El día de las tres puñaladas

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Una apuñalada, para desviár su golpe.

Una puñalada, para herír su hombro.

Y una puñalada, para terminar con su legado y helar su sangre.

Esas fueron las puñaladas que Bilbo bolsón le propinó al asqueroso orco que a poco estaba de decapitar al rey bajo la montaña, una tras otra, con la adrenalina a flor de piél. Cuando las águilas hicieron su deber de portarles a salvo, en aquél rocoso saliente con forma de lobo aullante. Bilbo, con los nervios tan altos como las cimas de Erebor, observaba cómo Gandalf intentaba reanimar a Thorin, con éxito por supuesto. Esperaba un "Gracias, no eres tan mierda como pensaba", en verdad nisiquiera esperaba, o mejor dicho deseaba aquello, no. Lo que Bilbo en verdad anhelaba, era su respeto, y si aquello no era posible, que almenos no le odiara, hay de Bilbo, en cuanto vió la manera en qué Thorin se dirigía de forma tan escuálida a él, perdió toda esperanza y algo en su pecho empezó a comprimirse.

-¿No te dije que no había lugar para tí aquí? ¿Que eras un estorbo?

Esas palabras, esas palabras y el echo de que Thorin se acercara más a el, sólo para herirle más, todo aquello hacía efecto a la perfección, pues Bilbo, siendo alguien que rara vez derramó una lágrima por algo o alguien, ahora estaba a un granito de arena de dejarlas libres, como los riachuelos de La Comarca.

Veía sus ojos enrojecerse y cristalizarse, como si un cristál se estuviera desintegrando, un hermoso mural de cristál, siendo destruido. No podía ver eso por más tiempo, no podía ni quería, por ello dijo las ansiadas palabras que guardaba en su corazón y le dió a su saqueador el anhelado abrazo, dando asi comienzo a una nueva amistad y el final de una tonta rivalidad entre Thorin y sí mismo, sintiendo como su saqueador relajaba sus tensas articulaciones y un gran alivio se apoderaba de su cuerpo. Ese día, ese era un gran día.

Tres puñaladas [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora