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-Para, ¿qué haces?—Fruncí el ceño y lo miré confundido.—

-¿Cómo que hago, boludo?—Asintió y agarró las cervezas de mi mano.—

-No vinimos a comprar esto, pelado.—Dejó las cervezas en su lugar, y yo fruncí aún más el ceño.—

-¿Y qué vinimos a buscar? Nico dijo que compráramos bebidas.—Asintió caminando. Lo seguí.—

-Bebidas.—Me mostró las gaseosas en sus manos y yo me reí.—

-¿Me estás jodiendo?—Negó agarrando un pack de ocho botellas de dos litros y tantos.—

-No, no te estoy jodiendo, Peter.—Mordí mi labio incrédulo y rasqué mi cabeza.—

-¿Desde cuándo preferís gaseosas? Vos sos él fanático número uno de las cervezas...—Rió y negó pagando las bebidas.—

-Era, Peter. Te dije, amigo; cambié. Cambié más de lo que crees.—Me reí, pero por dentro, solo me puse a pensar que era lo que había cambiado. Bueno, a pesar de lo de sus papás, ¿que era lo que lo había cambiado tanto? Siento que tengo a mi amigo, pero... Siento que cada vez, lo conozco menos.—Mira, hay muchas cosas en las que yo no soy igual...—Murmuró cuando salimos del supermercado. Lo miré.—Pero es parte de la vida, cambiar, Peter. El cambio es crecimiento.—Me miró.—Al venir para acá, generaste un cambio, te atreviste a un cambio, y eso es crecer también. Y hay cosas que cambiaron en vos también, por ahí es más notorio en mí, pero nadie nunca es igual para siempre.—Asentí, reflexionando las palabras de mi amigo, hasta que él extendió su mano a mí.—Lo que no cambió, es nuestro saludo.—Sonreímos a la par, y chocamos nuestras manos, haciendo una combinación de choques y movimientos, para después reírnos juntos.—

-Tampoco nuestra amistad.—Asintió riendo.—

-Tenes razón, tampoco nuestra amistad.—Reímos juntos, y volvimos a la casa a esperar que fuese la hora de ir. Me preparé cuando estábamos cerca de irnos, y, cuando me crucé con Agus, él se empezó a reír.—

-Qué.—Rió y negó con su cabeza.—

-¿Qué haces así, naipe?—Golpeé su hombro y él rió.—

-Me preparé, boludo. ¿Vos qué haces así?—Mordió su labio y negó con su cabeza desacomodando su pelo con su mano.—

-Sos un ridículo. ¡Vamos a la playa, hermano! ¡A comer en la playa!—Negué con la cabeza junto a una mueca dándole a entender que no veía dónde estaba el problema.—¡Vamos todos en traje de baño!—Fruncí el ceño. Él seguía riéndose.—

-¿Por qué? No es como si hubiese sol.—Me pegó en la cabeza y yo me rasqué donde me había dado.—

-Tarado, nos metemos al mar.—Reí pero él solo se mordía el labio para no hacerlo, porque hablaba en serio.—

-¿Me estás jodiendo? ¿Ustedes viven en el mar, o que?—Lo pensó unos segundos y le pegué en la cabeza.—¡Estaba siendo irónico, boludo!—Rió y yo rodé mis ojos.—

-La cosa es así, nosotros amamos el mar, nos metemos de día y de noche, a la tarde, a la mañana, cuando llueve y cuando no; no nos importa nada. Si queres venir, estás invitado, si no, hay pizzas en la heladera.—Negué con mi cabeza y después asentí.—

-Está bien, voy... Solo dejame cambiarme.—Asintió y siguió con su camino mientras yo subía a sacarme la ropa y ponerme un traje de baño, para nadar, en el mar, de noche. Yo soy de hacer cosas tontas y demás, pero no nadar de noche en el mar. ¿Por qué? Primero, no sabes si te lleva la corriente, ¡porque no ves nada! Y si uno se ahoga, tampoco lo podes ver, y si necesitas ayuda, ¡no te van a ver! Bufé poniéndome una remera más informal, o sea, una musculosa negra con un dibujo. Reemplacé mis zapatillas con ojotas, y para entonces, ya era hora de ir, así que lo hicimos.—

-Espera, antes, voy a explicarte un poco el grupo.—Asentí. Estábamos a unos pasos de un grupo de personas, mirándolos desde una especie de montaña de arena chiquita.—Te acordas de Nico, ¿no?—Asentí reconociéndolo sentado con una guitarra en un tronco compartido con otras personas.—Bueno, al lado suyo, el morocho, es Vico, Victorio. Él organiza las competencias de surf, y era amigo del Lalo desde hace mucho tiempo ya; se metió en eso gracias a ella.—Asentí.—Al lado de Vico, tenemos a ese medio rubion, que es Gaston. Le decimos Rana, o Gas, como prefieras.

-¿Y tiene algo que ver con...?—Asintió riendo.—

-Él es el primo del Lalo, y hace surf desde que tiene memoria... ¿Vamos bien?—Asentí para que siguiera señalando; quería llegar a "Lali" de una vez por todas.—En el tronco de al lado, tenemos a Euge, la China, que ya la conoces.—Asentí. No tuve la mejor impresión de ella, la verdad.—Al lado suyo, tenemos a la novia de Gaston, que es Rocío, Rochi.

-¿Y qué hacen?

-Las dos hacen surf, pero no compiten, solo juegan con la tabla.—Asentí.—

-¿Se caen mal?—Rió y negó.—

-Dejan un espacio entre ellas para Lalo, siempre fueron muy unidas las tres, y después la China se tuvo que ir de acá por temas personales, y Rocha se puso de novia con su primo, entonces como que pasaban menos tiempo juntas; pero se siguen amando. Algunas cosas cambian, otras no.—Asentí y él aplaudió para seguir.—A ver... En este tronco está Cande, Canela, Tero, lo que quieras decirle; no hace surf, pero tiene una tienda de cosas de surf y demás. También maneja un negocio de clases, en las que...

-¿Lali la ayuda?—Asintió. Lali siempre estaba en la descripción de las personas, no me sorprendía que en la de... "Cande" también estuviera.—

-Y a su lado...—Suspiró pasando su brazo por mis hombros.—Esa es Dacky, mi Dacky.—Enarqué mi ceja, y él negó.—Bueno, tal vez tuve que haber dicho, "casi mi Dacky". Siempre estuve enamorado de ella, desde la primera vez que la vi. Pero cuando llegué acá, todavía era un pendejo de mierda, y no entendía nada. Hice muy malas movidas, y no me da bola.—Palmeé su espalda, y él suspiró.—Pero bueno, eso es todo, solo faltamos nosotros.

-¿Y dónde está Lali?—Buscó, y después miró al mar. Sonrió.—

-Ahí está.—Agarró las gaseosas, y caminó abajo consiguiendo la atención de todos y riéndose con todos a un solo segundo de llegar a ellos; pero yo no pude moverme, porque cada paso que daba "Lali", mi cuerpo se tensaba aún más. Su sonrisa se extendió por sus labios con tal simpleza, que por un momento, creí que me iba a caer. Entonces sacudió su cabeza para mojarlos a todos, y después se rió acercándose a Agus para darse un abrazo.—

-¡Hey, Peter! ¿No venís?—Ella volteó a verme, y creo que me pude haber desmayado en ese mismo segundo.—

¿Qué mierda me está pasando?

¿Quiénes somos? {Laliter}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora