Cuando era niña, solo estábamos mamá, el abuelo y yo; no conocí a mi padre, no me hacía falta, ya que sentía que mi abuelo lo era. Él fue mi referente paterno, jamás necesité más.
Tuve una infancia feliz, ellos consiguieron que nunca echase en falta esa figura paterna que según todos era necesario en una familia. Pero a veces los niños pueden ser muy crueles y me echaban en cara que no tuviese un padre, como si fuera mi culpa “no tiene padre porque no la quiere por gorda” “seguro que se comió a su padre y por eso no tiene” “cuando vio a la foca que tendría por hija salió corriendo”.
Cuando tenía unos 5 años apareció en mi vida Alejandro, siempre lo esperaba con ansias porque siempre venía con algún regalo, era fácil ganarse a una niña cuando te traían los juguetes de moda o cualquier chuchería. En mis primeros años no puse en duda que fuese como un tío lejano, mama y abuelo no tenían motivos para engañarme con eso.
A los 13 años mama enfermó de cáncer, esa fue la situación más difícil que tuve que vivir hasta el momento, un par de años después desgraciadamente perdió la batalla y falleció. A raíz de eso Alejandro vino diciendo que era mi padre biológico, creyendo que ahora tenía que ejercer como lo que era, grité y lloré de impotencia, era absurdo creer que iba a aceptar que ese hombre al que había visto contadas veces en mi vida se fuese hacer cargo de mí. Le odié, sinceramente le odié, jamás me hizo falta en el pasado no iba a venir ahora que tampoco lo necesitaba. Pero tanto él como el abuelo decidieron que lo mejor era que me fuese a vivir con Alejandro, para crear un vínculo decían, tras la muerte de mama ese fue el día más trágico que tuve en mi corta vida, tendría que convivir con personas extrañas, conocer a un medio hermano que hasta ese momento me era desconocido que tenía, lidiar con una madrastra que llevaba una máscara de amabilidad que usaba con todo el mundo, tanto que parecía que en algún momento se quebraría y dejaría a la luz la verdadera persona que se escondía tras la careta.
Y allí estaba yo, solo una niña asustada que sentía que se adentraba en la boca del lobo, con un hermano dos años mayor que yo, tan guapo como hermético, pocas veces me dirigió la palabra en el primer mes que llevaba allí, cuando estaba en mi presencia cuchicheaba con su madre y ambos me miraban como a una vil cucaracha, cuando Alejandro estaba todo cambiaba radicalmente e intentaban aparentar amables hacia mi persona, me hicieron ver cómo de ruines puede llegar a ser las personas, hipocresía en su puro estado.
El acabose llegó un domingo cualquiera, una reunión presidida por Alejandro a la cual fueron ejecutivos de la empresa de él al igual que sus esposas e hijos, al principio me sentí fuera de sitio, pero por suerte había un grupo que me incluyó en sus charlas, por primera vez en mucho tiempo creí que podía encajar, sentí un efímero sentimiento de felicidad, tan corto como un suspiro, tan breve como un solo latido de un corazón.
A raíz de aquel episodio volví, con mi abuelo, religiosamente desde ese instante Alejandro pasaba mi manutención, una manera de limpiar su conciencia hacia conmigo, hoy en día en la misma cuenta sigue ingresando ese dinero.
Desde que me puse a trabajar no he tocado ni un céntimo de allí, lo dejé todo a cargo de mi abuelo por si algún día le hiciese falta.
Con lo poco que ganaba en los trabajillos que hacía me era imposible pagar unos estudios como era debido, mi abuelo me decía que tenía el dinero que Alejandro me pasaba, que no hacía falta que me deslomara, pero mi orgullo era y sigue siendo demasiado grande, así que me negaba. Hubiese sido más fácil el aceptarlo, pero me gusta complicarme la vida.
Años después tuve que dar mi brazo a torcer y empezar a trabajar en la empresa Duarte, que se dedican a la exportación e importación de productos farmacéuticos, la cual preside Alejandro, de secretaria del señor Ruiz, quise abandonar en un principio, pero al final decidí quedarme, necesitaba el dinero. No me ha ido mal, sigo en el mismo puesto que cuando entre y consigo evitar a ciertos personajes de mi vida que quiero lejos.
Hace ya algunos meses me apunté en un gimnasio, no para hacer ejercicio ¡No! eso se lo dejaba a Laura, mi mejor amiga, me canso solo de pensarlo, sino para poder recrearme la vista con los macizos que allí había, aquello parece el paraíso de la testosterona, tampoco era la única que iba a eso, éramos un buen grupo que lo hacíamos.
Hablábamos de la espalda de uno, de los brazos de otro, del culo de cualquiera, parecemos leonas esperando una buena presa para cazar y luego devorarla.
Y así pasan los días, las semanas, entre el trabajo, el gimnasio y un rato con las chicas.
Los estudios los he tenido que dejar un poco apartado, pero sueño con terminarlos y poder labrarme un futuro.
En mi vida no he encontrado a mi príncipe azul, todos al final del cuento se convierten en sapo. Siendo realista mis conquistas son pocas, se podrían contar con los dedos de mi mano. A mis 27 años tan solo se me han conocido dos novios, el primero a los 16, creí que era amor verdadero de esos que duran toda la vida y lo que me duró fueron 6 meses, luego Pedro, un borrón en mi vida el cual desearía eliminar, pero no pierdo la esperanza que algún día aparecerá el hombre que haga que mi corazón de un vuelco, que se enamore, que me enamore y que comeremos perdices. ¿Dije que me encantan los clichés?
Y así pasan los días para una simple y gordita secretaria como yo, Amaya García.
![](https://img.wattpad.com/cover/129739269-288-k747030.jpg)
ESTÁS LEYENDO
Tierra Trágame
RomanceMe encantan los clichés, tanto en las novelas como en las comedias románticas, ella guapísima con un cuerpazo de escándalo, tímida , virgen, él guapo a rabiar con más músculos que neuronas, chico malo, se ven se enamoran y viven felices para siempre...