideraba una amenaza y le permitía hacer uso de su energía, pero en futuro podría volverse contra él y atacarlo.

Por el contrario, el enlace les permitiría comunicarse mediante los pensamientos, además de que le facilitaría a Nea la interacción con el exterior y no era detectable para los Akuma y Noé.

Al detenerse por décima vez en el mismo lugar donde empezó, Allen preguntó.

―Este lugar se ve igual en todas partes ¿Cómo es que sabes que está aquí? ―preguntó Allen, al sentirse perdido entre todos esos árboles. Su sentido de orientación en si no era muy bueno, por lo que encontrarse en ese lugar en el que todo a su alrededor parecía ser igual comenzaba a marearlo.

―El custodió mis memorias hasta que fueron transferidas a ti. Las memorias Noé al transferirse de una persona a otra deja un rastro que es detectable para los Noé y Akuma. Aunque el rastro es débil, sé que está en esta zona, pero no el conozco el punto exacto.

𝐸𝑛𝑡𝑟𝑒 𝐿𝑢𝑧 𝑦 𝑂𝑠𝑐𝑢𝑟𝑖𝑑𝑎𝑑Donde viven las historias. Descúbrelo ahora