Momentos de cuentos con café

La playa

          Soplaba una suave brisa. 

          Con lentos movimientos liberó sus delicados pies de las sandalias, que con el paso de los soleados días llegaron a tomar un precioso color más oscuro, dejando marcada la sombra de los zapatos, y delicadamente los apoyó sobre la fresca arena, tan natural en esos primeros días de verano, ya al anochecer. 

          Con las sandalias en mano y los pies cubiertos de arena encaminó sus pisadas hasta la orilla, en la que la fina arena se dejaba hundir por la cristalina agua del mar, aquella que continuaba más allá donde su vista alcanzaba a ver, fundiéndose con el azul del cielo poco a poco más oscuro conforme se oscurecía, impidiendo reconocer la fina línea del horizonte.

          No sabía qué dirección tomar, o más bien no le interesaba, lo que importaba era caminar, dejarse llevar por el viento, como las pequeñas conchas se dejan arrastrar por la corriente hasta la orilla para volver mar adentro con el ir y venir de las agitadas olas.

          Volvía su mirada de vez en cuando para ver cómo el mar borraba las huellas que sus libres pies producían al pisar la arena mojada. Como también miraba al cielo y veía como el sol huidizo ya se marchaba para dar paso a la hermosa luna, la única luz que podía iluminar aquella indómita noche.

          Con cada paso despejaba de su mente pensamientos y preocupaciones y sin pensar más en sus responsabilidades dejaba en blanco su inquieta cabeza.

          Sin más que decir y en qué pensar fueron sus pies los primeros en decir basta, ya cansados de tanto caminar por la playa decidieron dar media vuelta y volver al origen de ese placentero paseo.

          De nuevo, notó esa suave brisa de verano.