Existía una princesita. Una niña que siempre jugaba sola, o más bien lloraba, porque nadie quería estar con ella. La miraban con desprecio, como si se tratara de un pequeño monstruito que pertenecía a otro lugar, o a otro mundo al que había que odiar.
Al principio empezaba el día con ganas, diciéndose a si misma, delante de un espejo que ese día era diferente, que había despertado de una pesadilla y que todo el mundo la quería, pero la realidad era más cruda cuando dejaba de mirar el espejo y se ponía delante de esas personas que no querían hablarle.
Lo que hacía al final del día, después de intentar hacer amigos era sentarse en el suelo, en una esquina apartada del mundo y pornerse a pensar en el porqué de ese menosprecio, pero sin aguantar sus lágrimas acababa llorando.
Poco a poco se levantaba con menos ánimos, ya no se decía cosas bonitas ante el espejo y tampoco gastaba tiempo en intentar hablar con alguien, se dirigía a la esquina y dejaba que cayeran sus lagrimitas, poco a poco con más rapidez y más abundancia.
Al final ya no perdía tiempo, se levantaba y como si fuera un trenecito sobre unas vías se dirigía hacia la esquina a llorar hasta ahogarse. Tampoco le importaba que la gente la mirara y siguieran su camino sin detenerse por ella, lloraba tanto que los ojos rojos y borrosos por las lágrimas no le dejaban ver con claridad. Ya ni se levantaba del suelo para irse a dormir puesto que estaba tan triste y tan sola que se pasaba las noches inundada por sus sollozos, aunque de vez en cuando se quedaba seca y echaba por sus ojos la nada oscura. Para ella el día era como la noche, intensa oscuridad de tristeza. Y así sus días se convertían en noches con la diferencia de que no habían puntitos brillantes en el firmamento.
Con suerte había veces que se levantaba pero luego en la cama seguía llorando hasta que agotada de tanto esfuerzo se quedaba dormida.
La princesita ya no hablaba ni consigo misma, ya no comía y ya no hacía nada que valiera la pena, para ella todo era un sinsentido y con todo quería acabar. Para ella solo existían sus lágrimas, que eran lo único que veía.
De repente un día despertó sobre un suelo blanco y esponjoso, ahora había luz, incluso demasiada para estar donde siempre lloraba. Pestañeó varias veces seguidas, no conseguía ver nada con tanta luz brillante, aún ciega y deslumbrada se movió para encontrar un poco de sombra, y sin darse cuenta cayó desde lo esponjoso hasta el frío suelo de su habitación. Notó que algo había cambiado, no solo por la luz, sino porque la gente le empezaba a hablar y aunque no lo hiciera, ella no se sentía triste. Volvió a llorar porque al fin comprendió que esos días oscuros sólo habían sido un mal sueño.
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Momentos de cuentos con café
De TodoPrepara un café. Siéntate en un sofá. Disfruta. Conjunto de relatos cortos de diversos temas, desde la fantasía hasta la realidad. 🔸🔸🔸 Si os gusta dadle ★!! Y para cualquier cosa aquí estoy (◠‿・). QUEDA TERMINANTEMENTE PROHIBIDA LA COPIA PARCIAL...