El pueblo

39 2 0
                                    

No pasaron más de dos minutos antes de que apareciera tras los frondosos árboles el lugar al cual nos dirigiamos, una casona antigua cuyas destartaladas tejas delataban lo antigua que era. El diseño me era extraño, no se parecía a las casas de madera que había visto en otros pueblos. Las puertas eran altas, las ventanas mínimas, y las paredes pesados muros que parecían hechos de piedra y concreto. A diferencia de los vestigios de casa que se encontraban a las afueras del pueblo está daba la sensación de que un monstruo podía vivir ahí.
- ¡Marshall! ¿Estas en tu casa? - grito el viejo, con una voz potente que dude que procediera de él.
- ¡no, estoy atrás!- se escuchó una voz grave en respuesta al grito del viejo.
- sigame- me dijo, y se dirigió a un sendero al costado de la casa.
Mientras más me acercaba a la casa más imponente me parecía, sin lugar a duda una persona normal no podría vivir aquí. La casa era demasiado alta, lo que creí que era una casa de dos plantas resultó ser de una sola, me recordó a aquellos cuentos que hablaban de fortalezas construidas por cíclopes.
Al llegar al patio trasero lo primero que vi fue un tractor, y lo segundo un gigante.
Un hombre rubio de un tamaño que fácilmente superaba los dos metros se acercaba a nosotros, la tierra se hundía bajo sus pies con cada paso que daba, tenía brazos y piernas del porte de troncos, un mentón pronunciado y cara no muy agraciada.
-¿Qué lo trae por acá jefe?- pregunto el gigante con una voz grave a modo de saludo- ¿Y con un forastero?
-buenas tardes Marshall, a este jovencito se le ha averiado su vehículo a las afueras de la ciudad y necesita de tu ayuda.
-buenas tardes- lo salude, tratando de no clavar mi mirada en las desproporcionadas facciones de su rostro- sería fantástico si pudiera ayudarme.
- es verdaderamente desafortunado que se haya averiado un día como hoy, veré que puedo hacer- respondió mientras me miraba con lástima - pero no te prometo nada.
-muchas gracias, mi automóvil está por aquí - dije mientras comenze a caminar.
- espera un poco- me detuvo Marshall- te ves pálido, porque no descansas un poco, el jefe y yo podemos ir a revisar tu vehículo mientras tanto.
- pero no saben donde está- le dije mientras miraba al viejo.
- ojojojo - rió el viejo- no te preocupes, sólo hay forma de entrar a este pueblo.
- si quieres puedes recorrer el pueblo después que descanses, le diré a mi hija que sea tu guía- sentenció Marshall.
Después de eso se pusieron en marcha, dejándome sólo frente a un tractor. Me senté en un banco que había cerca, saque mi teléfono celular del bolsillo y encendí la pantalla sólo para observar un icono parpadeante que decía sin servicio sobre la imagen de un pingüino emperador, vi la hora; 14:36. No sabía a que hora mi auto dejó de funcionar, pero sentía que el tiempo no transcurría, el cielo seguía igual de nublado, podía sentir el sonido del viento de vez en cuando y no se escuchaba el sonido de ningún animal. Un escalofrío recorrió mi espalda. Emocionado por la idea de que mi automóvil podía ser reparado me había olvidado completamente de la falta de animales, y ahora que estaba sólo pude notar algo que se me había pasado cuando estaba con el viejo. No hay ningún sonido de ningún animal, el viejo me dijo que los tenían en establos, pero tampoco podía oír el sonido de los pájaros y tampoco sentía el zumbido de los insectos, no era posible que no existiesen pájaros, había visto un par por el camino y varios en el pueblo anterior, y era ridículo pensar que tenían a todos los pájaros en jaulas y Corrales con el resto de los animales, y lo que era peor estábamos en un área boscosa un lugar ideal para los insectos, pero no me había topado con ninguno en todo el camino. Era demasiado extraño, quería huir mi cuerpo quería huir pero mi mente no encontraba razones suficientes para estas reacciones infundadas.
- disculpa quieres agua- me dijo una voz dulce- soy Sally mi padre me dijo que te guiará.
Sally, al igual que su padre, era poco agraciada, de facciones duras, asimétricas, desproporcionadas y deformes. no tenía un cuerpo regordete como su padre, más bien al contrario, tenía un cuerpo esquelético. Debido a esto me fue imposible determinar su edad pero intuía que debía ser un par de años menor que yo.
Acepte el vaso de agua que me ofrecía mientras sentía lástima por el poco amor que sentían los dioses de la belleza hacia a ella, tal vez no era sólo a ella sino a toda su familia.
Cuando tome el primer sorbo de agua, me sentí revitalizado de manera casi inmediata. Era dulce y suave, no era como el agua de la gran capital contaminada con quien sabe que químicos para hacerla apta para el consumo humano. Había escuchado que el agua en las zonas rurales cambiaba de sabor dependiendo del lugar, tenía que ver algo con los minerales que la componían y el subsuelo de donde era extraída.
Luego de beber el agua le devolví el vaso a Sally. Le pedí si me podía guiar por el pueblo, no podía caer presa del pánico debido a temores infundados, lo mejor era distraerme y despejar las dudas dando un paseo por el pueblo. Sally aceptó encantada y nos encaminamos al corazón del pueblo.
Para mi asombro, todas las casas que vi seguían extraños diseños, no eran tan grandes como la de Marshall pero si igual de extrañas. Al igual que las casas el centro del pueblo seguía un extraño patrón, tan difícil de discribir como el diseño de las casas. las calles eran de tierra y no había ningún vehículo.
Mi corazón dejó de latir cuando vi a los habitantes del pueblo, eran tan repugnantes que hacían que mi estómago gritara. Ojos caídos, dientes putrefactos, pieles pálidas, cabellos finos pero escasos, igual de pálidos que sus rostros, orejas puntiagudas y retorcidas, mentones prominentes y frentes anchas. Pero lo peor de todo era la forma de sus cabezas, eran gigantes y sin forma, achatadas, hundidas, algunos parecían gomas de mascar escupidas. No tengo palabras para describirlo, esto no era normal, vino a mi cabeza aquel pueblo de un país del Norte donde los reiterados cruces consanguíneos degeneraron a sus habitantes de tal manera que los convirtió en unos monstruos atrasados y supersticiosos, pero esto iba más allá. Parecían seres provenientes de una cadena evolutiva separada, no entiendo como tales seres se mantienen ocultos del mundo a plena luz del día.
Mire a Sally con horror en busca de alivio al ser la figura humana más cercana que tenía.
- ¿sucede algo?¿Estas cansado?- me dijo con una cara llena de curiosidad
- n..no, me preguntaba si tu padre ya regresó- dije evitando hablar de los habitantes, que por alguna razón me ignoraban.
-muy bien- me dijo.
Comenzamos a caminar de regresó a la casa de Marshall.
Mi cabeza dolía, no podía procesar todo lo que había visto, las extrañas criaturas, la falta de animales, las casas complejas, y el pueblo escondido.
No sabía si estas criaturas eran peligrosas o no, al parecer me ignoraban, ¿Eran humanos?, Sally parecía inmutable, ella también era desforme, tal vez era el resultado de cruces consanguineos, despues de todo no vi a más de 20 habitantes. Mientras pensaba en todo esto Sally se detuvo
- se me olvidaba- dijo - sin importar que, no te acerques al río.
Después de estas palabras siguió caminando como si nada hubiese pasado.
El río que menciono era posible escucharlo desde aquí, no debía estar demasiado lejos y lo más probable es que fuese necesario cruzar el pueblo para llegar a el, definitivamente no estaba en mis planes ir al río.

Al llegar a la casa de Marshall nos topamos al viejo y a Marshall empujando el automóvil dentro de un cobertizo.
- es peor de lo que pensé, pero no es tan grave- dijo Marshall- necesito mis herramientas, si comienzo a trabajar ahora puede que lo arregle para mañana en la mañana.
- muchas gracias - respondí con sentimientos contradictorios, estaba feliz de poder salir de este pueblo, pero no quería pasar la noche acá. - pero....
- no te preocupes puedes quedarte en aquí con mi familia, tenemos una habitación vacía que puedes usar- me interrumpió Marshall.
- bueno - dijo el viejo- creo que es momento de que me retiré ya se está haciendo tarde.
Después de esas palabras emprendió camino hacia el pueblo. El viejo tenía razón, estaba oscureciendo. Saque mi teléfono y revise la hora; 18:29. Es verdad en el sur oscurece antes.

Terror en Pueblo ViejoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora