-Un grano en el culo es lo que eres - le digo casi sin pensarlo.
Veo por el rabillo del ojo que una sonrisa se le dibuja en la cara y luego sus ojos se posan en mi escote lo que me hace sentir incómoda, él es el menos indicado para mirar esa zona, debería de poner un cartel que pusiese "No mires, si tú que no mires"
-Desde esta perspectiva se ven mejor que en la distancia - manifiesta sin retraerse.
-De verdad tío lo tuyo ya es de psiquiátrico - bramó con ira intentando lanzarle una mirada asesina, pero lo más seguro que pareceré una de borreguito.
-¿Desde cuándo me tuteas? - me pregunta con retintín y una sonrisa sornada.
-Desde el momento que me miras las tetas sin vergüenza ninguna - acto seguido levanto una mano y agarrándole la cara hago que la gire para que no me mire.
-Mira guapa yo mirare donde me venga en ganas, y estás - señala a mis pechos con un dedo - las tienes expuestas para eso ¿Me equivoco?
-Señor Duarte yo no le vuelvo a tutear y usted desaparece de mi vista que ya tengo demasiado con soportar que le tendré que ver a diario.
Vuelve a sonreír y no puedo apartar la vista de sus labios, me cuesta demasiado recordar quien es y él no me lo pone nada fácil, tenía que haberme negado con más ahínco y no tener que trabajar para él, la única manera que lo viese viable sería despidiéndome de la empresa, pero es algo que no puedo hacer ni pienso hacer.
-Imagino como habrás conseguido tu nueva jornada laboral y sabes en qué te convierte eso - niego con la cabeza y él lo único que hace es irse en dirección contraria de mí.
Voy detrás de él, pero la gente se interpone en mi camino y me está costando seguirle el paso, veo que va camino a los servicios e intento aligerar el paso y una vez que estoy más cerca de él le agarro del brazo con la intención de que me explique.
Se gira y me mira intimidante tenía tanto que preguntarle, qué reprocharle, pero se me ha olvidado todo lo que iba a decir, aún mi mano sigue en su brazo sé que debería de soltarlo y salir huyendo de aquí, cuando estoy dispuesta a hacerlo me agarra de la cintura y su boca se estrella sobre la mía, su beso dominante intenso que logra que me olvidé de todo y de todos, su lengua juega con la mía y sus manos me acercan más a su cuerpo, separa sus labios y me deja con ganas de más, pero empieza acariciarme el cuello con ellos hasta llegar a mi oído y me susurra.
-¿Él te besa así?
Siento que me acaban de echar una jarra de agua helada por encima que me ha devuelto a la realidad.
-¿Qué? - pregunto curiosa al no saber a quién se refiere.
Veo en su mirada algo difícil de descifrar, pero sobre todo estoy segura de que es asco, ese mismo que siento por mí misma al no saber contenerme cuando está este hombre enfrente mía, intento retroceder mis pasos, pero mis piernas no me responden y caigo de culo, hay en el suelo sin poder remediarlo me pongo a llorar.
Noto que se me acerca y se pone en cuclillas al lado mío y cuando e intenta ayudarme a levantarme.
-¡No me toques! - le grito - no se a que juegas conmigo - niego con la cabeza repetidamente - no deberías de haberme besado, yo yo no debería de habértelo consentido, estás enfermo, toda esta situación es enfermiza - siento que me falta el aire, necesito salir de aquí para conseguir respirar y como puedo lo hago y salgo de allí a base de tropezones.
Una vez afuera noto que alguien me sujeta, deseando que no sea Gael me giro y veo que es Roberto, me abalanzó a abrazarlo.
-Llévame a casa por favor - consigo decirle y él asiente.
Aún abrazados miro a la puerta del local y veo a Gael allí mirándonos con desprecio.
Una vez en el coche Roberto me percato que me mira de soslayo, pero no habla no pregunta que me ha pasado, lo cual me extraña porque es un hombre muy curioso.
