Capítulo 2: Ya no quiero luchar

83 2 4
                                    


Ya no podía soportar ese lugar. En los últimos días los sueños y pesadillas habían aumentado en frecuencia e intensidad. Y aunque su abuelo no le creyera, él sabía que eso se debía a que se encontraba en ese lugar.

Ya no le importaba que esa sensación de vacío en su pecho, que apareció días después de que despertó en aquel hospital, no desapareciera y que, para su mala suerte, cada día parecía aumentar. Desde que se encontraba internado en aquel lugar sentía con mayor intensidad que algo le hacía falta. Pero por más que se esforzará, no podía recordarlo. Incluso, para su vergüenza, ya no solo lloraba inexplicablemente en las noches, ahora a veces, también lo hacía en las mañanas.

El destino no a gusto con su desgracia, lo hacía soportar al idiota de Leroy... a su estúpida voz... sus tontos ojos y sonrisa. Ya no lo soportaba. Aún menos después del incidente de esa mañana. Solo de recordarlo, le daban ganas de...

-Hola, Yuri. Buen día -el saludo del psiquiatra lo saco de sus cavilaciones -. Lamento haberte hecho esperar

-Buenos días. No se preocupe, doctor Rivers -odiaba tener que perder el tiempo esperando a alguien, pero ese día le convenía ser amable.

-Bien, entonces... -el psiquiatra frunció el ceño -. ¿Te sientes bien, Yuri? -el aludido simplemente asintió -. Estas ruborizado

-Estúpido, Jean -susurro entre dientes. Se había enojado tanto con el idiota, que se había colocado rojo por la rabia. O ese era el justificante que prefería darle a su rubor -. Supongo que fue porque corrí hasta aquí -dijo, creyendo que el psiquiatra no había alcanzado a escucharlo antes.

El psiquiatra le hizo una seña para que tomara asiento.

-¿Quieres que retomemos la sesión pasada?

-No

-¿Disculpa?

-Estoy cansado de venir -dijo de forma seria -. Vine a este lugar porque mi abuelo me lo pidió, pero hasta ahora no he logrado recordar absolutamente nada. Creo que es una pérdida de tiempo seguir aquí. Quiero regresar a Rusia

-¿A qué se debe esa decisión tan repentina? -dijo, mirándolo fijamente, tratando de leer, una vez más, a través de sus expresiones -.¿Tienes miedo?

Cerró sus manos en puño. ¿Miedo?, ¿él?. ¡Claro que no!. Él no era ningún cobarde. Jean Jacques Leroy, y lo que había sucedido esa mañana no tenía nada que ver con su decisión. Simplemente extrañaba a su abuelo. Respiro profundo, y hablo -. Yo no le temo a nada, y no huyo -dijo lo más calmadamente posible. Ese tipo estaba comenzando a inervarlo -. Simplemente ya no deseo estar en este país

-¿Será que te recuerda a algo de lo quieras huir?- ante ese comentario Yuri intento replicar, pero él le hizo una seña con la mano para indicarle que no había terminado -. Yuri, eres un joven fuerte, pero, aparentemente, por dentro estas recluido en una esquina. Si no recuerdas es porque tú mismo te has bloqueado a causa de un dolor -bufo por dicho comentario. Estaba seguro de que su amnesia no era por ser un cobarde. Pero el hombre lo ignoro, prosiguiendo con su discurso -. Y lo veo Yuri, no solo como tu psiquiatra, ahora hablo de persona a persona, he observado que espías a mi paciente Jean... hay un brillo, de hecho, esas muecas y refunfuños que haces, como en este momento, delatan lo que tu actitud "desinteresada" oculta - se acomodó mejor en el sillón, satisfecho con lo que sabía había logrado -. Hagamos un trato, te aseguro que después de esto vas a saber lo que tu mente ha tapado con un muro y quiero que sepas voy a estar aquí contigo. Solo tienes que aceptar mi propuesta -y dale con la dichosa hipnosis. No creía en esas cosas, y aunque lo hiciera, la idea de ser controlado por alguien no le agradaba absolutamente nada -. No pierdes nada al intentarlo. El consultorio tiene tres cámaras, y hacerte actuar como gato es anti-ético e ilegal -dijo con una pequeña sonrisa, al adivinar el temor del rubio -. Solo me limitare a buscar en el tiempo que has olvidado. En caso de que no funcione te aseguro que no te detendré, incluso yo mismo te llevare al aeropuerto

Hipnosis: El deseo oculto de tu mente y corazónWhere stories live. Discover now