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Querido diario:

Hoy llamaron por teléfono, he contestado yo, y por dos segundos, he confundido la voz de mi tía con la suya.

Después de tanto tiempo, he creído escucharla, hacía mucho que no la pensaba, que me había dado de alta de aquel, mi primer corazón roto.

Mi corazón se aceleró, mi garganta se anudo, en mi estómago despertaron aquellas mariposas a las que pensaba muertas. Después de todo lo que pasé para superar aquella ruptura inevitable, después de todas esas horas que pase acomodando todo lo que me hacía sentir para entenderlo, para aceptarlo, para apreciarlo.

Mi tía dijo con voz ronca mi nombre, y yo sólo pude responder un leve -Si-. Ella pregunto por mis padres, así que se los comunique.

Me quede pensando el resto de la tarde, a mi memoria llegaron cada uno de los momentos en lo que me enamore, irremediablemente de ella, la sensación de placer que me invadía con solo verla era como contemplar la plenitud del mundo.

Recordé los millones de risas que compartimos, los desvelos, las comidas, la complicidad, las pláticas con miradas, la sensación que me causaba cuidar su sueño, la desesperación de saberla herida, rota, molesta, dolorida. La añoranza de años se acumuló en mis ojos, de estos años que he estado lejos, de estos años, en los que he preferido llevar mascaras simples, una a la vez, y no sobre ellas la de "mejor amiga".

Recordé, y volví a sentir todo ese amor, que según yo, ya había conseguido asimilar, para que no me brotara por los poros, por la sonrisa, por la mirada, por cada lagrima y por cada palabra. Floreció en mi como vacío, el vacío en mi mano, al ya no sostener la suya, el vacío en mis labios al ya no nombrarla, al ya no besarla, el vacío en mis brazos al ya no arroparla, al ya no abrasarla, el vacío en mis ojos al ya no cuidarla, al ya no mirarla, el vacío en mis oídos, al ya no escucharla hablar o dormir, el vacío en mi cama, al encontrarla fría y sola cada noche y cada mañana.

El vacío en mi alma, al ya no amarla en cada respiro, al ya no procurarla en cada movimiento, al ya no saberla, al ya no escucharla, al ya no estar, para ella, con ella.

Recordé lo satisfecha que me sentía al verla y escucharla, cada noche, caminar frente a mí, tarareando una y otra canción, porque todo en el mundo estaba bien para nosotras, si podíamos dirigirnos a casa, aquella casa, donde el silencio, el olor, el calor, el orden y el desorden, era todo nuestro. Donde los días y las noches se nos fusionaban, estando la una con la otra, solucionando el mundo, o solo pasando el rato. Donde todo se solucionaba con un vaso de leche con galletas, alguna golosina, y una platica sincera.

El caos se apodero de mis emociones y sentimientos, asta que ese recuerdo volvió, con su fuerza y destrucción, a regalarme otra vez la serenidad, para no salir corriendo a encontrarme con ella, a regresar a su casa.

Aquella noche en la que la lluvia silencio nuestros llantos, en la que yo entregue con acciones y palabras todo lo que tenia para dar, y ella con una mirada, me confirmo que no era suficiente, mi amor era apreciado por ella, ella me amaba, sin duda alguna, pero así, como su amiga, como su hermana, yo jamás ocuparía el lugar de su amante, de su amada, de su enamorada. Yo jamás podría consolar su corazón roto por aquel que luego volvió.

Yo no puedo dejar de amarla, pero tampoco puedo amarla mas de lo que me amo, no puedo cuidarla sobre mi bienestar, yo ya no podía permanecer a su lado, escuchar sus historias de amor, aguardando a ser la siguiente, porque nunca seria la siguiente.

Yo no puedo ni podre ser su enamorada en secreto, porque cuando amo, a mi se me nota en cada respiro, en cada movimiento, en cada mirada.

Yo puedo usar máscaras, y cansarme de ellas, pero no puedo usar esa mascara, me niego a usar mascaras sobre máscaras, me niego a ser el secreto de amor de alguien.

Yo no puedo intentar dejar de ser quien soy, dejar de sentir lo que siento, dejar de pensar como pienso, yo puedo adaptarme a las reglas, pero no puedo convertirme en lo que las reglas mandan, si no va conmigo.

Y aunque la amo, a pesar de los años, y de los daños que ambas nos hicimos, a pesar de añorarnos, como locas, no puedo ni quiero ser su secreto.

No quiero ser tu secretoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora