Capítulo -2-

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Me tomé unos segundos para calmarme y ordenar mis ideas, pero al poco tiempo fui interrumpido por una llamada en mi celular, es mi papá, suena muy preocupado y confundido; bienvenido al club.

Parece que por su casa también hay un gran alboroto, no sabe exactamente qué sucede, pero escuchó algo sobre que hay muchas personas desaparecidas por toda la ciudad. También me cuenta que fue a casa de mi abuela y no encontró a nadie ahí. Una tía vive cerca del lugar, por lo que fue a ver si mi abuela estaba con ella, por desgracia no la encontró en casa de mi tía, tampoco a mi tía, ni a sus tres hijas, solo estaba Ariel, el menor de mis primos, con 13 años de edad.

Mi papá suena cada vez más preocupado, mientras trato de calmarlo me pregunta dónde estoy, le digo que en el trabajo, me pregunta por mi hermana y no sé cómo decirle que no tengo ni idea de donde está.
Pensándolo más a fondo ¿qué clase de hermano soy? ¿qué clase de hijo soy? ¿cómo no me preocupé más? debí llamar a mi papá en cuanto me di cuenta de que ellas no estaban en casa.

Aún estaba medio dormido, tal vez fue eso, tal vez fue la preocupación por llegar temprano al trabajo, para evitarme una milésima pelea con Génesis porque llegué tarde, ella nunca entiende que no es por mi culpa, no le interesa que mi mamá y mi hermana no se quieren levantar temprano, solo quiere que llegue a tiempo para que pueda irse a casa a dormir, y no es que pueda culparla por eso, es lo mismo que yo quiero cuando me toca trabajar de noche hasta el otro día.

Tal vez mi cabeza aún estaba muy revuelta por todo lo que hice con Bella en la madrugada ¿cómo pudimos hacer eso? Mientras más lo pienso, más real se hace esta verdad frente a mí, lo vea por donde lo vea eso que hicimos fue pecado.

Recupero un poco el orden de mis pensamientos y caigo en cuenta... Bella, debo llamarla, debo estar seguro de que está bien. Me despido de mi papá y le digo que lo llamaré más tarde, voy a la opción de llamadas, ella está primera en mi lista de contactos favoritos y a su lado está el número de mi auto. Estoy bastante angustiado, el teléfono suena al menos tres veces antes de que me ponga realmente intranquilo porque no me contesta, una lágrima comienza a rodar por mi mejilla hasta que escucho su voz.

—¿Aló? —Me dice entre bostezos.

—Bella, Bella soy yo, Geogeo.

—¿Qué pasó mi Geogito? ¿Por qué me llamas tan temprano? —Me dice entre bostezos.

—¿Estás bien? —Le pregunto mientras me seco las lágrimas y carraspeo tratando de aclarar un poco la garganta.

Me dice que está bien aunque con sueño, hablamos por un rato, hasta que ella se encuentra más lúcida, lo suficiente para que recuerde lo que pasó con nosotros hace solo unas horas.

Estaba a punto de contarle algo de lo que está pasando, pero ella me interrumpe.

—Geogeo, lo que hicimos no estuvo bien, no entiendo cómo pudimos llegar tan lejos, eso no puede volver a suceder ...y para que no suceda, debemos alejarnos.

Quisiera decirle que no, porque ya sé cómo sería mi vida sin ella, porque yo era una de las personas más tristes del mundo, y ni siquiera lo sabía, nunca nadie me había amado, ni amigos, ni alguna chica, ni siquiera mi propia familia, hasta el día que la conocí, entonces supe la diferencia, supe lo que se sentía que alguien me hiciera sentir que valgo algo, que no soy un romántico inútil, un pobretón que no tiene dónde caerse muerto, un feo más del montón, un monstruo que no merece ser tomado en serio, no había sido realmente felíz, no hasta que nuestras vidas se encontraron, hasta que la conocí y ella se dió la oportunidad de conocer mis pensamientos y mi corazón.

Pero la entiendo perfectamente, ahora sé que somos un peligro cuando estamos juntos, no logramos controlarnos la primera vez, y si bien es cierto que no tuvimos sexo en esta ocasión, bien podríamos hacerlo en la siguiente.

Cuando perdí a BellaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora