MÁS FAMILIA DESCONOCIDA

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15 minutos antes de la entrada de los 3 últimos sendhais…

                En una habitación oscura por la que apenas entra luz, dos almas intranquilas practican el arte de la meditación, con las palmas de las manos apoyadas en las rodillas, canalizando la energía y en posición de flor de Loto.

Transcurrieron cinco minutos de meditación, cuando los dos personajes; como uno solo; se levantaron y empezaron a ejecutar los movimientos más complejos y difíciles de la lucha y el combate Hack a muerte, solo que cuando llegaban a la parte de eliminar al contrincante cesaban el combate y empezaban de nuevo. Hasta que ambos terminaron agotados por el sobre esfuerzo y decidieron volver por donde habían venido. Subieron las persianas del techo para que entrase la luz solar y les iluminase el camino a seguir, mientras recogían sus pertenencias entre las que se encontraban sus botas, máscaras de combate ( la cual tapaba la frente hasta la punta de la nariz dejando solo visibles los ojos), ambos poseían sendas armaduras y armas parejas por su condición de hermanos.

Justo cuando iban a salir por la puerta de la pared secreta, vieron el combate de un muchacho, que les resultaba vagamente familiar, contra tres sendhais. Ambos observaron con asombro e incredulidad, como ese muchacho que tendría más o menos su edad se deshacía de los sendhai como quien se deshace de una panda de moscas. Observaron la elegancia y exactitud de cada ataque, defensa y movimiento.

Entonces los hermanos se miraron y empezaron a ponerse las armaduras apropiadas para la batalla. Uno de ellos llevaba unos guanteletes con cuchillas retractiles en las muñecas y un fuerte arco al hombro. Mientras que el segundo de los dos, era mayor y mas alto que el primero portaba una sarta entera de dagas y cuchillos rúnicos, que en conjunto podían acometer con la fuerza del rayo, la potencia del trueno y la velocidad del relámpago. A su espalda llevaba su fiel sable, no una katana típica sino un sable de hoja curva capaz de romper las más débiles katanas y prácticamente indestructible, ese fue el regalo de su padre, junto con su arco ya transformado en ballesta, por los años y años de perfecciones y mejoras, estas armas las obtuvo por su duodécimo cumpleaños hacia ya cuatro años.

Cuando estuvieron preparados se dispusieron a salir, pero vieron con asombro que el muchacho ya había eliminado a los tres sendhais contra los que se enfrentaba, pese a la presencia de uno cerca de la puerta, todo estaba ya en orden. Pero entonces vieron los seis surikens antes que nadie gracias a su visión, superior incluso a la del mejor halcón atmosférico. Y vieron como su padre los destrozaba todos menos uno que se incrustó en el omóplato del chico en un golpe que a un hombre le habría derribado al suelo, a él solo le hizó tambalearse, nuestros dos hermanos ya se encontraban fuera de la sala secreta de entrenamiento, ocultos en las sombras observaron como ese muchacho alto y fuerte se arrancaba de cuajo el suriken del hombro como quien se quita una molesta espinilla de la piel. Pero justo en aquel momento entraron los tres sendhais y los hermanos vieron como el muchacho tiraba una especie de navaja al primero de los tres, derribándolo y mandándolo directo al suelo, pero también se percataron de los dos sendhais que se acercaban por ambos lados para acometer contra el chico

Cazadores oscurosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora