No puede ser tan malo como parece

10.2K 1.3K 151
                                    

3. No puede ser tan malo como parece.

—Vamos, creo que están exagerando. —Marco bufó, apoyado en la cama, viendo como Tom caminaba de un lado a otro, calcinando el tapete preferido de Star con sus pies hirvientes a causa de su frustración. Star no parecía importarle en lo más mínimo, estaba más entretenida en morder su varita mientras deseaba no haber nacido.

Después de la conmoción inicial, Marco pudo entender finalmente lo que Tom quiso darle a entender a los gritos y lo que Star no podía explicar al tartamudear.

—Recapitulemos, se supone que la Luna Roja es un ritual ancestral que une las almas de dos amantes por el resto de la eternidad, ¿bien?

—Sí.—Gruñó Tom, Star estaba aún muy ocupada mordisqueando su varita.

—Okeeey, entonces, tú ibas a bailar con Star justo en el momento en que la luna iluminara la pista de baile. Pero en vez de eso, yo baile con ella, y en el momento en que me tomaste del brazo, la luz nos apuntó. Así que técnicamente los tres fuimos elegidos por la Luna Roja.

Al parecer, ya lo tenía.

—Ese es el problema, la Luna Roja no puede escoger a tres personas, ¡sólo a dos!—Tom parecía a punto de volver a prenderse en llamas.—Escogió a dos de nosotros, uno estaba sobrando. ¡Alguien interfirió!

—¿Y eso es malo porque...?—Marco tanteó.

—Es malo porque según la leyenda, nuestras almas se quebraran hasta finalmente consumirse si el conductor no elige a uno de los receptores.

Al parecer, ese tipo de rituales siempre tenían a un conductor, un participante a través del cual se trasmitiera la magia antigua para ser distribuida a su contraparte. Marco recordaba muy bien la noche del baile, cuando el brillo de la luna había caído sobre él justo en el momento en el que Tom lo tomaba del brazo, mientras él sujetaba la mano de Star. Él era el conductor, y Star y Tom, los receptores.

Lo malo de la teoría es que se suponía que no existía un segundo receptor.

—Pensamos que tal vez no estuviste el suficiente tiempo bajo la luna, o que al ser un humano no había suficiente magia en ti para poder actuar de conductor. ¡Pero ya estás soñando con la luna!

Tom había estado enterado de la posibilidad de un enlace triple, lo confesó al estar más calmado. Consultó toda la literatura disponible que había para que el evento pudiera salir a la perfección y su plan con Star se diera. Fue allí, en un libro sobre Rituales Antiguos del Inframundo, que descubrió sobre las consecuencias de un enlace triple. Cuando Marco sugirió que tal vez la solución estuviese en el mismo libro, Tom negó. La había buscado por todas partes una vez el temido enlace triple se diera.

—Mis únicas esperanzas eran que el ritual no funcionara en humanos, —el príncipe demonio se sentó junto a Marco, abatido. —Pero el primer síntoma de quiebre por parte del conductor, son los sueños.

—Y las marcas. —Star terminó finalmente de hundirse en su ansiedad para hablar. —Marco tiene marcas en los antebrazos.

Tom bufó.

—Y ya tienes marcas. Genial. —El demonio se alborotó el cabello salmón en señal de frustración. —Lo siguiente serán las visiones.

—¿Y cómo sabes tú de los síntomas?—Marco le inquirió a Star.

—Tom me dijo.

—Pensé que estaban peleados esa vez, ¿no lo dejaste en un cubo de hielo? —Y vaya que había sido un gran cubo de hielo.

—Cartas. —Tom barbulló, tirado sobre la cama como un pobre diablo cuya vida no valiera mucho, era gracioso porque aún llevaba el pijama de conejito.

—Debí sospecharlo. —Se auto-reclamó la Butterfly.—Se supone que los humanos no pueden usar magia, ¡y tomaste mi varita! ¿Cómo pude ser tan ciega? Además de las marcas de media luna en las mejillas, ¡es obviamente un efecto colateral! ¡Oww!

De nuevo estaba mordisqueando la varita.

—Oh vamos, no creo que sea tan malo. ¿No lo estarán exagerando un poco? Todo eso de las almas descuartizándose y las marcas...¡Nos han pasado cosas más extrañas!—Marco decidió que era suficiente autocompasión por un día. Se reincorporó de la cama luciendo lo más relajado que pudo, algo le había enseñado su aventura con Hekapoo y era que lo que no te mataba, sólo dejaba otra cicatriz.

Ninguno de los príncipes respondió.

—¿Saben qué? Olvídenlo. —Zanjó, cansado de ver las expresiones apesadumbradas de ambos por esa mañana.

—Pero-

—Olvídenlo, sólo fue un sueño, nada más. Estoy seguro que en una semana estaremos riéndonos de esto. Me voy.

—No nos cree.—Tom masculló, viendo como Marco se iba de la habitación.

—No.—Negó Star. Sus ojos preocupados observaron el camino por el que su mejor amigo se marchara.

Ambos se miraron con ojos preocupados. Desde ese día, empezaron a buscar alguna solución en sus respectivas bibliotecas, olvidado había quedado el baile de El Lago Creciente en WaterFolk.

Rosas en llamasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora