-No me dejas dormir-
Dos días exactamente, dos días en los cuales había reprimido sus emociones al máximo. Se encontraba aturdido ante la actitud del chico mas joven de la casa, se notaba de lejos que era un muchacho amable y muy tranquilo con la gente, es decir ¡Lo adoraban!, Siempre con un enorme sonrisa y un cálido saludo para quien se atravesará en su camino, claro, todos menos él.
-¡Oh!, Lo siento pero estoy trabajando en algo-
Juraría que en cualquier momento ese niño lo volvería loco.
-¿En qué?-
-Solo son unos cuantos ajustes de tecnología electrica para la plaza del Mariachi-
Aquella noche en especial era fría, y luminosa. Las pequeñas rendijas de la ventana de aquel cuarto permitían que los rayos de luz blanca se deslizaran por las esquinas combinándose con los colores de las pequeñas linternas de Hiro.
Miraba arriba suyo. Unos cabellos rebeldes caían hacía abajo como sombras y la mirada espectante del moreno lo congelaba aún más. Una litera era lo que compartían ahora, Hiro descansaba en la parte baja y Miguel arriba. Un largo rato se observaron, tal vez buscando las similitudes de sus rostros en la obscuridad.
-Se te irá la sangre a la cabeza si sigues así-
-No interesa-
Hiro río ante tal comentario desinteresado volviendo así después a su trabajo.
Miguel bajó al poco tiempo metiéndose entre las sábanas contrarias, revolviendo los papeles que ahí se encontraban provocando una ligera mueca de disgusto en el rostro del mayor.
-¿Te gusta la música?- soltó sin más.
Hiro se quedó estático, al parecer el chico quería mantener una conversación. Cerró su libreta y acomodó los papeles que ahí se encontraban regados metiéndolos después en un cajón. Dió la vuelta y cruzó las piernas.
-Claro, es decir ¿A quien no?-
-Eres raro sabes-
-Bueno, no me lo dicen a menudo-
Miguel cerró los ojos en un intento de descansar, se encontraba exausto. Eran aproximadamente las tres de la madrugada y en todo ese tiempo se había pasado escuchando al joven trabajar en la parte baja de la litera, era extraño para él pero resultaba interesante.
Hiro bajó de aquella cama sentándose en la orilla de la misma, necesitaba un baño.
Sin la más mínima prisa recorrió aquel cuarto mientras tarareaba, buscaba su maleta para ver si podía conseguir algo de ropa, y así fue, su último par de ropa asomaba por la maleta. La sacó con frustración, tendría que llamar nuevamente a él servicio del aeropuerto para que le devolvieran su maleta.
Miró por unos segundos las esquinas de la misma analizando el ligero color de esta.
Necesitaba activar a Beymax, por más flojera que le diera. Con cuidado de no provocar mucho ruido lo sacó de la maleta procurando activar su sistema de recarga para lograr que se moldeara de forma correcta.
Dió la vuelta y observó al chico moreno durmiendo. En cierta forma le recordaba a él en aquellos tiempos en los que Tadashi llevaba amigos a su casa, era una sensación de remplazo. Tal vez justo en esos días eso estaba sintiendo Miguel.
-Que el cielo no es azul ay mi amor ay mi amor- tarareó mientras tomaba una toalla y salía del cuarto.
Miguel casi muere infartado.
¿De donde demonios había escuchado eso?
Salió de aquellas cobijas deprisa, tropezando con la mochila del mayor.
-¡Ay hijo de su bolillo!-
Se levantó con dificultad pateando después aquella mochila, observó la puerta y subió nuevamente a su litera.
Hiro entró poco tiempo después observando la falta del moreno en sus sábanas, suspiró aliviado. Al menos no tendría que dormir en la parte de arriba, estaba seguro de que si así fuera se caería al poco tiempo. Y valla que dolería.
Se metió entre sus sábanas cubriéndose observando como Beymax comenzaba a tomar forma. Sonrió dando la vuelta cerrando los ojos.
- Buenas noches Beymax-
Y perdiéndose entre aquel silencioso soliloquio cerró los ojos con las mas grande intención de dormir.
-Yo no me llamo Beymax, y de cualquier forma buenas noches de igual forma-
Una leve risilla escapó de los labios del mayor tapando su rostro con la almohada.
-Te escuche-
-Ya duérmete Rivera-
-Duérmete tu chino-
-Obligame-
Una gruesa y pesada almohada aterrizó en su rostro, la tomó y escondió en sus sabanas.
-Devuélvemela- Susurró Miguel colgándose de la litera.
-No, ahora es mía, así que es mejor que te duermas-
Miguel formó un puchero y regresó a su cama.
Una ligera presión de alivio adorno el pecho del mayor. Era como si se estuviese liberando de algo, el Mexicano al pareces estaba intentando llevarse mejor con él, o al menos así parecía. Acomodó la almohada a un lado suyo y cerró los ojos nuevamente. Mañana sería un día más.
Y aunque parezca extraño, las noches siguientes Miguel se negaba a descansar si Hiro no se encontraba acostado y manteniendo la ultima platica del día así, con él.
¡Ah! y claro, la almohada cambio de dueño desde entonces.

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Sabes una cosa (Higuel)
FanfictionSabes, sabes una cosa, yo a ti te quiero que sin ti me muero si estás lejos.