Se le tiró encima y empezó a darle besos en la cara, en el cuello, en las manos, donde pudiera, el omega no ponía resistencia por el olor que había emanado sin querer. Sabía que estaba mal pero quería ir por más, quería hacerlo suyo allí mismo.
Por suerte unos compañeros lo sujetaron de los brazos y otro empezó a golpearlo en el estómago, logrando así que su gran excitación se remplazara por intenso dolor, al parecer el atacante había disfrutado golpearlo porque recibió seis fuertes golpes antes de que lo soltaran cuando sólo con dos bastaba.
Al rato el omega se levantó y le regañó enojado, lo que no entendió por qué ya que pensaba que él debía haber estado agradecido que la situación no hubiera sido peor. Luego le dio una nada sutil amenaza y se fue dejándolo con la duda de qué clase omega no se toma los supresores.
Tiempo después del incidente varios de sus compañeros regresaban al aula porque el receso había terminado. Lian ya repuesto de los golpes se levantó, acomodó su silla y volvió a sentarse notando que un silencio incómodo cubría la sala, nadie quería hablar de lo ocurrido parecía que tenían miedo, emoción que todavía no entendía la causa.
–¿Hacerme algo? –comentó confundido, preguntándose qué podría hacerle ese bello omega.
–¿De dónde eres? ¿No sabes sobre su familia? –preguntó un compañero sentado adelante pero que volteó hacía atrás para hablarle mejor.
–Vengo del éste, no lo sabía –reveló mirándolo detenidamente.
El chico tenía el pelo rojizo, grandes gafas y su olor no era muy fuerte pero bastaba para saber que era un alfa.
–Entiendo –dijo el chico para luego ofrecer su mano–. Soy Cristian Rixo.
Lian rápidamente proceso la información y respondió estrechado su mano.
–Yo soy Lian Ribano.
Sabía que ahora diría que se asemejaba a rábano, de hecho en su anterior colegio lo apodaron así pero antes que dijera algo hizo una pregunta:
–Ese omega ¿quién era?
El chico lo pensó un poco antes de contestar.
–Era Merian Zendler, su familia es muy rica y poderosa. Su padre es el dueño de la mejor compañía farmacéutica, por eso es mejor no molestarlo.
"Así que es otro niño rico" pensó, él ya tenía experiencia con gente de esa clase.
–Pero aun así ¿por qué no usa supresores? ¿Acaso no le funcionan?
El pelirrojo estaba dispuesto a responder pero fue interrumpido.
_Sí le funcionan sólo no quiere usarlos –aclaró otro compañero, este estaba sentado a su costado derecho y tenía su vista puesta en un espejo de mano, pero pronto lo miró y le ofreció su mano_. Soy Daniel.
–Lian –dijo estrechándole la mano mientras lo miraba.
Daniel sí olía completamente a alfa y tenía una larga cabellera rubia, aros perlados, ojos y labios sutilmente pintados, cualquiera podría jurar que de no ser por su voz grave y falta de pechos podría pasar como mujer.
–¿Cómo sabes que le funcionan? –preguntó curioso.
–Al principio del año pasado los usaba y le funcionaban perfectamente –Volvió su vista al espejo–, si no me crees pregúntale a cualquiera.
El nuevo no lo podía creer ¿había escuchado bien? ¿Un omega que simplemente no quería usar supresores? Sólo se le ocurría dos formas de que eso pasara, el omega era una persona malvada que le gustaba ver a los alfa tragarse su instinto o estaba demente pero decidió investigar más antes de juzgarlo porque pensaba que alguien tan lindo como Merian no podía ser ninguno de los dos.
ESTÁS LEYENDO
No Quiero Fallar (omegaverse)
Teen FictionLa adolescencia es una etapa difícil y más aún cuando tus padres te dicen que tus actos deberían estar de acuerdo con tus limitaciones sociales y tu pasado, pero en cambio estos se rigen por las ordenes de tu inmadura mente. Merian vive en una man...