-¿Qué hacéis aquí?-Pregunta mirando a ambos lados lados de la calle como si temiera que alguien la viese hablando con nosotros.- Venga, pasad.
Nos abre la puerta y entramos por segunda vez en esa semana en aquella acogedora casa, me detengo a observar una foto apoyada en el hall.
-Venga, camina.- Me empuja Oliver suavemente hacia delante incitándome a que continuara andando.
Cuando llegamos al salón, ellos se sientan alrededor de la mesa situada en el centro de la majestuosa habitación, cojines de cachemir, el tapiz de las sillas suave como la seda, mantas de lana pura reposando en los brazos de los sillones, no pude menos que sentirme impresionada, así que, cuidadosa, me siento recta en uno de los bonitos sillones y coloco mis manos cuidadosamente en mi regazo, Ashton, por el contrario, se recuesta con comodidad solo le falta poner los pies en la mesa, no, espera, lo acaba de hacer, por el contrario, Oliver prefiere quedarse de pie, observando el lugar con desconfianza.
-Muchacho.-Llama la atención a Ashton.- Haz el favor de quitar tus sucios pies de mi mesa.
Sin mencionar una palabra, hace lo que le ordena la anciana.
-Hace buen tiempo ¿No?-Pregunta Anissa.
Como es obvio, yo no he venido aquí a charlar cosas triviales.
-Sí, mejorable.- Responde Oliver simpáticamente, dispuesto a mantener una animada charla sobre el tiempo con la mujer.
-Bueno, Anissa, ¿o le puedo llamar abuela?
Me golpeo mentalmente por estúpida, claro que Anissa me recuerda a alguien, me recuerda a mí, ¿No es ese el arco de mis cejas? ¿No es así como arrugo la nariz cuando me molesta algo?
Mis compañeros de habitación se quedan petrificados, no creían que sacara el tema tan rápido. Pero me siento cansada, lo único que pido es la verdad ¿Por qué no me la conceden de una vez por todas?
-Y ¿Bien?-Insisto.
-¿Cómo sabes eso?-Consigue articular después de unos segundos.
-Eso no es de su incumbencia.- Digo fríamente.- Usted me lleva escondiendo cosas que sí tienen que ver conmigo, así que, va buena si espera que revele… mis fuentes y la única baza que tengo.
-Es justo.
-Claro que lo es. Hable ahora.
De repente, unas lágrimas empiezan a aflorar de los ojos de Anissa.
-Te pareces tanto a ella… Era tan curiosa, era muy buena niña ¿sabes? Esos ojos son iguales que los suyos… Sabía que acabarías descubriendo todo…
-Se le ha ido la olla.- Me susurra Ashton mientras la buena señora sigue musitando cosas para sí misma.
-Anissa. ¿De quién habla? ¿A quién me parezco?
-A tu madre, naturalmente.
-Mi madre está viva, no hable de ella en pasado.
Me mira tiernamente para a continuación salir de la habitación y volver poco después con una bandeja con tazas repletas de Té, en seguida nos abalanzamos sobre ellas con ansiedad.
-Lena, verás- Se rasca pensativamente la frente.- Es cierto que yo soy tu abuela…
-Dígame algo nuevo.
-Tu madre y tu padre se casaron muy jóvenes…
-Eso no es cierto.- Interrumpo.- Mis padres se casaron muy tarde.
-Déjame terminar.- Ordena.- Tuvieron a tu hermana, y luego a ti. Pero a tu padre en seguida le metieron en un caso importante, era policía, algo turbio y lo destinaron a Afganistán, y os dieron en adopción a diferentes familias, a ti te dieron justo al salir del hospital- De ahí la foto que tengo con Anissa.- Os dieron a diferentes familias porque temían que tu hermana recordara algo de ellos, y no les convenía, ellos estaban en peligro y os podían involucrar a vosotras también, así que se fueron. De todas formas no creo que la pobre niña recordara algo. ¿Estás bien?
A estas alturas me costaba respirar y me empezaron a sudar las manos. Asentí.
-Sé que al cabo de un tiempo, tu hermana apareció en tu casa, y tu madre adoptiva no podía aceptarla, no podía estar contigo, al enterarme me comuniqué con ella y juntas nos inventamos una curiosa historia sobre infidelidades y cosas así, para alejarte de ella.
Trago duro y la animo a proseguir con su historia.
-De esta manera mantuvimos las distancias con ella.- Respira profundo y sé que se prepara para soltar la bomba.- Hace poco tu padre volvió.
-Y ¿Mi madre?
-No sé nada de ella, aún no hablé con tu padre.
-Tienes… Tienes, ¿Tienes alguna foto de él?
Oliver y Ashton están callados a mi lado, y tensos, como si tuviera dos escoltas personales, por un momento me hace sentir mejor, por un momento.
Anissa se levanta y comienza a rebuscar entre los desordenados cajones del viejo mueble situado al lado de una ventana que va del suelo al techo. En seguida vuelve moviendo sus pequeñas piernas hacia nosotros.
-Aquí tienes.
Creo que ahora sí que necesito aire.