TITRA : El Viajero Del Tiempo

Capitulo 1 : PILOTO

H-hola... Mi nombre... Mi nombre es Cannin, pero me decían Can. Tengo 13 años y esta es mi historia. Es algo extraño de decir, pero vengo del planeta Tierra. Digo esto porque, a pesar de que aún no lo asimilo, no estoy en mi planeta.

Lo último que tengo de memoria me alcanza para recordar un accidente, el cual tiene una historia:

Mis padres, quienes siempre estaban fuera de casa, decidieron que para alegrarme un poco, saldríamos a algún lugar fuera de la ciudad, como hacíamos antes. No importaba que lugar fuera, pero teníamos que estar desde temprano ahí, sin celulares o aparatos electrónicos que no nos permitieran comunicarnos, para irnos al caer el alba.

Mi padre había decidido ir a un campo, a las afueras de mi ciudad, que parecía que había sido antes de un granero. Tomamos nuestras cosas y salimos en el coche rumbo al lugar.

En el camino yo miraba por la ventana, ya que no tenía muchas ganas de ir, y más si era sin internet por tanto tiempo. Íbamos por la carretera cuando, de repente, sentí un fuerte choque, que nos dió por la parte frontal del coche. En ese mismo instante sentí un... Eh... ¿Frío? No lo sé.

Me empujaba la fricción hacia el asiento de el copiloto, dónde iba mi madre pero, sentía que el tiempo iba lento, como si fuera en slow-motion. Traté de abrir mis ojos y, por el rabillo del ojo, logré ver la causa del impacto: un "algo" plateado, expulsando una luz color verde esmeralda que me aturdía. De un momento a otro, el efecto slow-motion se detuvo y hasta ahí es donde recuerdo.

Ahora estoy en una camilla, con una cosa conectada a mi cabeza, mis tobillos y muñecas amarrados con una cinta (demasiado exagerado, a mi parecer), sin poder mover mucho más que la cabeza y el poder respirar. A mí sorpresa, pude hablar, pero por obvios motivos, no lo hice en ese momento, ya que aún no sabía en qué hospital estaba.

Me dolía un poco la cabeza y tenía hambre. Mucha hambre. Traté de llamar a algún enfermero o enfermera, ya que no veía ni escuchaba a nadie.

-¿Hola? –dije, en un tono alto– .

Cual no fue mi sorpresa (y espanto), al ver lo que llegó a la sala.

Dios. Un alienígena en bata.