❄-Anécdotas III

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Era Nochebuena, como todos los años, la nieve caía por toda la ciuidad, inundando el paisaje de blanco.
Fred sonreía sentado en un pequeño banco, enrealidad, no sabía la razón específica de porqué estaba allí, pero estaba completamente feliz, después de todo, estaba viviendo en un departamento lejos de su madre y su mejor amigo, Foxy, decidió pasar Navidad con Springtrap y Mangle.
No tenía hermanos, pero había un chico con una gran similitud a él. Pero no eran completamente iguales y además, tenían personalidades muy distintas. Sus familiares vivían demasiado lejos para visitarlos y en ese momento no planeaba festejar Navidad solo en su departamento con un pequeño pastel mientras dibujaba lo sucedido en el último capítulo qué había visto en la televisión de Dragon Ball Súper, estaba pensando seriamente en hacerlo, pero al momento de volver a ver a su madre, ella lo golpearía por no salir demasiado de su hogar.

—Tan solitario como siempre. —dijo una suave voz con un tono cómico.

—Muy gracioso. —respondió sin mucho insentivo y se dispuso a ver el rostro del ente.

Se sorprendió al ver a un chico de cabellos rubios y unos hermosos ojos grises casi en degradé plateado. Golden se sentó junto a él con aire amistoso y sonrió acomodando su bufanda de color carmín.

—¿Golden? —fingió no estar tan sorprendido e intentó ocultar el pequeño rubor rojizo de sus mejillas— ¿Qué haces aquí solo?

—Lo mismo que tú. —bromeó mientras más nieve cubría el banco dónde los dos estaban sentados.

¿Qué debía hacer?
Necesitaba una bolsa de papel para poder respirar en ese momento y dejar de temblar a causa de los nervios.

—S-supongo qué no tienes con quién pasar Navidad ¿no?

Hizó el sonido de una campana en afirmación y suspiró levemente.

—Mi prima Joy decidió ir a la fiesta de Foxy. —dijo con un poco de lamento en su voz

Espera. ¿Fiesta? Foxy no había dicho nada de una fiesta.

—Maldito cabeza de tomate, seguro creyó qué me emborracharía en un instante...—susurró para si mismo, pensando qué luego debía descargar sus penas en algo menos letal para la salud, como el helado.

El rubio no comprendió qué intentaba decir el contrario, simplemente alzó sus hombros.

—Estamos igual de solos —comentó de una vez—, por eso, mientras tomaba un café, te ví sin nadie y decidí acompañarte.

Las mejillas de Fred tomaron un color aún más fuerte, siendo así más notable a la vista de las demás personas.

—¿Estás bien? Estás rojo y veo que tus manos tiemblan.

—¡S-sí, por supuesto!—dijo de manera animada levantando sus brazos.

Sonrió, ahora un poco más calmado y se dispuso a hablarle. Se acercó un poco e intentó dejar de tiritar.

—Y-yo, creí que tenías muchos amigos para pasar las fiestas.

—La verdad, tengo muchos—ese comentario desanimó a Fred, no quería qué Golden gastara su tiempo con él, si podía ir en ese momento a divertirse de verdad con sus amigos, pero lo dejó proseguir—, pero todos están ocupados con sus familias.

Eso lo relajó un poco. Soltó todas esas preocupaciones con sus suspiro.

—Debe ser genial tener tantas personas con las cuales hablar. —le dijo esquivando sus ojos, pues le era imposible verlos por mucho tiempo de cerca.

—Lo és, como ahora, hablar contigo también es genial.

—En eso tienes razón.

El rubio esbozó una hermosa sonrisa y Fred sintió como su corazón se derretía lentamente.
Golden agarró su mano suavemente. Oh, no.


—Tengo una idea. ¡Pasemos Navidad juntos! Será divertido y ninguno de los dos estará solo.


El de ojos oscuros sintió como su corazón se aceleraba y daba un vuelco.

—C-claro, supongo qué no tengo nada más que hacer. —respondió intentando sonar desisteresado.

Lo primero qué decidieron hacer fué comer algo no tan caro. Golden insistió en pagarlo, entonces el contrario no tuvo más remedio qué aceptar la petición.

—¿Enserio estamos cenando café y donas? —comentó el rubio con algo de gracia.

—Ninguno de los dos llevaba tanto dinero en los bolsillos. —respondió Fred tomando otro sorbo de su café amargo.

—No me quejo. —el de ojos grises dió un mordisco a su dona con chispas de colores e hizo un gesto de satisfacción.

—Faltan menos de treinta minutos para las doce. —comentó el qué llevaba un gorro color azul marino.

El contrario sacó de su mochila un extraño paquete, además de un encendedor y lo dejó en medio del banco.

—¿Piensas incendiar el árbol de la plaza central? —respondió con gracia Fred señalando un enorme árbol adornado, unos metros delante de ellos, donde algunas personas sacaban fotos.

—No, por ahora —dijo riendo —. Pensaba encenderlas solo, pero ahora podemos hacerlo juntos—Abrió con cuidado la caja, dejando ver dos varillas brillantes, sin rastros de quemadura.

—¿Qué es eso?

—Se les dice, "bengalas de estrella" y son pequeñas varas las cuáles puedes prender y generará el efecto de un fuego arficial pero mucho más pequeño.

Solo dos minutos para Navidad. Los dos se miraron, por poco tiempo, pues Fred desvió rápidamente la mirada. Pero igualmente, él de cabellos negros pudo ver un brillo de felicidad en los hermosos ojos grises del rubio.

Un minuto. El de ojos oscuros tomó la mano del contrario, pero este no se sorprendió.

—Tranquilo, no son peligrosas.


Claramente no entendía nada de lo qué Fred sentía en ese momento, pero eso bastaba para él, no necesitaba qué Golden supiera de su amor.

—Ey, Golden.

—¿Sí?

—Feliz Navidad.

El rubio encendió las dos varillas rápidamente y sonrió con una alegría que antes no había vivido. Apretó un poco más la mano del contrario.

—Feliz Navidad a ti, Fred.

Se acercó lentamente a su rostro y le dió un pequeño beso en sus labios rosados, dejando al de ojos grises completamente petrificado. Se levantó y soltó la varilla al suelo. ¿Qué estaba haciendo?

—N-no...—solo fué lo qué su voz ahogada logro decir—, n-no me odies, por favor.

En ese momento simplemente corrió, dejando al rubio completamente solo.
El fuego de la varilla se fue extinguiendo hasta que se apagó, al igual qué la sonrisa de Golden.

"Frases que algún día te diré"-GoldredDonde viven las historias. Descúbrelo ahora