Trick or Kiss?

Prendas

—Esto va a ser un desastre.—fue lo primero que se dijo en cuanto sus ojos chocaron con la imagen de unas orejas de "lobo", unas garras peludas, un cinturón que tenía enganchada una cola marrón de piel sintética, una correa y una pequeña cajita que contenía unos colmillos falsos. Miró todo el conjunto sin expresión alguna, como si aún tratara de comprender qué rayos tenía que hacer con esas cosas, hasta que finalmente su teléfono móvil comenzó a emitir la misma aburrida canción pegajosa y demasiado femenina que Jack había elegido para él como tono de llamada "A Thousand Miles"— ¿Sí?

—Más te vale que te pongas lo que hicimos para ti.—  Esa era Mérida. Hiccup torció el gesto con total desagrado, notando como su gato, Toothless, subía a la cama a oler con curiosidad las partes de su disfraz.

—Es demasiado, ¿en qué estaban pensando?—cuestionó ligeramente molesto, tomando la correa entre sus manos y entendiendo, más o menos, que eso iba alrededor de su cuello.

—Pensamos en que sería genial que tu disfraz tuviera alguna conexión con el de Jack. — siguió hablando la pelirroja. Se le notaba algo agitada. Quizás estaba luchando contra su madre para que le dejara llegar a casa un poco más tarde de lo habitual, o tal vez batallaba en contra de su propia cabellera rebelde, buscando domarla. —¿No te gusta?—el castaño contuvo el aire unos segundo y miró el disfraz de nuevo. Hubiera preferido seguir sus gusto y tradición vistiéndose de vikingo en vez de innovar siendo un... ¿Hombre lobo? ¿Un perro? Pero a pesar de ello, no tenía corazón para menospreciar el esfuerzo de sus amigas. Por ello rodó la mirada resignado, y decidió ser un poco más agradecido.

—No, no. Me encanta. Solo que... ¿Qué ropa me pongo?

—Genial. ¿Recuerdas esa camisa roja a cuadros?

—Uh, sí. Me la regaló Jack hace tiempo.—habló él, abriendo las puertas de su closet. Ahí, como nueva, la camisa reposaba a la espera de ser usada. Hiccup la tomó entre sus manos y sonrió embobado al empaparse de recuerdos.

—Sí, sí. Esa. Ponte esa. Te queda genial. No entiendo porqué no la usas más seguido.—dejó la camisa sobre la cama, con cuidado de no arrugarla, e hizo todo su esfuerzo por no soltar su boca y dejar salir un "Justamente, porque Jack me la regaló". Hacía algunos años Jack le había comprado aquella prenda para su cumpleaños. Por supuesto, el albino había calculado mal la talla ( o al menos, con eso se había excusado) con lo que a sus quince años, la camisa le andaba bastante grande y fuera de lugar. Aun podía escuchar las risas de Mérida y Rapunzel, y el cómo Aster le había dado un golpe en la nuca a Jack susurrando un "te dije que era muy grande". Pero eso no era lo importante, lo que realmente daba mucho sentido a esa camisa eran los momentos en los cuales lo acompañó en conjunto con Jack.

"Creo que con eso, te ves menos feo. "

"¿Soy yo o estás creciendo más de la cuenta?"

"Quizás algún día la camisa te quede perfecta."

"...Hey, Hiccup. En realidad no creo que seas feo. Solo poco lindo. "

"...Ya que estamos solos, déjame decirte que el rojo es tu color. O algo así. No entiendo de colores. Y uhm... Quizás sí te ves muy bien. Quiero decir, a los ojos de una chica, tal vez eres guapo. Por la Luna, voy por más refresco. "

"No voy a besar a Hiccup. Es mi amigo. Ya no juego a este idiota juego"

En esa fiesta de cumpleaños fue que Jack tuvo un gesto cariñoso con él, en medio de una callada noche donde los invitados comenzaban a irse rumbo a sus hogares. Jackson no era una persona muy abierta con sus emociones. Solía hundirse de hombros y susurrar un " no me importa" cuando era forzado a demostrar alguna especie de cariño. Tampoco era afectivo. Los abrazos, besos o caricias eran más bien para Rapunzel o Mérida, mas no para él. Así que esa noche en la cual él trataba de arreglarse la camisa desparramada por su cuerpo a la vez que intentaba no parecer algo herido ante la negativa de Jack por darle un beso, sucedió. Fue tan rápido que en el momento, no pudo reaccionar. Jack se acercó tan silencioso como solía ser cuando estaba avergonzado o enojado, y planto un suave y cariñoso beso en su mejilla.