Orden 2

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Intentaba incorporarme aunque fuera solo sentada, apoyé mis manos en el asiento haciendo fuerza para poder levantar mi torso mientras mi melena caía por los lados de mi rostro. Sus palabras me confundían más.

-Que tonterías dices... Ya llévame de... -en aquel momento me interrumpió con un fuerte tirón del brazo poniéndome forzosamente bocabajo en sus piernas, me levantó la falda del uniforme de trabajo y me dio una nalgada dejando salir un pequeño quejido de mi garganta por aquello tan repentino e inesperado- ¿¡Se puede saber qu...!? ¡Ah! -volvió a darme otra sin dejarme terminar de pregunta.

-Ya te lo advertí, y nunca miento, como sigas quejándote o hablando sin mi permiso vas a aumentar el grado del castigo, y mira que he empezado flojo por ser tu primer día -sin poder decir nada más me dejó de nuevo en mi asiento mientras yo evitaba mirarlo apartando la mirada-. Ahora escúchame bien, vivirás conmigo, incluido en la misma habitación, además trabajarás en lo que yo te diga estando bajo mi supervisión, todo va a cambiar para ti, siempre y cuando me hagas caso irá hacia bien.

El auto se estacionó delante de un edificio enorme. No tenía idea de lo que pasaría dentro, era la primera vez que estaba así de asustada por un hombre de aquella forma. El chófer se bajó y abrió nuestra puerta, él bajo primero y luego me extendió la mano para ayudarme, pero negué su ayuda, pues debía guardar mi compostura. Al tocar mis pies el suelo erguía mi cuerpo esperando su movimiento, llevó su mano de la puerta al edificio delicadamente como un caballero dándome a entender que prosiguiera hacia este.

Todavía guardaba mis andares peculiares de haber estado en la cima, pues cuanto más segura era una mujer menos problemas tendría, o eso creía, solo se amontonaban uno encima de otro sin acabar la pila.

Pasé a través de puertas giratorias encontrándome con un gran salón de belleza con pocas clientas en ese momento por no decir ninguna. No tenía palabras para expresar lo que me recorría en ese momento, quería girarme y salir corriendo de ese lugar.

-Estamos aquí para volver a hacerte un cambio, pero esta vez no vas a ser la misma de antes, tú has crecido como persona por dentro, no tienes que temer a nadie más, todo esto está reservado para ti y siempre vendremos aquí, pues no hay nadie mejor que tú para el proyecto, no uno cualquiera, sino uno pensado expresamente para ti, volverás a renacer, no hace falta que sepas el por qué, solo acéptalo, a partir de ahora eres mía y haré que el mundo ame aquello que me pertenece, te enseñaré a dónde y a quién perteneces.

Estaba en shock, no podía creer las palabras que salían de sus labios como si no fueran nada, le había temido a aquel mundo, quería que todos se olvidasen de mí, no deseaba ser nadie, sin embargo él me estaba devolviendo la oportunidad de recuperar mi lugar, todo iba demasiado rápido y no podía pensar bien en ello.

Me cogió de la mano y me llevó ante unas señoritas aparentemente jóvenes, yo las miraba aún confusa, pues no podía ser fuerte en aquel momento por más que lo intentase.

-Ellas serán a partir de hoy tus estilistas y asistentas en todo lo que tenga que ver con tu aspecto, dales tu grandiosa opinión para lo que necesites, sé que había cosas que las elegías tú misma, quiero que no temas a esto, yo me encargaré que nadie te dañe, ya te dije que eres de mi propiedad, y lo mío no se toca -se veía muy serio, confiado y puesto en su papel, por un momento desvié la mirada de reojo para poder observarlo-. Bien, os la dejo en vuestras manos.

Su agarre cálido y delicado se desvaneció soltándome, las chicas casi rodeándome alucinaban por verme. Creía que ya nadie apreciaba el trabajo que hice en su tiempo pero me equivocaba, algo que en mi corazón vacío hizo crear una pequeña chispa de felicidad.

Me hicieron pasar por distintas salas de belleza en las que arreglaban todas las partes de mi cuerpo dejándolas ver delicadas y hermosas reluciendo con la luz, además de ponerme maquillaje, pintar mis uñas y elegir vestuario apropiado para mí, aunque en eso ultimo salió mi yo interior empezando a despertar mi verdadera forma de ser.

Uñas de rojo sangre, piel blanca y pulida, ojos brillantes y grandes con sombra en tonos oscuros, labios iguales a la primera tonalidad, cabello castaño por la cintura muy voluminoso con cuerpo un poco ondulado, y todo ello adornado con un vestido de tubo negro de cuello de barco en conjunto con unos tacones de aguja altos dejando lucir mis curvas.

-Te ves hermosa -poco a poco se acercaba a mí por la espalda mientras que yo aún me miraba en el espejo sin creer que esa era yo de nuevo-. Solo falta un último detalle -colocó en mi cuello con cuidado una gargantilla de cuero adornada con una argolla colgando de metal puro, se notaba la calidad del mismo-. Este collar es símbolo de tu sumisión hacia mí, ahora ya no hay vuelta atrás ni la había en ningún momento, no podrás quitártelo a no ser que tengas una sesión de fotos o trabajes como modelo en alguna pasarela, y ahora tienes el permiso para poder preguntar lo que quieras, pero puede que algunas de ellas no las responda, intentaré que el máximo sea posible de saber.

Él se veía aún tranquilo como si nada, de esa forma realmente era muy apuesto y elegante con su traje de chaqueta. Poco a poco bajaba sus manos de mi cuello hasta mi cintura abrazándola sin apretar, haciendo que mi corazón fuera a mil en un segundo.

-¿Por qué...estás haciendo todo esto? -pregunté algo asustada por no poder imaginar nada, me recordaba a cuando empecé por mi forma miedosa de ser pareciendo por un momento una niña.

Secreto de... ShhhDonde viven las historias. Descúbrelo ahora