Orden 8

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Pasados los minutos llegamos a otro edificio enorme, donde nos esperaban las chicas del día anterior entusiasmadas por volver a trabajar conmigo, bueno, lo iban a hacer todas las veces por eso no las entendía tampoco.

Me llevó hasta dentro, todo estaba absolutamente preparado, aquel montaje que habían preparado era increíble, con un decorado de mezcla victoriano y moderno, además de muchos trabajadores ayudando en el resto y opinando para que todo estuviera perfecto.

-Te dejo en sus manos ahora te veo pequeña -. Me dejó ir y las demás me empujaban por la espalda hasta lo que era mi camerino.

Allí me empezaron a transformar en alguien realmente hermosa, ni siquiera yo me reconocía, un traje a juego con la decoración de tonos como rojo terciopelo y blanco haciendo una cola con volantes que sobresalían en capas, un escote corazón con la espalda al aire y agarrado al cuello por unas cadenas blancas al igual que otros adornos por el estilo como brazales, tobilleras, una pequeña corona del mismo color en la cabeza, unos tacones de aguja rojos, un recogido de tirabuzones cayendo por los lados y un maquillaje imponente y sensual a la vez.

Ni antes me hubiera imaginado verme así, no paraba de mirarme al espejo y preguntar que si esa era yo. Al salir todos se quedaron realmente sin aliento y paralizados por la figura que habían creado, incluso él.

-Tal y como pensé, estas realmente hermosa -se acercaba hasta mi oído-. Te daría ahora mismo de lo provocativa que estás, pero mejor lo dejamos para la noche-susurró con una sonrisa pícara para después alejarse de mí.

Cómo no, mis mejillas rápidamente se encendieron con sus palabras suaves. Parecían normales para él, pero en mi caso esos comentarios son los últimos que esperaría. Así pues, los fotógrafos me llamaron para comenzar con la sesión. En un instante nada más oír la necesidad de mi presencia acudí con unos pasos elegantes hasta el fondo preparado. Se trataba como un enorme palacio, y en el centro un asiento parecido al de una reina. Me mandaron a sentarme en este para que después las estilistas me ayudasen con los últimos retoques como amoldar mejor el pelo para los perfiles o las arrugas y dobleces del traje. Este a primera vista podía ser pesado pero resultaba muy ligero.

En el momento que me dijeron que empezase a poner poses y aquellas cosas no les hacía falta ni darme guías de lo que buscaban, pues lo ponía todo en el tablero de juego. Cualquier cosa mínima que pudiera realzar mi belleza era mi prioridad, por lo que me tomaba aquello como un juego de niños, ya que en el fondo me divertía hacerlo y a veces mostraba esa felicidad junto con otros contrastes que iba haciendo, desde la felicidad hasta la seriedad e imponencia.

No tardamos más de una hora, entre que cambiábamos de paisaje y demás tampoco nos costó mucho. Fue el trabajo más llevadero que podía haber tenido, podía ser yo misma sin ninguna indicación u orden. De vez en cuando miraba su rostro, en el fondo deseaba que personas como él en esas ocasiones me mirasen con deseo, pero no solo carnal, sino por el todo.

Cuando acabamos me dirigí a él esperando algún elogio o recompensa por el arduo trabajo que había realizado. No es que me hubiese costado pero sí que tuve que darlo todo. Él simplemente me sonrió para a continuación abrir sus labios.

-Enorgullécete, vas a conseguir lo que años atrás perdiste, y tú vales mucho más que otras, cualquiera que hubiese visto esta se daría cuenta –me enganchó de nuevo por la cintura dirigiéndose hacia la sala de mi camerino.

Recordando lo último que me dijo antes de aquello me puse algo nerviosa, aunque intentaba ocultarlo, además calmar mi pulso.

-Bueno, ya hemos hecho la sesión de fotos... No queda nada más que hacer, ¿no? ¿O sí? –algo confusa preguntaba mientras intentaba mirarlo a la cara.

-De momento te daré tu recompensa y después de que te cambies iremos a comprar algunas cosas que te hagan falta –me metió al final en mi camerino cerrando la puerta con pestillo.

Mi pulso volvía a ser más fuerte sin saber cómo pararlo, incluso puede que hasta él también lo oyese. En lo único que podía pensar era en su comentario sobre que sería suya esa noche.

-Ven –dijo sentándose en el sofá de la sala dando unas palmadas con su mano zurda en la misma pierna.

Secreto de... ShhhDonde viven las historias. Descúbrelo ahora