Capítulo 1.

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A Agoney le hubiera encantado decir que aquel beso en la mejilla lo sintió como un afecto cariñoso de amigos, de hermanos, de compañeros de academia. Para su mala suerte, no fue así.

Por muy poco romántico que hubiera parecido, aquel tonto e insignificante beso en el lado derecho de la mejilla dejó a los dos chicos atontados y ausentes durante el resto del día. Se comportaron como niños pequeños, sí, porque ninguno fue capaz de ir a hablar con el otro a solas. Pero en la academia vivían varias personas y estaban rodeados de cámaras, así que no tenían ninguna intimidad, y en ese momento, lo agradecían. No sabrían qué habrían hecho si hubieran estado solo ellos.

A medida que pasaba el día, Agoney se cansaba cada vez más de la situación. Por la tarde, cuando fueron al plató a ensayar para la gala, aprovechó para hablar con Raoul. No aguantaba más, y por mucho corte que le diera, tenía que aclarar las cosas. Al fin y al cabo, solo había sido un beso en la mejilla, nada más. Aunque hubiera significado muchísimo para él, nada más había ocurrido. Y no por eso permitiría volver a distanciarse del rubio.

- Raoul, ¿podemos hablar?

- ¿De qué quieres hablar? - Contestó él, un poco borde y seco.

- Pues no sé, por ejemplo de por qué te comportas así. Que no me has dicho nada en todo el día.

- Qué exagerado niño, sí que he hablado contigo.

- ¿Me estás diciendo en serio que te vas a poner así?

- ¿Así cómo? - Preguntó Raoul. No estaba haciendo nada, solo le estaba intentando evitar el tema y hacer todo lo posible para que Agoney ya no quisiera hablar con él nunca más porque se moría de vergüenza, nada más, solo eso simplemente. Nunca debería haber hecho lo que hizo esa misma mañana, pero se sentía tan culpable de no haberle apoyado ni escuchado con su problema la noche anterior, que no se le ocurrió otra cosa que hacer lo que Agoney le había pedido para intentar así disculparse.

- Te estás poniendo a la defensiva y no sé por qué. No te comportes como un niñato.

- ¿Me vas a venir tú a darme lecciones sobre cómo tengo que comportarme? ¿En serio?

Agoney suspiró. No pudo más. Estaba muy enfadado, y claro que se defendería, aunque realmente no sintiera lo que diría, aunque lo escupiera en caliente, lo escupiría de todas formas. Allá iba. A soltar algo que seguramente se arrepentiría nada más decirlo, pero no podía controlar a su lengua ya. Era demasiado tarde. Ya había abierto la boca y cogido aire para comenzar.

- Creía que no, que no era verdad, pero me estoy dando cuenta que la gente tenía razón en lo que me dijeron sobre ti. Y me hubiera gustado que estuvieran equivocados y es una pena, porque por un momento pensé que eras diferente. Que lo decían por envidia, pero no, es totalmente cierto.

- ¿Qué te dijeron sobre mí? - Raoul alzó la voz y frunció el ceño, agresivo. Ya sabía que había recibido críticas a las espaldas incluso antes de la gala de los finalistas, pero pensó que aquello ya era pasado y que él había demostrado no ser así.

- Muchas cosas, pero sobre todo acertaron con que eres un prepotente. Y además - dijo soltando una carcajada irónico - tienes dinero, tu hermano es futbolista, eres guapo. Todo eso siempre te ha ayudado para conseguir lo que quisieras.

Aquello Raoul lo sintió como un balde de agua fría. Si se lo hubiera dicho cualquier otra persona, le habría dado igual, habría hecho oídos sordos y habría seguido con su vida tan tranquilo como hacía siempre, porque ya estaba acostumbrado a ese tipo de comentarios y ya no le afectaban más. Pero viniendo de una persona a la que él apreciaba, quería y admiraba, viniendo de Agoney, del que no había podido dejar de pensar desde que le vio por primera vez, tanto para bien como para mal, le dolió muchísimo más. Y más le dolía aún cuando solo unos días antes había hablado con sus compañeros del tema, se había abierto con ellos y había contado que él siempre había sido la sombra de su hermano, Álvaro. Raoul no contestó, le dedicó una mirada de enojo, tristeza y decepción, cerró la boca y se fue. Estaba siendo un completo cobarde, sí, pero, ¿qué más podía hacer? Nunca antes le había pasado algo así, nunca había sentido la sensación de que alguien jugara con su corazón, que primero lo acariciara, lo hiciera sentir pleno, y que luego lo estrujara hasta que no parara de sangrar. Y menos aún un chico.

Le vi sonreír | RagoneyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora