Búsqueda

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5. Búsqueda.

Una vez Marco estuvo lo suficientemente convencido de la magnitud del problema, las búsquedas en la biblioteca de Mewni empezaron a darse entre los tres, empezaban en la mañana y paraban durante el almuerzo para reanudar en la tarde y, como cada día, terminar resignados en la noche, listos para irse a dormir.

Día tras día fueron agotando cada estantería de la biblioteca real hasta sólo dejar un libro que, con pocas esperanzas, leyeron juntos una noche fría de nieve.

Nada, absolutamente nada.

Era el resumen de lo que había encontrado sobre la Luna Roja.

Ya sin muchas esperanzas decidieron que ayudarían a Tom a buscar de nuevo en su biblioteca, re-ojearon el libro que inicialmente había consultado y tal como en Mewni, revisaron cada estantería.

—Sabes,—Marco estaba sumergido entre un mar de libros intentando descifrar las runas intrincadas que adornaban los libros viejos del inframundo.—, pensé que el infierno sería, no lo sé. Un poco más aterrador.

El lugar era extrañamente acogedor, quitando los ríos de lava, por supuesto.

—Este no es el infierno, es el inframundo.—Tom gruñó, a pesar de ello no pudo enojarse con Marco en su plenitud, era uno de los últimos síntomas que empezaba a manifestarse tanto en él como en Star. Se encontraban muchas veces distraídos en las pequeñeces de Marco, adorando cada detalle de su peculiar personalidad. Fue incómodo encontrarse peleando por la atención de Marco mientras aún estaban conscientes de que eran novios.

—¿No es lo mismo?—El humano tiró un libro de recetas de cocina bufando, el ruido sacó a Tom de sus divagaciones, y por los ojos aturdidos de Star, también a ella le había hecho el favor de devolverla al mundo de los cuerdos.

Esa estúpida Luna Roja lo iba a volver loco.

—Y tu padre, —Siguió Díaz, hurgando dentro de una estantería— ¿Un humano? Wow, ¿acaso aquí no odian a los humanos o algo así?

—Es un demonio de Lilith, sólo parece humano, y no, no los odiamos... sólo son ligeramente despreciados. —Tom bufó, tomando el último libro en pie de toda la biblioteca. Habían revisado cada estantería, lanzando hechizos de lectura rápida y filtración de archivos, pero nada habían encontrado. —Es otro libro de cocina y oficialmente el último.

Star chilló, demostrando su frustración al estampar su cara contra la mesa en la que habían revisado cada libro que se acercara en lo mínimo a rituales antiguos.

—¿Y estos son todos los libros que hay en el castillo?

Tom dudó.

—No.

—Entonces, ¿qué hacemos aquí?—Marco resolvió con sonrisa resuelta. —¿Dónde queda?

Oh, el problema no era dónde estaba si no quién podía entrar.

—Es el Archivo Real de Hechizos Prohibidos, el único que tiene las llaves de ese lugar es el Supremo Guardián Real.

—¿Y ese eeees?

Los dos preguntaron al mismo tiempo, curiosos de la expresión compungida de Tom.

Maldita fuese su existencia, pensó el demonio.

—Mi hermana.

Rosas en llamasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora