De nuevo

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Empezemos con esto. Solo es una pequeña introducción a un pensamiento muy profundo.

Odiar sin odiar realmente, todo por estar harto de la misma descripción de siempre, sin mentir, el fastidio relucía en cualquier ángulo, pero aquel chico no tenía la más mínima culpa.

Y el remordimiento invadiendo su cabeza. Tendría que disculparse. Cuántas veces no deseó dejar a la vista aquellas inconscientes sonrisas que siempre brindaba, tragandoselas abrupta y dolorosamente incluso.

Y un lento y ronco suspiró haciendo eco en la habitación, culminando con aquel irritante pensamiento.

Algo duro y rasposo incomodaba su garganta. Donde había quedado el Miguel tan agradable a la vista de todos. Guardado en una estorbosa funda de guitarra, claro metafóricamente.
Aquellos pocos días en los que se propuso observar al joven Hiro desde el marco de su puerta se dio cuenta de algo extraño. Él era LI-N-DO.

Pero lo más molesto de la lindura que irradeaba eran sus molestos y correctos modales.

En toda la chingada extensión de la palabra. Era irritantemente lindo.

Oh, cuanto desearía verlo en un momento de clímax (en cuanto a carácter explosivo hablamos)

Tanto así que como toda buena familia Mexicana, estaba el tío comparador, la Mamá períca, el papá criticón, y las primas que se le arriman a todo. Y todo en esos momentos era Hiro.

Pero saliendo de aquello, ¿Cómo se disculpan los chinos?, ¿tirandose sal a si mismos?. Hiro era un chico agradable el cual para acabar de rasgar el ego de Miguel, siempre se comportó bien. Apesar de su muy obvio carácter explosivo.

Más de una vez lo escuchó maldiciendo duramente al aeropuerto por no regresarle su maleta.

Y sin embargo, a Miguel nunca le dijo algo ofensivo después de uno de sus acostumbrados berrinches matutinos.

Solo sonreía y se retiraba, sonreía y se retiraba. Todo en un mismo patrón.

Un impulso grande de confrontarlo llenaba al joven Mexicano. El cual deseaba que aquel chico al menos le volteara una cachetada algún día, con ello se sentiría menos horrible.

Extrañaba los pensamientos solitarios en su habitación, los cuales ahora se encontraban perturbados por aquel muchacho que se la pasaba moviendo cosas de un lado a otro bajo su litera.

A él solo le quedaba escuchar los pequeños chillidos que emitía como una forma de queja o desesperación. Y Miguel solo de tragaba las ganas de discupase una y mil veces. Pero no, solo le quedaba recargar su mejilla en el suave colchón y apretar las sábanas somnoliento.

Pero, de una cosa estábamos seguros, a Miguel solo le estaba pegando la pubertad (Como Mamá Elena solía decir) ese era su territorio y Hiro se estaba metiendo forzosamente en el. Solo se encontraba molesto con aquella idea estorbosa. "Según".

Giró los ojos, ¿Cómo se supone que actuaria de ahora en adelante con el chico?, ya lo había recibido de una forma, lo había recibido con un Miguel completamente diferente al original, y, al encontrarse encerrado en aquella falsa personalidad, no quedó de otra que comportarse así los días consiguientes.

Todos sabemos lo que es pasar un completo momento de incomodidad con un desconocido.

-Bien, Hola Miguel, Soy Hiro-

-Ta Bien ¿Te felicito?-

Si, que mamon de su parte comportarse así, pero vamos, lo tomó en un momento que simplemente nadie podía con su persona.

Sabes una cosa (Higuel)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora