FINAL. Aguacero de verano

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Dicen que los borrachos no mienten.

Pero, yo tuve que hacerlo, ¿verdad?

Sea como sea, quiero escapar de mis últimas palabras. Tenía la esperanza de que, al haber dejado la habitación del motel de Greenville hace tres horas, las palabras se quedarían ocultas entre aquellas cuatro paredes, pero me persiguen allá donde voy y, mi declaración de anoche, flota en el aire, aplastándome el pecho y cargando el ambiente en el interior del coche. Aun así, ninguno menciona nada y, a pesar de todo, a medida que nos vamos acercando a Atlanta, siento la presión de pronto tener que separarnos y me encuentro a mí misma buscando excusas para alargar el poco tiempo que nos queda juntos. Hadrien parece estar pensando lo mismo, porque enseguida propone nuestro último plan del verano.

—¿Te apetece un helado?

—La duda ofende.

La tensión parece aflojarse entre nosotros. Una pequeña sonrisa tironea de sus labios mientras nos dirigimos al centro de la ciudad, aparcando unos minutos más tarde cerca del Parque Olímpico del Centenario. Antes de adentrarnos en los senderos y las amplias zonas verdes que lo conforman, hacemos una parada en un bar especializado en batidos y ordenamos nuestros sabores de helado. Con ellos en la mano bajamos por Baker Street hasta la Fuente de los Anillos, donde nos sentamos en las escaleras que rodean las cinco fuentes circulares, entrelazadas unas con otras. A nuestro alrededor, parejas y familias disfrutan del verano corriendo, gritando y riendo.

—Deja de ponerme ojitos —dice Hadrien a mi lado cuando repara en que no le quito la vista de encima.

—¡No es a ti, creído! Es a tu helado.

—Pues deja a mi helado en paz.

Lo haría si pudiese, pero, aunque tengo entre mis manos mi helado favorito de vainilla con toppings de galleta y chocolate, no puedo evitar que la boca se me haga agua cada vez que veo su lengua limpiando los restos de helado de chocolate con nueces y malvaviscos de sus labios.

—¿Me dejas probarlo?

—¿Y qué recibo yo a cambio?

—¿Un gracias? —ofrezco enseñando los dientes.

Niega con la cabeza.

—Más suerte la próxima vez.

Estoy a punto de replicar cuando su dedo índice colisiona contra mis labios y me silencia. Su tacto es sorprendentemente suave y cálido y soy incapaz de moverme o decir nada cuando el pulgar recorre mi labio inferior en una lenta caricia, arrastrándolo con él y eliminando los restos de helado. En el momento que lo libera, sigo paralizada, observando con la respiración entrecortada y el corazón acelerado cómo se lleva el dedo a la boca para saborear la vainilla.

—Delicioso.

«Estúpido y sexy cabrón...».

Obligo a mi cuerpo a reaccionar y a calmar el pulso desenfrenado que late con fuerza en cada arteria, pero no tengo una mejor idea que simplemente llevar la cuchara a su helado y robarle un buen pedazo. Los dientes me protestan por el frío y el cerebro se me congela durante unos segundos, pero vale la pena. Hadrien me mira con los ojos abiertos de par en par, sorprendido aunque divertido, y yo le saco la lengua antes de relamerme los labios.

Stupid Summer (STUPID BOY 0.5) [ESPAÑOL]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora