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Rozando sus partes íntimas con sus dedos de terciopelo y haciendo de tripas corazón, comenzó a masturbarse frente al pingüino.
Era su primera vez haciendo cosas así.
¿Cómo había llegado a esto?...

Pinga se había despertado normal, como en un día normal, a las 7:30.
Era la “rubia de ojos azules pechugona perfecta” del instituto. Todos la deseaban, y tenía el novio más malote y guay de todo el centro.
Ella había repetido 3° de secundaria tres veces, y su novio, cuatro.
Ansiosa por ver a su novio una vez más, se puso el uniforme.
La falda, un poco más para arriba.
El cuello de la blusa, hacia un lado y con un botón suelto.

Caminó hacia la escuela. Vivía en el barrio más chungo de la ciudad, y todos los días pasaba por calles peligrosas para ir al instituto, pero aquel preciso día estaban haciendo obras y la simple idea de tener que hacer un rodeo hacía a Pinga querer dormir. Su novio le mandó un SMS diciendo que se hacía una piarda hoy, que dónde quedaban.
«Piarda» en el lenguaje chungo del Pinguian Junior High significaba saltarse las clases estando en el mismo centro, escondiéndote de los profes.
Pinga decidió hacer lo que él. Había hecho una piarda muy loca una vez y casi la pillaban, y desde entonces, dijo “no” a cualquiera que le sugería hacerse una piarda.

Pero ese día, se diría más tarde, la cagó. Decidió ser tonta, tomar el rodeo, y hacerse esa piarda.

🐧;; 50 sombras de Pingu Donde viven las historias. Descúbrelo ahora