"Me gustaría saber ¿porqué el destino nos unió de esta manera?"
"Porque el destino es cruel, injusto, despiadado, extraño..."
"Pero el resultado puede traerte paz ¿no es así?"
"No, la paz es momentánea"
"¿Al igual que la felicidad?"
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Kayn "El segador sombrío"
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¿Porqué seguía conversando con ella?
Sabía que podría matarle fácilmente, liberarse de aquella molesta infante que le perseguía entre sueños extraños y durante las mismas misiones que su maestro le imponía.
Él estaba harto de temer a la mirada heterogénea que la muchacha disponía, de tener que mentirle a su maestro sobre a dónde iba o con quién se veía o sobre los reproches de Rhaast sobre la molesta y chillona voz que la niña poseía.
Se avergonzaba cada mañana por los sueños perversos en los cuales la chica terminaba debajo suyo, por las veces en que ella se acercaba demasiado, las veces en que la muchacha se mostraba desvergonzada y se daba duchas en aquella cascada sin ninguna prenda que cubriera su cuerpo.
Simplemente quería que la chica saliera de su vida en aquel instante, le odiaba, le odiaba tanto por hacerle sentir así, tan afligido, tan consternado, tan vulnerable, sentía que en cualquier momento que él podría terminar cediendo a sus instintos más primitivos para terminar devorándola en su totalidad.
¿Desde cuándo cada vez que le hablaba de aquel rubio descerebrado se irritaba más de lo usual?
Simplemente la obsesión de la niñata con el "pieza de museo" le hacía refunfuñar. Le hacía tener fantasías de como le cortaría la cabeza para dársela de comer a algún monstruo de vacío que pasara por ahí.
Pero cuando le veía desanimada por la cercanía de la demaciana con el piltoveano simplemente comenzaba a alegrarse, aún cuando no quería nada lo quería todo.
"Sí la demaciana se queda con él, podría yo estar con..."
No, no, al instante eliminaba aquellos innecesarios pensamientos de su mente para seguir observando a la pequeña mujer que se mecía febrilmente en aquel columpio mal hecho, en cualquier momento se cansaría de sostener aquel peso, ya fuera ella o el inestable pedazo de soga, alguno de los dos terminaría cediendo.
¿Quién se creía ella para atreverse a amenazarle?
"No se que le ves, vales más que eso"
Mal, la chica parecía enfadada.
Él no comprendía, solo decía la verdad.
Un niño de mamá y papá, con mucho dinero, sin verdaderas preocupaciones, con una pasión recta y nada que perder.
No se podría comparar al gran Kayn, el tenía un arma darkin, una molesta pero útil arma darkin, un hermoso, sedoso y largo cabello, una fuerza inhumana para destrozar a sus enemigos, un gran conocimiento sobre armas, un gran futuro como el nuevo líder de la orden de las sombras y claro, como no, una personalidad espectacular.
¿Por qué ella no podía verle de la misma manera que miraba a aquel rubio?
Simple, era un asesino, un monstruo que quitaba vidas para ningún bien real, alguien con las manos manchadas de sangre desde su nacimiento, un demonio vestido con ropajes humanos, una persona que solo se movía por el deseo y la venganza.
¿Cómo podría alguien amar a un ser tan marcado como él?
"Estúpido humano, el amor no es para seres como nosotros"
Rhaast tenía razón, el no podía amar, no debía, no quería, aún cuando fuera su deseo inconsciente, solo en sus sueños más placenteros podría darse la dicha de llegar hasta ella.
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"Pero si quieres con todas tus ganas, podrás tener lo que quieras"
"Pero si no lo buscas puedes perder lo todo"
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No debía quererle, pero no siempre se puede dejar de querer.
No siempre las cosas salen como se suponen.
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