Capítulo 6 : Esther

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Yo soy la Santa Madre, la que cuida de ellas y evita que las violen más veces. Yo soy la primera que sufrí los ataques de los hombres. Ellos usaron mi cuerpo para su placer, para poder soltar su semen sobre mi cuerpo mientras no paraba de llorar. Yo soy la que desea protegerlas para que nadie las toque, para colocarlas en el lugar que les corresponde.

Todas sabemos que el hombre es malo, no por naturaleza, si no por costumbrismo. Todos nacemos iguales ante la vida, pero hubo un error hace mucho tiempo, antes de que yo naciese, incluso antes de que mi abuela lo hiciera. Hubo un fallo en el sistema sociológico que nos colocó por debajo de los hombres. ¿Por qué?

Difícil respuesta cuando observo el cuerpo humano. Tal vez seamos diferentes en algunos aspectos. Ellos tienen pene, nosotras vagina. Ellos tienen más musculatura, nosotras tenemos la voz más aguda. Ellos tienen barba, nosotras tenemos glándulas mamarias. Cierto es que tenemos una función. Ellos nos fecundan a nosotras. Las mujeres guardan en su interior a un nuevo ser que verá la luz nueve meses después. Pero ya no hay nada más. Somos iguales, y ante el problema que se me presentó, sólo pude tomar una solución.

Como muy bien saben mis compañeras, nuestra función no es aniquilar a los violadores que fueron, son o serán. Tras mucho tiempo de estudio he llegado a aceptar la idea que hasta hace tiempo me parecía irreal. Nuestra mente se aloja en nuestro cuerpo del mismo modo que lo hace el agua de los ríos, que cuando pasa por un río vuelve al mar, y allí se transforma en nubes que volverán a llenar nuestros ríos. Esa es la realidad de la vida.

Es por eso por lo que decidí que, por amor a mis compañeras y al resto de seres humanos, la mejor opción era nutrir la mente de los hombres antes de su muerte. Hacerles entender que nosotras somos igual de valientes que ellos, que tenemos el mismo poder y la misma fortaleza mental que cualquier hombre. Nosotras somos capaces de dirigir grandes campañas, organizar batallones y llegar a conclusiones sorprendentes sobre la vida. Todo eso se lo hacemos saber con lo que ellos entienden como 'castigos'.

¿Cuánto tiempo pasarán así? Hasta que su cuerpo no aguante más. En un primer momento ellos pensarán que han muerto, que su corazón no podía soportar el dolor que les hacíamos soportar. Pero su alma sabia como la naturaleza comprende que todo esto es por su bien, y decidirá abandonar su cuerpo en el momento que tenga aprendida la lección. En ese momento volará por el cielo en busca de un nuevo cuerpo, que crecerá con valores mejor marcados que los que tiene ahora mismo.

Es complicado dirigir un batallón tras las puertas del templo, enclaustrada como una monja en medio de un pueblo. Pero no deseo que me vean así. Si no permito que vean mi rostro es para que comprendan que lo importante son ellas mismas, que tienen libertad de decisión y que las verdaderas protagonistas de su vida son ellas, no yo. Están de acuerdo con mis mandatos y creencias, que aceptan y llevan a la práctica con genialidad. A veces me piden consejo, otras veces me piden ayuda. Yo, como buena Santa Madre se la proporciono, pero ante todo les dejo libertad decisión.

Una vez di medicinas a una compañera que me habló de un hombre enfermo. Podría haberle dicho que permitiese que ese hombre sintiese la enfermedad en su cuerpo, lo cuál habría sido lo justo. Pero yo, como buena Santa Madre, di las medicinas a mi hermana para que ella tuviese la decisión en sus manos. ¿Curar o no curar al enfermo? La educación que yo les he dado es la mejor que se puede dar. Seguramente dejó que falleciera, arrepintiéndose él de todo el mal que había hecho o pensaba hacer a las mujeres.

En ciertas ocasiones me pregunto si los hombres son peligrosos para mis compañeras. Por cada dos mujeres hay diez hombres encerrados, Podrían rebelarse y matarnos a todas, pero lo arrepentirían, porque ellos actuarían desde el miedo y nosotras desde la sabiduría. Algunas de nosotras caerían en la batalla, pero la victoria sería nuestra.

¡Cómo me enorgullezco de ser mujer, de haber comprendido la verdad de la vida, de conseguir poco a poco la elevación de la raza humana a un lugar mejor! Sé que estoy haciendo el bien en el mundo. El cuerpo no importa. Sólo la mente.

El cuerpo se lo comerán los cuervos.

Nuestra mente viajará por el espacio.

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Un fuerte saludo, Igor

La Ciudad De Las Niñas VioladasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora