Desde mi memoria

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Cuando era pequeña me encontraba muy feliz, mis padres estaban juntos, se amaban, salíamos en todas las vacaciones al mismo lugar, gozamos de diferentes privilegios, mi padre tenía un trabajo bastante importante y mi madre no tenía de nada por el cuál preocuparse.

Las vacaciones en Veracruz eran lo mejor para mi, toda la familia se la pasaba junta, compartíamos muchas cosas, siempre mostraron estar  unidos en cualquier situación. El ser más importante para mi era mi padre, era mi máximo héroe, lo seguía a todos lados, lo defendía a capa y espada.

Cómo todos tuve una educación, mi primer batalla fue en la primaria donde en mi segundo año tuve que mudarme al estado de Veracruz, ya que mi abuela materna había tenido un accidente de autobús, se les había caído un poste de luz encima y ella se encontraba en malas condiciones, fue mi primer batalla porque hice nuevos amigos, tuve que cambiarme de casa, aprenderme la historia de ese estado, el himno fue diferente para mi mala suerte.

En ese espantoso ciclo sufrí de acoso escolar, a los 7 años me golpeaban, rompían mis trabajos, me hicieron bastantes bromas por la forma de mi rostro y mi sobrepeso, ¿Cómo era posible que en mi niñez tuviera los más feos recuerdos? me encontraba en una situación donde estaba la mayor parte del día triste, tenía malas notas, no comía. ¿Que hice yo para merecer todo esto? ¿Porqué no me dejaban en paz? ¿Tendría sentido seguir asistiendo a esa escuela?
(Ni yo estaba consciente de lo que decía, era horrible pensar que a mi corta edad ya tenía un problema traumático).

Tenía pesadillas despertaba mojada en sudor por aquellas escenas en mis sueños tan aterradoras, esos moretones que tardaban días en quitarse, mi madre por las noches me medicaba para poder dormir.

Después de meses así, mis padres se encontraban bastantes preocupados por mí, decidieron que lo mejor sería regresar a nuestro hogar en Jilotepec ya que mi abuela se encontraba bien.

Aunque me gustaba Veracruz por el mar, sabía que era mejor irme de ahí así esos niños ya no me molestarían más, por fin podría tener una paz en lo interior de mi ser.

Regresé en mi cuarto año de primaria, apesar de que no recuerdo con detalles ese año hice mi comunión y confirmación, donde tuve una fiesta tranquila cómo se debe con mi vestido blanco que me encantaba, fuimos a un lugar de coscomate donde se encontraban grandes montañas de tierra roja para escalar, eran mis favoritas, mis tardes se pasaban ahí, donde disfrutaba de crepusculos.

Cada sábado de gloria nos metíamos a un canal de agua, aunque esa agua me dejará ronchas gigantescas, sólo pensaba en divertirme.

Tras mis últimos años de primaria tuve a mi primer amor, primeras ilusiones, sentimientos tan profundos en el corazón, por el cuál lloré con ganas cómo nunca lo había echo, así mismo también conserve sus regalos por siempre, consideró que fue el año más nostálgico, me despedí de grandes amigos que sólo podría ver a algunos de ellos después, tuve amistades especiales que me ayudaron a sentirme un poco más mejor sobre lo que anteriormente me paso.

En mi sexto grado tuve mi segunda batalla donde mi madre se embarazo en Navidad, al saber que tendría hermanos gemelos fue una gran sorpresa, sí yo deseaba tener un hermano pero ¡dos!, y luego hombres, ¿Me quitarían toda la atención a mí? para empeorar todo descubrí algo horrible de mi padre, sabía que tenía un trabajo muy importante, donde la mayoría del tiempo iba a lugares en el coche escoltado por dos más, manejaba grandes cantidades de dinero de la empresa, yo iba en cada viaje con el, sin embargo era muy pequeña donde no comprendía lo que pasaba, y cómo mi papá era mi máximo creía en todo lo que me decía, fui testigo de cómo mi padre engañaba a mi madre con su compañera de trabajo, lastime a mi madre cuando le decía que estaba loca en sus primeras sospechas de ello, ¿Cómo fui capaz de no creerle a mi madre? ¡Yo fui testigo de eso! ¡Mi padre y esa mujer me chantajeraon con dulces! Suena demasiado estúpido, pensar que lo que recibía eran dulces.

Pero a mi edad cómo sabría lo que estaba mal. El amor hacia mi padre se convirtió en odio, más del que mi cuerpo y mente ya poseían. No toleraba ni verlo.

Me sentí muy mal, cuando reflexione sobre ello debí de haberle contado a mi madre ella no se merecía nada de ello ¿Cómo fui capaz de ver a mi madre llorar frente a mi y no sentir nada o tan siquiera esa necesidad de contarle todo? Ver cómo el ser humano que me dio la vida está sufriendo por estas mentiras, estar cansada por dar a luz dos criaturas, ¿De donde saca tantas fuerzas para sonreír y levantarse a si misma de esa batalla?

Mi madre y hermanos son mi única razón para seguir...

No sabía porque apesar de decir que mis hermanos también son mi razón de seguir, comencé a pensar que desde que ellos nacieron sólo trajeron desgracias a mi vida. Eran tantos los problemas, que comenzaba a acusarles a ellos por el poco brillo de mi mirada, que de manera rápida se apagaba, más de lo que estaba.

Tendría que ser fuerte o bueno fingirlo, tan siquiera para ayudar a mi madre con mis hermanos, mostrarle sonrisas de aliento para que aquella mujer tan fuerte saliera a flote de nuevo.

No me importaba si tenía que ponerme encima de mi padre. El para mi desde ese momento ya no valía nada, estaba muerto.

Le pedí disculpas a mi madre de rodillas esperando a que ella me perdonará, lo mejor del mundo sin duda es ella, le dije cuanto la amaba, cuanto lamentaba todo. Me abrazó con inmensas fuerzas diciéndome que no tenía nada que perdonarme, me cantó mi canción favorita mientras las lagrimas de mis ojos brotaban en gran cantidad, que me perdí al cerrar los ojos, quedándome dormida.

Mi batallaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora