ATAQUE

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A la entrada de Kasumiku, nuestro viajero se paró a meditar sabiendo del comienzo de la inminente tormenta y de lo que eso suponía; ya llevaba más de una hora corriendo desde que abandonó su ciudad natal, y hacia más de quince minutos que había empezado a oler al sendhai, gracias al cambio en la dirección del viento. Era un olor nauseabundo, como el de un cadáver en descomposición al que se le hubiese aplicado un baño de sudor. Solo los Sendhais de caza olían así, era su método de alejar a los animales salvajes y rara vez los humanos lograban captarlo.

Mientras meditaba, aguzaba sus sentidos, su mente y pensaba en la acción que iba a suponer su inminente combate.

Entonces; atisbó una sombra entre la maleza, le cortaba el paso a Kasumiku. La sombra adquirió forma, primero su máscara que le cubría todo el rostro, y únicamente permitía ver sus ojos rojos, luego la armadura negra como el carbón llena de runas doradas de ataque y defensa.

El shendai  terminó de formarse por completo, una mole negra de ojos rojos armado con una catana y tres estrellas surikens, mientras que nuestro amigo solo llevaba su navaja.

El combate comenzó cuando el sendhai intentó un ataque de control. Agarrando del cuello a nuestro fugitivo, pero mientras, el forajido sacó su navaja y cuando el sendhai le agarro del cuello y lo levanto. Él le clavó la navaja en el cuello y cuando calló al suelo se la clavó en la pierna en lo que para un humano seria el muslo a la altura de la vena femoral; esto produjo la caída del sendhai. Entonces él, remato al sendhai con una estocada en el pecho a la altura del corazón.

Pero en realidad, el sendhai había logrado duplicarse antes de la estocada final, y pese a estar muy malherido, atacó desde las sombras disparando sus surikens, y su espada le hizo una herida profunda en el brazo y uno de los surikens se le clavó en el hombro derecho.

Nuestro protagonista se lanzó como un rayo y hundió ferozmente la navaja hasta el fondo en el cuello del sendhai.

Esto la mayoría de las veces habría provocado una risa estruendosa por parte del sendhai, pero este no era el caso. Porque ese golpe le estaba provocando la muerte más dura para el sendhai: la succión. Ya que lo que para nuestro protagonista era una navaja, para el sendhai era un succionador. El arma más odiada y mortífera para los sendhai, la cual, al mínimo toque o contacto con la piel de un sendhai le producía una muerte muy dolorosa de la que ningún ser vivo desearía ser víctima. El sendhai lo único que notaba al principio era el pinchazo de la hoja al clavárseles, posteriormente los órganos del sendhai se hinchaban hasta que se autodestruían dentro del mismo sendhai produciéndole la muerte instantánea más dolorosa de este mundo. Este proceso apenas duraba unos 10 segundos.

El sendhai tuvo suerte, hasta cierto punto, ya que su armadura de hierro mikong recibió la mayor parte del golpe, pero, la punta de la navaja encontró su objetivo y perforó la piel del sendhai. Su alma se escapaba lenta pero continua, por el sendero formado por la cuchillada. Pero nuestro héroe no sabía lo que le ocurría a su contrincante así que adoptó una posición defensiva, mientras el sendhai se retorcía de dolor. El sendhai, en su agonía, solo pudo decir:

-Tu padre era… era…  es…………

Al darse cuenta de que el sendhai había muerto, el fugitivo se acercó al cadáver del sendhai, y empezó a despojarle de armadura y surikens. La espada no, ya que solo pueden tener un amo que las controle y domine. Ah, por cierto, creo que aún no os he presentado a nuestro forajido, es el ex capitán: James Pearl.

Cazadores oscurosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora