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Elina no llegó muy lejos. El veneno la comenzó a paralizar y sus movimientos se volvieron cada vez más lentos y pesados. No podía rendirse, no ahora que estaba tan cerca. Los datos que tenía, lo que había encontrado era fundamental para la guerra que se avecinaba y al mismo tiempo era aterrador, demasiado. Había sacrificado demasiado para obtenerlos. Camino un buen trecho, tropezándose con las personas, buscando la entrada al palacio. Dio un paso adelante, la herida atacó punzante y le quitó la respiración, cayó de rodillas. A lo lejos creyó oír que la llamaban, lentamente movió la cabeza hacia la dirección del sonido y vio a alguien que salía de la multitud y se acercaba a ella corriendo, después todo se volvió nubloso y se desmayó.

Despertó en su cama, lentamente se incorporó, su herida le punzó levemente, hizo una mueca, bajó la cabeza y vio que esta había sido vendada y tratada. Gracias a los dioses. Respiró fuertemente y se levantó. Estaba vestida con un camisón blanco. Observa su habitación, era un cuarto pequeño, pero acogedor. Un gran estante lleno de libros dividía la habitación en dos. Antes había sido una gran amante de la lectura, ahora apenas tenía tiempo de leerlos. A lo lejos cerca del clóset estaba su antiguo violín, no tocaba desde hace 1 año, pero aun creí que era capaz de cautivar con bellas melodías a aquel que la escuchara.

Lentamente y agarrándose el vendaje, fue al baño. Al mirarse en el espejo se percató que su cabello antes revuelto y cubierto de polvo y suciedad, estaba radiante y le caía alrededor de su rostro de rasgos finos, al parecer también limpio. Sus ojos de un color azul eléctrico, rodeados de un delgado anillo de color anaranjado, indicando su poder mágico, se contemplaron unos a otros en el espejo. Su cabello lacio de color rubio desteñido, casi blanco, hacía que resaltara más sus ojos. Su piel casi transparente y de color claro, estaba cubierta de cicatrices en los hombros y en el pecho. Hubiera sido una hermosa princesa, si no fuera por ser una bastarda. Pensó en el demonio que la persiguió. Si hubiera tenido sus armas, hubiera podido acabar con él, pero estaba agotada y su poder mágico un límite, francamente no supo de dónde sacó esas últimas fuerzas para realizar la transformación. Aun así, ese demonio la conocía, cuando le habló...la conocía de antes. Sabía quién era, la llamó con el apellido de su madre, Whitefire...

-Veo que ya se despertó- dijo una voz detrás de ella sobresaltándola y esfumando sus pensamientos.

- ¡Verminia! - dijo Elina acercándose a abrazar a la anciana criada- ¡Me asustaste!

Verminia la miró y sonrió.

-Está radiante como siempre, señorita-luego arrugó un poco el rostro-. Aunque no podía decir lo mismo cuando regresó.

-Radiante no es la palabra que usaría, Verminia- dijo contemplándose las marcas de su cuerpo por última vez y después voltea a verla-. Espero no haberte preocupado demasiado.

- ¡Me asusté mucho, señorita! - la reprochó Verminia-. ¡Usted hablaba muchas incoherencias!

Elina salió del baño silenciosa, seguida de la mirada preocupada de Verminia. Temblorosa se sentó en la primera silla que encontró y miró a Verminia

- ¿Qué dije?

Verminia la miró con una preocupación infinita y dijo:

-Que ellos ya vienen, que la oscuridad había comenzado a expandirse por toda Midterra y otras cosas muy perturbadoras, señorita.

Elina tragó saliva, estaba aterrada lo que había visto, lo que había oído. No era normal era, el mal personificado... y Ben ¡No! No debía pensar en eso, debía ser fuerte, no se derrumbaría.

No tengas miedo Elina

Miró a Verminia que la seguía mirando con la misma expresión de antes.

-Eran alucinaciones provocadas por el veneno, Verminia- mintió-. Solo son puras tonterías- la miro a los ojos y forzó una sonrisa- Gracias por todos los cuidados, yo...te extrañé mucho. Ya puedes retirarte.

-Señorita...-dijo Verminia, casi suplicando.

-Estoy bien Verminia, sólo... necesito un momento a solas.

Verminia asintió y murmuró que la comprendía, acto seguido fue a la puerta, la abrió, y se detiene, como si se hubiera acordado de algo al último minuto.

-Por cierto, señorita, su padr...-se interrumpió de inmediato- su Majestad desea verla, quiere saber todos los detalles de la misión que le encomendó.

La profecía de los 4Where stories live. Discover now