Lección 1 - Selección

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Felicidades por adquirir el manual de cuidados y entrenamientos para perros. En este libro aprenderá lo necesario para tener una relación agradable con su nueva mascota. Cuando se trata de adoptar un perro, el primer paso a seguir es saber seleccionarlo. En el mundo existen distintas razas de perros, de diferentes tipos y tamaños. Antes de adoptar uno hay que tomar en cuenta las condiciones en las que vivirá y seleccionar uno que se sienta cómodo con el ambiente y logre acoplarse a su nuevo hogar

La vida, puede llegar a ser muy difícil, en especial cuando no se tiene un hogar como ese pobre chico de 20 años que trata de atajarse de la incesante lluvia. Un chico sin hogar que ha pasado su vida en las calles desde hace ya muchos años. La vida en la calle es una bastante complicada, muchos problemas acechan en todas direcciones, pero el más grande de esos problemas es el hambre

El chico aprendió a vivir en la calle, aprendió a soportar el frio, aprendió a defenderse, aprendió a sobrellevar la humillación. Pero lo que no aprendió, fue a soportar el hambre. La principal preocupación de ese chico al levantarse cada mañana era encontrar algo que llevarse a la boca para tranquilizar a su inquieto estomago que no dejaba de molestarlo. Conseguir comida era muy difícil. Lograba conseguir un poco gracias a las limosnas que la gente amable le daba, pero en algunos días no tenía tanta suerte y se veía obligado a buscar entre los botes de basura algo con que alimentarse

Pero los tiempos han cambiado, cada vez hay menos personas que se compadecían de él para darle una limosna. Después de todo, él ya era un adulto y tenía que aprender a valerse por sí mismo. Además de que el nuevo programa de limpieza de la ciudad hacia que el servicio de limpia recogiera la basura más seguido impidiéndole encontrar algo de alimento en la basura

Encontrar alimento se volvió una tarea muy difícil. A veces tenía que pelear contra los demás chicos callejeros que trataban de robarle la poca comida que conseguía y no siempre ganaba. En otras ocasiones su hambre era tan grande se resignaba a comer animales, como ratas o aves muertas que encontraba. Pero últimamente no ha tenido suerte

Llevaba toda la mañana tratando de encontrar algo. Ya llevaba tres días sin probar bocado alguno. Su estomago rujía y se retorcía exigiendo algo con que ser llenado pero no había nada que pudiera cumplir con eso. Siguió buscando desesperado tratando de encontrar algo con que alimentarse antes de que el hambre lo venza como había pasado con otros chicos. La suerte le sonrió cuando una abuela había salido de compras

Él andaba por ahí de casualidad cuando la cansada abuela salió del mini súper cargando las grandes bolsas de suministros que acababa de comprar. Las bolsas eran muy grandes y no la dejaban ver por donde caminaba provocando que la mujer tropezara con un desnivel del suelo haciéndola caer. El interior de las bolsas quedo regado por el suelo frente al chico hambriento quien quedo sorprendido al ver tanta cantidad y variedad de comida. Panes, carnes, embutidos y algo de fruta.

El estaba muy hambriento y había mucha comida frente a él, fácilmente podía tomarla e irse corriendo de ahí. Durante toda su vida había hecho cosas de las que no se enorgullecía, pero jamás había robado, y esta vez no sería la ocasión. Ayudo a la anciana a levantarse y recogió toda la comida del suelo volviéndola a meter en las bolsas. Amablemente acompaño a la abuela hasta su casa ayudándole a cargar su pesada carga. Una vez que llegaron a la casa la abuela le dijo que era un chico muy amable y le pregunto cómo podría ayudarle. El chico, sin decir nada, simplemente puso su mano sobre su estomago indicándole que tenía hambre y le extendió la mano en gesto de petición

La abuela no necesito palabras para entender lo que el chico quería. Tomo su monedero y empezó a buscar algo en él. Al ver eso el chico se entusiasmo pensando que le darían dinero para poder comprar algo de comer. La abuela saco lo que buscaba y lo deposito sobre la mano del chico. Él sonrió al ver su mano pero su sonrisa se desvaneció como el humo en el viento al ver que en su mano no había dinero, sino un pequeño dulce

El chico trato de decirle algo pero antes de que pudiera hacerlo la abuela entro a su casa y cerró la puerta. El chico no tuvo de otra más que conformarse con lo que había conseguido, desenvolvió el dulce y lo metió en su boca. El sabor era horrible. El dulce estaba viejo y rancio. No era algo agradable de comer y tampoco llenaba, ni un poco. Su estomago seguía rugiendo y retorciéndose provocándole un intenso dolor, amenazando con empezar a comerse a sí mismo si no recibía alimento pronto

Resignado, continuo buscando algo de comer, su acto amable no le había dado nada satisfactorio así que tendría que conseguir comida de otro modo. Un aroma delicioso y llamativo pasó frente a él acariciando su nariz llevándolo involuntariamente hasta el origen de este. Una parrillada. Una familia se encontraba en su jardín asando carnes, la madre y los niños jugaban mientras el padre asaba las deliciosas y jugosas carnes en la parrilla. El olfato del chico era muy agudo y fino desde que era un niño, casi comparable con el de un canino. Podía oler la comida a metros de ella y en ese momento, estando del otro lado de la calle escondido tras un poste, podía oler perfectamente el jugoso festín

Ver toda esa carne enloquecía al chico, su estomago exigía a gritos ser alimentado. Jamás en la vida había tenido que robar comida, pero estaba sumamente hambriento, y el hambre siega a las personas llevándolas a hacer actos desagradables. El cuanto el hombre que asaba la carne se distrajo, el chico corrió hacia la parrilla, tomo la carne que pudo y huyo corriendo. El hombre al ver eso empezó a perseguirlo pero lo dejo ir después de unas calles cuando se dio cuenta que no valía la pena hacerlo ya que el chico hambriento se había llevado muy poca carne de la que tenia

El chico seguía corriendo, miro hacia atrás para saber si aun lo perseguían y al ver que no era así sonrió aliviado, pues había conseguido algo que comer. Pero esta vez la suerte no le sonreiría. Se tropezó y cayó al suelo estampando su rostro contra el duro concreto haciéndole soltar la carne la cual cayó a unos pasos frente a él. Rápidamente intento tomarla pero antes de que pudiera hacerlo, un perro salió de la nada y se llevo la carne atrapándola entre sus babeantes fauces. El chico persiguió al perro el cual se metió a un patio baldío a través de un hueco en la pared por el cual el chico no cabía. Se había escapado llevándose el apetitoso botín con él

El hambriento chico se lleno de rabia por lo que había pasado. Golpeo el muro con todas sus fuerzas y se puso a gritar. Había perdido su comida y el dulce que había comido solo despertó más su hambre. No tuvo de otra más que tragarse su enojo y seguir su camino hasta que llego a un parque. Ya pasaban de las 3 de la tarde, no había comido nada y el hambre amenazaba con derribarlo en cualquier momento. No quiso seguir avanzando, se sentó junto a unos pequeños arbustos pensando en que posiblemente moriría de hambre esa misma noche. Apretó con fuerza su estomago tratando de soportar el dolor, no podía seguir caminando, estaba cansado, cerró los ojos y trato de dormir un poco. Dormir lo ayudaba a olvidar el hambre. Pero antes de que pudiera olvidarse del mundo y descansar, un aroma capto su atención

El niño pequeño y el perro hambrientoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora