Choque De Reinos. (reylo AU) (pausada Por Motivos Personales)

Despertar.

Rey seguía adentrada en aquella sensación, sus ojos se mantenían cerrados y se encontraba sumisa en ese trance. La visión que acababa de contemplar, su antiguo compañero de juegos, había acabado de despertar el poder que siempre se encontró dormido en lo mas profundo de su ser. Comenzó a no sentir el colchón, una sensación de ligereza le recorría cada parte de su piel.

-... Rey, princesa Rey - Escucho una voz metálica que difícilmente podía diferenciar. Era notable que estaba despierta, pero esa sensación, esa ligereza, ese cosquilleo, todo aquello le impedía abrir los ojos.

-¡Princesa esta levitando!- La voz, ahora ya más familiar, gritó, haciendo que la joven abriera los ojos y con brusquedad tocará el colchón. Levantó la cabeza para ver al dueño de la voz metálica, encontrándose frente a frente con el títere de la general Leia. Una especie de maniquí de madera pintado de un color dorado brillante, demasiado para su gusto. Éste gracias a la magia podía comunicarse.

- c3po, me has asustado.- dijo mientras se incorporaba desprendiéndose de las sábanas.

- Princesa, usted es quien me ha asustado.- hizo un movimiento extraño con sus brazos -¿Cómo lo ha hecho?- preguntó

- ¿Hacer qué?- La cara de duda de la joven era un poema, desgraciadamente esta no pudo ser resuelta, puesto que un golpe en la puerta había roto aquella conversación.

Se escuchó un "se puede" grave, una voz varonil, que hizo a Rey saltar de la cama e ir directa a quien se encontraba en la puerta de madera.

- Maestro Skywalker.- la chica salto a sus brazos, hacía un año desde que no lo veía, en él siempre vio a un mentor, la enseño desde los 11 años a manejar la magia, todo lo que sabía, se lo debía.

-Rey. Si que has crecido.- sonrió y le acarició la cabeza. - Siento tanto que tengas que pasar por esto.- cambio su mirada, él también perdió a seres queridos desde joven. La chica sonrió sin ganas como respuesta, intentando que no se sintiera mal por ella.

-Maestro Luke- dijo el títere llamando su atención. -La he intentado llamar para avisar de su llegada, pero la encontré flotando.- volvió a hacer ese movimiento tan característico con sus brazos.

-Eso es interesante.- se froto su barba. -Rey esta decidido, vístete y ve al jardín principal, hoy antes del nombramiento de Leia como regente, quiero ver tus habilidades.

-Claro maestro.

Y sin mas, el hombre hizo una reverencia y cerró la puerta tras salir junto al títere. Rey por otro lado fue a asearse, tenía unas extrañas sensaciones dentro de ella. No podía dejar de recordar a sus padres, los extrañaba, le dolía que ya no le estuviesen. Una pequeña lágrima caía por su mejilla y recordó las palabras de Ben "siempre la chica que se esconde" se repetía. Al terminar de asearse salió decidida al jardín principal, ya no tendría miedo a la magia.

Tiempo más tarde, ya terminado aquel extraño entrenamiento, Rey se encontraba en el vestidor real rodeada de sirvientes que le ayudaran a vestirse. Había que prepararse para el nombramiento, ella seria quien le entregará el broche de regente, estaba nerviosa, nunca había vestido de esta manera tan elegante.

- ¡Princesa usted esta hermosa!- dijo una sirvienta situándola frente a un espejo.

Rey no podía creerse que ese reflejó fuese ella. Estaba vestida con un largó vestido blanco con algunos tonos en plata y azul claro, a medida que la tela bajaba, era más resplandeciente. Los brazos, por otra parte, consistían en unas blancas mangas largas semitransparentes. Su pelo, a su petición, prefería su característico peinado de tres moños, adornados con algunas trenzas a su alrededor, y su tiara de princesa.

Sin alguna duda estaba hermosa, pensó aquel chico vestido de su característica armadura negra, por alguna razón, la veía. La chica se giró para hablar con una sirvienta y este se asustó creyendo que se había dado cuenta, y la conexión se perdió. Kylo giró la cabeza, la cual gracias al casco, impedía que se le viera un pequeño sonrojo que sus mejillas tenían, miraba por la ventana del carruaje, deseando, quizas, llegar al palacio donde había sido destinado.