Orden 7

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Llegó la mañana siguiente asomando el sol por la ventana difuminando su luz por el visillo de las cortinas burdeos que colgaban desde el comienzo de esta. Notaba un poco de movimiento mientras dormía, él había despertado pero a mí siempre me costaba mucho y sin mi despertador pues no lo conseguí.

-Buenos días pequeña-dijo en mi oído susurrando casi encima de mí, pero ni siquiera me inmutaba-despierta ya es hora de desayunar y tengo hambre, no me hagas comer otra cosa.

-mm...-seguía adormilada tomando un poco más de conciencia empezando a despertar pero no abría los ojos.

-Tú lo has querido-llevó su mano hasta uno de mis senos masajeándolo y su boca hasta mi cuello dándole un mordisco con ansia, lo que hizo que los abriese de golpe.

-¿¡S-se puede saber qué haces!?-dije pegada a la pared después de haber pegado un brinco de la cama con el rostro rojo y el pulso aumentado tapando mi pecho con mis brazos muy nerviosa.

-No te despertabas y tenía hambre, así que decidí comerte-se incorporaba en la cama para luego levantarse despeinado con el rostro algo cansado y serio yendo a mi lado-vamos abajo, Sebas ya debe haber hecho el desayuno-dirigió su mano hasta la puerta para que fuese.

-¿Quién es Sebas? Y no vuelvas a hacer eso...-andaba para ir abajo recordando que estaba allí el comedor.

-Es mi mayordomo, debería de haberse notado por su nombre, y no digas eso porque sabes que haré cosas peores-dijo con un tono burlón dándome una nalgada mientras sonreía persuasivamente.

Al llegar abajo nos metimos en la sala para comer, nos sentamos uno enfrente del otro mientras que el mayordomo apartaba el desayuno delante nuestra en los platos. Estaba algo adormilada aun pero al ver que eran tortitas con aquel olor el apetito se me abrió y los ojos se me iluminaron comenzando a tomarlo como una glotona.

-Ya cálmate, parece que te encanta pero no hace falta que te pongas así, nadie te las va a quitar-sonreía tranquilo al verme de esa forma mientras mis mofletes se sonrosaban.

-S-si...es que...hacía mucho que no tomaba cosas tan deliciosas...solo...lo más barato sin nutrientes o algo de ello...sin ayuda...yo sola hasta ahora...-unas pequeñas lágrimas brotaban por mis ojos como cristales.

-No tienes por qué llorar-se levantó sacando una pañuelo de seda blanco acercándose a mí, me secó estas con cuidado y me dio un tierno beso corto-ahora estoy aquí para ayudarte y saciarte en lo que necesites, disfruta porque te daré lo mejor para que seas feliz.

Asentí con la cabeza dándome el corazón un vuelco de nuevo por sus palabras y su trato. Seguí comiendo hasta terminar más tranquila junto a él. Al acabar me llevó de vuelta a arriba yendo a su habitación

-Hoy tenemos algo de prisa, así que date una ducha tú sola, mientras voy a sacar tu ropa así que no tardes.

Él se metió en el vestidor y yo fui al baño desnudándome y metiéndome en la placa, puse el agua muy caliente tonificando mi cuerpo para después salir en albornoz al cuarto, al mirar al frente me puse enrojecida, pues él se estaba cambiando, por lo que me di media vuelta.

-¿D-donde está mi ropa?-pregunté algo cortada sin mirar.

-En la cama, no seas tonta y gírate, como si esta noche no fueras a ver nada o no hubieras visto un hombre desnudo en tu vida vamos-terminó de vestirse con un traje de chaqueta distinto al del día anterior.

-¡¿Esta noche?!-dije mirándolo a los ojos mientras cogía la ropa y me empezaba a cambiar, poniéndome la ropa interior sin quitarme el albornoz.

-Sí, eso mismo, no puedo esperar más para jugar contigo-dijo mordiendo su labio justo cuando terminé de ponerme un vestido de vuelo simple negro con escote de barco y mangas largas.

-¿¡Eeehhh!? Nonono ni hablar-dije muy nerviosa imaginando lo que podría pasar.

-Ya calla y vámonos que llegarás tarde-volvió a cogerme de la cintura hasta llegar al coche, como seguía protestando por el camino apretó uno de mis glúteos-si te sigues quejando pienso castigarte y me da igual hacer cosas que te duelan más antes de tu vuelta al trabajo, ¿entendido?-frunció el ceño algo molesto por mis negaciones.

-S-si amo...-me puse algo tensa hasta entrar en el coche por su comportamiento tan repentino.

-Ven aquí-ni siquiera me dejó sentarme en mi sitio y me puso en sus piernas, se abalanzó a mis labios y comenzó a darme un beso brusco francés.

Empezaba a quedarme sin respiración notándolo agresivo, sus manos subían hasta mi pecho comenzando a masajearlo igual que su beso. Me asustaba su actitud de aquella forma posando mis manos en sus hombros apretando por la pérdida de conciencia.

Al ver que ya no iba a aguantar más se separó de mí con un pequeño hilo de saliva unido por ambos y me apoyó con cuidado en su pecho recuperando el oxígeno perdido sin poder decir nada, pues había sido demasiado tiempo.

Secreto de... ShhhDonde viven las historias. Descúbrelo ahora