Elina entró seguida de Magnus (quién de inmediato se excusó agregando que tenía asuntos pendientes y se retiró) al salón real. La sala estaba casi vacía, los miembros del consejo no estaban y solo había unos cuantos guardias apostados en las esquinas. Su padre lo esperaba sentado en su trono con una expresión fría y serena. A su mano derecha, parada y mirándola fijamente estaba una chica casi de su edad, su pelo lacio y corto, de un extraño color violeta, le caía hacia adelante y le cubría la mitad de su rostro. Estaba vestida con la vestimenta reglamentaria de los magos: una túnica negra que le tapaba todo su cuerpo. Sus manos, las únicas partes visibles de su cuerpo aparte de su cabeza, estaban cubiertas de varios tatuajes y sostenían el dispositivo lector de recuerdos. Este no era más que un cubo hueco y plateado, exquisitamente adornado con símbolos mágicos. En cada cara tenía un asa, con excepción de una que solo tenía un agujero lo suficientemente grande para que entre una mano.
-Elina Verinor-dijo el Rey, oscureciendo un poco el tono de su voz en su apellido-. Estamos aquí para juzgar tus recuerdos sobre los acontecimientos cometidos en la Montaña de Tregnor, da un paso adelante si aceptas; en caso contrario, se te hallará culpable de traición contra el reino de Luxerd y el homicidio de tus compañeros.
Elina aprieta los puños y da un paso adelante. Ella ya estaba acostumbrada a las ceremonias de visualización de recuerdos. Su padre siempre se encargaba de examinarla personalmente, normalmente acompañado de un mago barbudo y ya senil. Rupert, creía recordar que se llamaba. La muchacha de hoy era alguien que jamás había visto en vida y si estaba junto al Rey, esa muchacha sería la maga real, que sólo quería decir dos cosas: Que tenía descendencia noble y sus padres son grandes amigos de su padre o que era extremadamente poderosa. Elina optó por lo primero, ninguna maga es capaz de ser tan poderosa a esa edad. Aún así ella sabía que subestimar a las personas era uno de los errores más grandes que uno puede cometer, así que grabó su rostro mentalmente y decidió investigar sobre ella cuando tuviera tiempo libre.
-Entonces acércate- dijo su padre mientras se levantaba, cuán alto era.
Elina se acerca a ellos. La maga la mira y su ojo hace contacto con los de Elina. Era de un color verde intenso, sin ningún rastro de algún anillo, lo cual era raro. Una de las principales características de los pobladores del Reino de la Luz eran los anillos en los ojos que simbolizaban su poder mágico, aunque con los últimos acuerdos entre los Reinos de Midterra varias personas de diferentes lugares vinieron a buscar una nueva vida, especialmente en Luxerd, la capital del Reino de la Luz; aun así, era muy raro encontrarse con alguien así.
-Encantada de conocerte-dice Elina a la maga, dedicándola una de sus mejores sonrisas- ¿Tú eres?
La maga la mira sorprendida y rápidamente voltea a ver al Rey y luego la mira de nuevo.
-Deja de entrometerte en la vida de los demás- contesta su padre, fastidiado-. Ella solo vino aquí a realizar la ceremonia, es lo único que debes saber.
Elina lo mira desafiante. Su padre también le mira y le dedica la mirada más fría y aguda que pocas veces en vida y que habían significado, mayormente, problemas muy severos que involucraban semanas de castigo en el calabozo.
-Sí, su Majestad- dijo Elina apretando más los puños y bajando la mirada.
La maga la mira algo compungida, como si todo esto fuera su culpa, deposita el extraño cubo y saca de un bolsillo casi invisible, una extraña piedra.
Extiende la mano, por favor- le dice a Elina con voz tímida.
Elina le extiende su mano derecha mientras la maga susurra unas breves palabras a la piedra y esta se ilumina de un color azul. Después como si fuera un pincel, dibuja un torbellino en la palma de la mano de Elina, el símbolo de la mente. A continuación, se acerca a ella y apartándole los cabellos que caían sobre la frente de Elina, le dibuja el mismo símbolo en la frente.
Mi nombre es Nydia- dice susurrando, sorprendiendo a Elina-. También me da gusto conocerte, Elina- dice con una sonrisa tímida.
Una vez terminado el dibujo se aleja de ella, recoge el cubo y empieza a susurrarle encantamientos en una lengua que ella desconocía. El cubo poco a poco empezó a iluminarse de un color azul similar al que había adoptado la piedra.
Cuando Elina había entrado al Gremio de los Magos, simplemente quedó maravillada. Aprendió todo lo necesario para controlar su poder; sin embargo, ella quería saber más. Sin embargo, su destino nunca fue convertirse en maga. Pronto se enteró que, si se volvía una, no le estaba permitido sostener ningún arma, y su lealtad ya no era para su reino, sino hacia la misma Midterra. Su padre por su puesto negó rotundamente los pedidos de Elina para convertirse en Maga y expandir sus conocimientos mágicos. Elina jamás le perdonó por ello, así como todas las cosas que le hizo cometer. De repente siente las manos frías como el hielo, a pesar de que ella ya había hecho esto muchas veces, esta vez estaba aterrada. No quería derrumbarse, no quería revivir ese día. Respiró hondo y apartó toda duda de su cabeza. Los había dejado ir, a todos...
-Ya esta listo- dice Nydia mirando a su padre.
-Entonces empecemos- dice el Rey. Él se acerca al cubo y agarra un asa de una cara, la maga hace lo mismo y después ambos miran a Elina, que aún seguía pensativa.
Elina...-dice su padre con voz severa- no tengo todo el día.
Elina lo mira, sin decir nada, se acerca a ellos y extiende su mano por el agujero del cubo, este brilla más fuerte. La luz azulada ciega momentáneamente a Elina. Nydia empieza a recitar un verso en una lengua antigua. El cubo empieza a vibrar y el símbolo en la frente de Elina se enciende. El mundo a su alrededor empieza a dar vueltas, y después todo se deshace a su alrededor. Elina queda sumida en la completa oscuridad. Ve una luz al fondo y camina hacia ella. Poco a poco la luz se va intensificando, hasta que desaparece. Elina parpadea varias veces y de pronto, se encuentra con un rostro familiar, un rostro que con solo una sonrisa era capaz de derretirla por completo.
Benjamin Lionheart le sonríe.
-Así que ya despertaste.
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La profecía de los 4
FantasyUn oscuro mal milenario se levanta, solo una antigua profecía es la única esperanza de toda Midterra.