Su padre, se estaba demorando, más de lo común. Apenas había entrado y ya estaba recibiendo por más de 15 minutos la "cálida bienvenida" característica del soberano de Luxerd.
- ...Toda la guardia, fue reducida a la nada, no traes nada más que heridas y me dices estupideces sobre la oscuridad y como esta se expande sobre Midterra – continúa diciendo su padre -. Otra vez me decepcionas Elina... pero será la última vez- la mira con ojos fríos y repudio -. Yo, como Rey de Luxerd y por el poder que se me confiere, te rebajo de tu carg...
-Si me permite hablar su Majestad-dijo Elina interrumpiéndolo- esta misión no fue un fracaso.
El Rey la miró con ojos fríos como el hielo. Elina había despertado esta mañana con un dolor de cabeza horrible. Y así había estado todo el día y ciertamente no mejoró cuando la guardia real fue a su habitación diciendo que el Rey solicitaba su presencia. Cuando vio a su padre, sentado en ese trono, como si nada hubiera pasado...resistió las ansias de mandar todo a la mierda, saltar sobre él y arrearle unos cuantos puñetazos en su nariz. Apretó los puños.
-No fallé, sé lo que vi y lo que oí, puedes confirmarlo con tus magos-lo miró desafiante-. Me enviaste a una misión suicida, esos hombres dieron su vida por el bien de Midterra, murieron como hombres valerosos- se detuvo. Recordó a Ben, su rostro hermoso y amable...totalmente destrozado por ese...esa cosa. Sintió que se iba derrumbar delante de su padre, allí en pleno salón real.
Se fuerte.
Recuperó la compostura y miró a los ojos de su padre.
-Ceregorn ha resucitado
Todos en la sala se la quedaron mirando y la temperatura descendió bruscamente, por un breve instante e tiempo se detuvo, luego, todo se descontroló.
Los nobles presentes dieron un grito ahogado y empezaron a murmurar entre sí, los consejeros del rey tragaron saliva y soltaron expresiones de incredulidad ante lo que Elina había dicho. Ella miró a su padre, este se había puesto pálido y en sus ojos se reflejó el ¿Miedo?, todo esto duró una fracción de segundo. Inmediatamente el Rey recuperó su posición y con voz firme y autoritaria dijo:
- ¡Basta! ¡Esto es el salón real no un bar! ¡Quiero que todos los que no son parte del consejo se retiren, igualmente a los guardias, que estos se queden fuera de la sala resguardando la puerta! Que nadie entre sin una autorización mía ¿Entendido? -miró a Elina-. Tú también retírate, ya suficiente desorden causaste por hoy. Te llamaré después para llevarte ante el Gremio de los Magos.
Elina lo miró, su padre la odiaba y el sentimiento era mutuo. Desde que él descubrió que ella era su hija siendo apenas una cría de 10 años, hasta ahora más que nunca, la había tratado con rudeza. Sometida a los más rigorosos entrenamientos, pronto descubrió su Don y la detestó aún más. Aun así, la mandó con los Magos a completar su entrenamiento. Ella nunca se rindió, soportó cada insulto, horas de entrenamiento intenso y en todo se destacó, se ganó el respeto de muchas personas. Aun así, todo lo hizo sólo para fastidiar a su padre, ver su estúpida cara de irritación cada vez que ella completaba cada ejercicio que le mandaban a hacer con éxito era suficiente recompensa. No pasó mucho cuando él la volvió su mano derecha en combate. Pensó allí que todo se había acabado, que al final su padre se había rendido y la había reconocido. Había ganado. Desafortunadamente lo único que descubrió es que su padre, puede volverse más y más despreciable con ella cada día. A la edad de apenas 17 la envió a cumplir las misiones más difíciles de todo el reino. Le consiguió su propia guardia. Todos casi igual de jóvenes, pero leales y casi tan mortíferos como ella. Elina allí descubrió por segunda vez lo que era el miedo, la sangre, el odio y la guerra. Allí mató por primera vez, allí cambió y se volvió alguien más. Pronto llegaron a ser temidos por toda Midterra, los conocían como la Guardia Asesina, nombre que pronto adquirieron oficialmente. Elina misma se hizo leyenda como capitana, pronto todos los reinos se llenaron de rumores sobre lo que ellos podían hacer, lo que podían lograr con solo su presencia. Su padre jamás le mostró ningún rastro de orgullo y solo les mandaba misiones cada vez más difíciles, pero Elina jamás se rindió. Ni siquiera cuando su padre la envió a la Montaña de Tregnor debido a las desapariciones de personas en los pueblos cercanos a esta y la alarmante acumulación de magia oscura que se había agitado a su alrededor. Ni si quiera cuando sus compañeros unos a uno empezaron a caer. Estuvo a punto de rendirse cuando Ceregorn le arrebató casi la mitad de su mundo. Sin embargo, sabía que no podía hacerlo, no era lo para lo que Ben se sacrificó. Él la salvó y logró escapar. Se sintió vacía de repente, Ben... Todo era culpa de su padre, lo quería matar, pero sabía que él, era esencial para esto, para la guerra que se avecinaba y algo que más odio le podía causar aparte de su padre, era Ceregorn.
- ¿Quieres retirarte antes de que te eche al calabozo de nuevo, Elina? - dijo su padre, sacándola de sus pensamientos. Ella había estado mirándolo todo este tiempo. El salón se había quedado vacío y solo los miembros del Consejo Real y el Rey estaban allí.
-Quiero que hagas un funeral respectivo, a cada uno de mis hombres- dijo a su padre con frialdad-. Y un pago sustancioso a sus respectivas familias.
El Rey la mira algo fastidiado, pero después, comprendiendo. A veces ni él podía ser tan cruel.
-Qué así sea, pero no lo hago porque tú me lo ordenas, sino porque esos hombres eran caballeros de verdad. La luz los bendiga – luego la mira con frialdad y dice- ahora retírate.
-Gracias su Majestad, con permiso- dijo Elina, haciendo una inclinación, a pesar de que odiaba a su padre, él era el Rey de Midterra y debía mostrarle el respeto que se le da a un Rey, ya había pagado caro la última vez que no lo hizo.
Con paso airado, Elina se voltea y sale del salón real.
Esa misma noche, antes de acostarse, Elina dedica todos sus pensamientos hacia sus compañeros caídos. Les dedica por última vez, sus pensamientos, pero se guarda a Ben en lo profundo de su corazón. Luego respira hondo, y los deja ir.
El cielo estaba despejado esa noche. Millones de estrellas lo cubrían y brillando, lo adornaban en un manto de luces. Darren lo miró por última vez antes de entrar a su habitación y salir del balcón. Su habitación, algo pequeña, pero muy bien ordenada, tenía solo lo esencial. No desperdiciaba en cosas que no consideraba necesarias. Se acercó al estante donde guardaba su colección de libros y extrajo uno al azar. Después, se echa en la cama y lo abre, pero no lee. Estaba pensando en ella. Había regresado, y casi le da un infarto al verla. La rescató justo a tiempo. El veneno ya había llegado a su sistema nervioso y estaba haciendo estragos en su cuerpo. No quiso pensar qué hubiera pasado si él no hubiera estado de guardia ese día.
Hoy también la vio en la sala de entrenamientos, por alguna extraña razón se había aislado más de lo normal, por supuesto, ella solía andar acompañada de su guardia; especialmente con ese chico. Después de rescatarla y llevarla a un médico del Gremio de los Magos, se había dado la noticia que toda su guardia había perecido en batalla. Él no podía imaginarse cómo se sentía ella, jamás había perdido un ser amado. Ella lo miró. Rápidamente él desvió la mirada y se concentró en su entrenamiento. Ella era hermosa, pero estaba lejos de tenerla.
A punto de sucumbir a los brazos de Morfeo se convence así mismo que sólo era un guardia real más. Y sabía lo que eso significaba, tenía responsabilidades y el amor, no era algo que se podría dar el lujo de tener.
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La profecía de los 4
FantasyUn oscuro mal milenario se levanta, solo una antigua profecía es la única esperanza de toda Midterra.