-Vamos a ir a mi casa - comenta tras varios minutos en silencio - no vayas a negarte que en tu estado no pienso dejarte sola.
-Gracias - le contesto casi en un susurro.
Tengo la suerte de contar con él en mi círculo de amigos, siempre ha estado ahí de manera incondicional sin pedir nada a cambio, desde el minuto 0.
Una vez en su casa empiezo a rebuscar en mi bolso el móvil, ya que tengo que avisar a Laura de que me fui. Tengo tantos sentimientos encontrados, debo centrarme, despejar mi mente y pensar con la mente en frío, pero Gael me lo impide, se mete tan de lleno en mis pensamientos, no soy yo misma cuando lo tengo presente, me hace hacer cosas que están prohibidas que son repugnantes, si él fuese otra persona, si yo misma lo fuese.
-Tengo que irme a mi casa - agarró el bolso con dirección a la puerta, pero Roberto me detiene poniéndose delante de mí.
-¿Qué a pasado? ¿Por qué....?
-Nada - le digo mirando al suelo - no lo sé - le digo una verdad a medias, sé que no me ha creído, pero hace la vista gorda.
-Vamos a hacer una cosa - dice mientras me sujeta la cara con ambas manos - te preparo un té y cuando estés más tranquila yo mismo te llevo.
Le sonrío asintiendo en el preciso momento en la que él posa sus labios en los míos, solo un pequeño roce sin más, pero me sonrojo, no estoy acostumbrada a que un hombre tan guapo me bese y aún menos dos en una sola noche.
Cuando se va hacia la cocina veo que en el escritorio tiene varias fotos en una de ellas estamos nosotros dos en un día cualquiera, ni siquiera recuerdo cuando nos la hicieron, en otras fotos está con hombres o mujeres a los cuales la mayoría no conozco, pero una en general me llama la atención, en ella están Roberto con Gael y Alejandro, este último en medio de los otros dos sonriendo, por primera vez echo de menos no haber tenido un padre que sonriese en una foto conmigo.
-¿Te gusta la foto? - dice Roberto desde la puerta enseñándome una taza humeante.
-¿De cuándo es la foto? - le pregunto mientras la vuelvo a mirar.
-Hace ya unos años, Gael y yo nos conocemos desde que éramos unos críos.
Jamás los había visto a los dos juntos, ni podría haberme imaginado que se conocían, son tan dispares, pero luego recuerdo mi amistad con Laura y puedo entender que dos personas tan opuestas pueden llegar a ser amigos.
-¿Y esta foto de cuando es? - intento cambiar de tema y señaló una en la que estamos los dos juntos.
-¿De verdad no te acuerdas de ese día? - niego con la cabeza - ¡Imposible! El mejor día de mi vida y no te acuerdas - me siento culpable de no hacerlo, pero por mucho que lo intento no me es posible - yo tampoco - empieza a carcajear - la encontré en una caja con más fotos.
-Eres idiota - le pego un pequeño toque en el hombre - ¿Por qué la tienes aquí y no en esa caja?
-Preciosa eres mi mejor amiga, para ser sincero mi única amiga de tu género - me siento muy halagada por sus palabras - y si tú quisieras serías algo más.
-Cuando dejes de ir de conquistador y follador por la vida ya hablamos - ambos nos reímos - creo que debería de volver a mi casa es demasiado tarde.
-Sabes que podrías quedarte sin problema, pero sé que vas a decir que no, pero antes contéstame a una pregunta - parece que duda si hacérmela o no - ¿Dónde tenías guardadas a esas dos? Uff princesa levanta pasiones en el peor sentido de la palabra.
Este hombre es irremediable, me hace reír, pero a veces le falta filtro para lo que dice.
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Tierra Trágame
RomanceMe encantan los clichés, tanto en las novelas como en las comedias románticas, ella guapísima con un cuerpazo de escándalo, tímida , virgen, él guapo a rabiar con más músculos que neuronas, chico malo, se ven se enamoran y viven felices para siempre...