Capítulo 2

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Desperté. A duras penas me puse de pie para dirigirme al baño y abrir la regadera.

En cuestión de segundos el agua tomó la temperatura perfecta. Dejé caer mi ropa en el piso y entré para que juntos, el agua y el jabón se llevaran cualquier rastro de sudor.

Salí después de algunos minutos, y envolví mi cuerpo en una toalla blanca.

Me puse uno de mis caros vestidos y mis hermosos tacones... ustedes dirán '¿'tacones y vestido para ir a la escuela?'' ¡Sí! ¿Por qué? porque los amo y definitivamente vienen con mi estilo, y no querrán ver a la chica más popular del instituto con ropa de vagabundo ¿verdad?, definitivamente no.

Hoy, más que nunca, tenía que ir arreglada. Aaron y yo habíamos terminado, así que no podía haber rastro alguno de debilidad. Al contrario, debía demostrar que todo seguía siendo más que perfecto.

Dejé mi cabello suelto, permitiendo que ligeras curvas se formaran en él. Puse levemente maquillaje, delineé mis ojos con lápiz negro, máscara para pestañas y sólo un poco de brillo labial, sobre mis gruesos y bien definidos labios.

Tomé mi bolso, el cual traía algunos libros, ya que la mayoría estaban en mi casillero.

Bajé las escaleras. Mi madre estaba en la sala. La mesa de centro, como siempre, estaba llena de papeles, su laptop y sus tres teléfonos celulares. Sin duda alguna una mujer ocupada.

—Me voy…— le avisé antes de salir.

—Que te vaya bien—me contestó.

Hace dos meses que no conducía. Aaron siempre iba por mí y me llevaba a la escuela, saliendo nos regresábamos juntos y cualquier cosa que necesitaba lo hacía Aaron.

Llegué al campus y estacioné mi auto. Me gustaba llegar algo tarde y así lograr capturar la atención de todas y todos. Obviamente, no era algo difícil de lograr.

Bajé y todas las miradas se posaron en mí. Las de las mujeres eran despectivas, al contrario de las de los hombres que sólo indicaban deseo.

Sólo que esta vez todos murmuraban cosas entre ellos. Seguro era la ausencia de Aaron a mi lado, abrazándome por la cintura y cargando mi bolsa.

Lo ignoré y seguí caminando lentamente, agitando mis caderas suavemente en un ritmo único. - ¡Rayos!- pensé molesta – ¿¡Dónde demonios esta Christian!?- No lograba verlo. Y realmente lo necesitaba.

Llegué a mi casillero. Saqué mi celular y comencé a presionar botones, escribiendo un mensaje para Christian.

— ¿Por qué tan acelerada?— una voz burlona casi hace que el celular cayera de mis manos.

— ¿¡Donde estabas!?— le contesté alterada.

— ¿En mi casa?— contestó extrañado.

— No me dejes sola…— le dije seriamente.

— ¿Ves…? Tini,  necesitas unas amigas— se burló.

—Bien sabes que Tina y amigas… no van juntas en la misma oración, a menos que lleve un ‘no necesita’ en medio— comenzamos a caminar hacia el salón.

Las clases transcurrieron rápido, debido a mi ansiedad por que diera la hora del receso y hacer que Aaron se arrepintiera de haberme dejado.

Finalmente, el estruendoso timbre nos liberó del maestro de álgebra. Espeée a Christian.

Ya acompañada por este, caminamos hacia la cafetería. Acomodé mi cabello antes de entrar y escuché una carcajada de Christian.

— ¿Ves lo que te digo…? él tiene toda la razón, mujer— lo fulminé con la mirada y empujé las puertas de la cafetería para entrar.

—Adiós linda…

—Preciosa…

Halagos de ese tipo sumados a leves chiflidos y besos tronados se escuchaban al momento en que yo pasaba entre las mesas. Ya se habían enterado. Ya que estando con Aaron absolutamente nadie se atrevía a abrir la boca.

Como amaba esta atención. Todos, desde los deportistas hasta los ‘inadaptados’, volteaban a verme. A excepción de alguien…

— ¿Dónde demonios está Aaron?— pregunté en un susurro sólo audible para Christian y para mí.

—Disfrutando de su libertad.

— ¿Sabes? creí que eras mi amigo— le dije seriamente.

—Oh, vamos, sabes que es juego— contestó riendo.

Platicábamos de tonterías, como era común en nosotros, pero aun así no podía evitar pensar en dónde rayos estaba Aaron.

— ¡Hey!— se escucharon cuatro voces al unísono, los amigos de Christian.

—Nos abandonaste, Chris— le reclamó uno, mientras todos se sentaban en la mesa.

—Lo siento, mi amiga necesita apoyo— les contestó y lo fulminé con la mirada.

—Oye… es cierto— dijo un rubio —Terminaron Aaron y tú…— todos en la mesa me miraban atentos — ¿Qué te parece si tú y yo?

—Chad… Ni lo pienses si— lo interrumpió Christian y le agradecí con una sonrisa.

No me molestaba la presencia de todos en la mesa, de hecho, era divertido. Lo que me molestaba era la ausencia de mi ex novio.

Ya estábamos todos más que internados en la plática, cuando uno de los amigos de Christian emitió un ‘Oh no’ mientras miraba hacia la puerta de la cafetería.

Todos volteemos a verlo a él, para luego seguir la dirección de su mirada y encontrarnos con...

Me, Myself & I (Louis Tomlinson)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora