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Logan Pov...

El viaje en taxi a la casa, mejor dicho mansión, de mi madre se había hecho largo, ninguno de los tres se había dihnado a hablar. Estábamos lo suficientemente cansados como para abrir la boca.

Sólo se escuchaba la voz del taxista hablando de lo bien que le salían los burritos.

Era agotador.

Cuadras más adelante el auto se detuvo.

No tuve que mirar por la ventana para saber que habíamos llegado a esa tonta mansión en la que pasaría los siguientes años de mi vida.

-Llegamos -exclamó Marissa sonriendo.

Sin contestar abrí la puerta del auto bruscamente y salí de él.

El conductor bajó del taxi para sacar las valijas del maletero mientras yo observaba impacientemente cada uno de sus movimientos.

Marissa y Kara bajaron del auto. La primera se acercó al taxista para ayudarlo con las valijas, y Kara se acercó a mí.

-Ey, tranquilo -pasó su brazo por mis hombros. -Esta va a ser nuestra vida ahora, acostúmbrate.

-No lo haré -dije apartándome. No estaba de humor.

Tomé mi maleta sin ganas y enfadado y me acerqué a la gran reja que rodeaba la mansión.

Marissa se me adelantó y pasó a través del portón con Kara detrás suyo.

Caminé arrastrando mis pies.

Crucé el jardín delantero hasta la puerta principal ya abierta.

Me quedé mirándola.

¿En serio?¿Esto era todo?¿No podía hacer nada más?¿Esta iba a ser mi vida a patir de ahora?

Nunca iba a lograr ser totalmente feliz aquí, no como con papá.

-Entremos malhumorado -se burló mi hermana y me empujó para que entrase.

Con mala cara, entré con Kara a la vez.

Al ver el interior de la casa nos quedamos quietos, congelados.

-Wow, es muy... -balbuceó Kara.

-...Grande -terminé.

Ni bien se entraba a la casa una gran alfombra color salmón se dividía en tres direcciones diferentes. Pasaba por dos largos pasillos, uno a la derecha y otro a la izquierda. En el lado de la derecha la alfombra terminaba en una puerta de madera con una pequeña ventana por la que se veía la cocina y el lado izquierdo de la alfombra llevaba a un gran salón. Probablemente sea el salón de visitas. Y la tercera dirección se dirigía adelante: la escalera. Esta era grande y era de mármol, y la alfombra cubría cada uno de los escalones.

La casa tenía solamente dos pisos, pero era lo bastante grande como para que diez personas vivieran aquí.

Mi hermana y yo seguíamos admirando la casa.

Siempre supe que Marissa ganaba bastante dinero, pero nunca creí que tanto.

Nosotros no éramos de esas familias adineradas forradas en plata, jamás creí que viviría en una mansión, y menos así de grande.

-Bienvenidas -dijo un hombre sacándonos del trance.

Vestía un traje negro y guantes blancos, al igual que el moño que llevaba en el cuello.

Supuse que era el mayordomo.

-¿Eh? Ah, gracias -respondió Kara con una sonrisa.

-Sí -dije volviendo a estar del mismo mal humor de antes.

Empecemos De Nuevo...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora