01 - Un mundo llamado Raitec

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"- Cuando uno pierde la esperanza pierde todo, es como si fueras arrojado en un infierno personal sin salida alguna. Así es como yo era entonces, un alma que vivía el mismo infierno una y otra vez." 

Los últimos instantes de una vida son lo que más se impregna en un alma, llevando con ella ese recuerdo

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Los últimos instantes de una vida son lo que más se impregna en un alma, llevando con ella ese recuerdo. Atrás la puesta del sol y la ciudad en llamas, el humo elevándose hasta los cielos. Los edificios orgullosos que estaban de pie hasta ahora sólo son escombros sobre la tierra, el dolor es insoportable. Un grito de desesperación se elevó hasta los cielos, el olor a carne quemada y humo llega hasta ella, herida, con la mano ensangrentada sobre su herida en el abdomen, entumecida aun por el golpe y la explosión, sus oídos pitaban. No sabía quién gritaba hasta darse cuenta que ella misma lo hacía ya no había nadie vivo a su alrededor. Se levanta tambaleándose, dejo atrás muchas dificultades y batallas, pero el camino apenas empezó y aun no quería rendirse en ese mundo, aun podía moverse y seguir de pie. El cielo se ha teñido de rojo bajo su mirada, siente como la sangre se desliza sobre su rostro, las llamas arrasan con todo por segundos. El final es el principio de la vida, pero aun así duele dejar atrás todo. La oscuridad envolvió el mundo solo las llamas se veían, un rugido se elevó debajo de sus pies y un silencio infinito la cubrió. Ya no hay más dolor ni pensamiento solo ese instante sin tiempo sin nada que lamentar... sin nada que desear. 

El principio

Al abrir los ojos se sentía como despertar de un profundo sueño. La oscuridad desaparece y poco a poco la luz toma formas, sentía su cuerpo pesado, desorientada, pero a la vez podía sentir que algo es diferente, miro y vio a cuatro personas como la miraban sorprendidos y como el temor crecía en sus rostros, la mujer cayo de rodillas con lágrimas en los ojos. El olor a carne quemada invadía sus pulmones. Al intentar hablar sol balbuceaba sin control, eso ya le era familiar así que ya lo sabía, volvió a renacer. Los dos individuos allí presentes empezaron hablando rápido entre ellos en una lengua desconocida. Pero podía leer el enfado en sus rostros, estaban discutiendo sobre algo. Estaban discutiendo sobre ella, lo sabía con solo mirarlos como le señalaban y gesticulaban con las manos. Pero sin poder comprender la agitación y la lengua que hablaban. Un hombre musculoso se acerca a ella y lo levanta en sus brazos con tanta facilidad como si fuera una muñeca pequeña, levanto la mano y vio un mano pequeño de bebe lleno de ceniza gris. Ya que podía mover las manos de esa manera y sostener su cabeza y moverla sabía que no era un recién nacido. Esa sensación ya tan conocida de ser pequeña e indefensa que tanto odiaba. Podía sentir que aquel hombre la protegía y lo miro con interés, un hombre musculoso con pelo castaño que olía a pan.

Murió de nuevo junto a su amado mundo, mientras recordaba las escenas de terror y el final de los tiempos de la tierra, las lágrimas empezaron a caer sin poder detenerlo y su vos de bebe se escuchaba por todo el lugar rompiendo ese silencio incomodo de los adultos. Una vez más debe dejar todo atrás y nunca podría regresar a ello, todo lo que sabía y conocía quedara solo un recuerdo como si fuera un sueño, el pecho se le rompía de dolor y sufrimiento recordando el rostro de sus seres queridos. Su nombre era Esmeralda su madre le puso aquel nombre por el color de ojos que tuvo cual heredó de su abuela, cuyo nombre ni rostro podía recordar. Su padre un buen hombre Andrés lo crio solo después que su madre murió cuando ella tenía 12 años trabajaba como juez en Paris y pertenecía a un orden secreto. Su madre trabajaba como modelo de pasarela antes de casarse con su padre, ella proveía de España con padres madrileños y se llamaba Eusebia aun que ya no recordaba bien su rostro. Recordaba los puntos principales de su vida pasada algún cumpleaños, el primer día de colegio, su primer coche al cumplir los 18 un Audi A4 de color rojo, con las sillas de piel de color crema. De repente recordó el olor de café junto a un rico croissant de las mañanas antes de salir al trabajo. Trabajaba como secretaria en un bufet de abocados allí conoció a su novio un policía llamado Alexis que tenía unos ojos azules increíbles, su rostro ya era borroso. En sus últimos momentos junto con su familia su tía Clara y su padre intentaban sobrevivir, en un mundo lleno de dolor, destrucción y miedo. El cielo se oscureció y no volvió la luz del sol, el aire estaba sofocante caliente y dolía al respirar, una oscuridad densa como nunca antes vista cubrió el hermoso cielo azul. Mientras la tierra se rompía y el fuego subía quemando todo a su paso, los últimos instantes de verlos morir a todos aquellos que amaba lo hacía llora desconsoladamente. Todo paso tan rápido que no pudo decirles ni lo mucho que los amaba...ni si quiera un adiós.

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