La tarde del día siguiente voy con mamá a presentar el examen, dura exactamente dos horas e inmediatamente tendré mi entrevista con las respectivas autoridades que no debe pasar de media hora. Igualmente mamá insistió en ir temprano para no encontrar ningún imprevisto, y de hecho lo hubo, una congestión vehicular inusualmente larga nos detuvo al menos cuarenta minutos y llegamos a penas a tiempo para que lograra pasar al aula. Miranda y Rocío aún no estaban allí pero supuse que les ocurriría lo mismo que a nosotros, así que me limité a pedirle a mamá que estuviera atenta a su llegada y entré.
El examen estuvo tan complicado como me lo esperaba, lo resolví casi todo, sólo dejé dos preguntas a merced de la suerte. Al acabarlo tuve que esperar un rato junto con otros chicos para pasar a entrevistarnos, me hice amigo de un chico llamado Cameron que tenía aspiraciones mucho más ambiciosas que las mías, pero tenía un carácter peculiar y nos caímos bien, si entraba ya no tendría que preocuparme con la clase de gente que encontraría si todos eran como él.
La entrevista dio algo de miedo pero creo que salió bastante bien, la llevé diplomáticamente como tanto habían insistido mis tutoras de las dos semanas que pasaron. Ya quería ir a comer esa merecida cena de celebración, había pedido comida mexicana para variar un poco el menú.
Al salir sólo veo a mi madre, lo que me extraña realmente.
- ¿Cómo te fue cariño? -pregunta ella abrazándome-.
- Bien mamá, no fue la gran cosa. ¿Y las chicas? -pregunto y veo como su sonrisa se afloja un poco.
- No lo sé Darío, he estado llamando a Miranda hace un rato pero no me ha contestado, a lo mejor se les complicó llegar más de lo que a nosotros.
- No lo creo -digo y saco mi celular para llamar a Rocío, pero después de varios intentos sigue sin haber respuesta-.
- Vayamos a esperarlas al restaurante, no ha de ser nada, ya llamarán -insiste mi mamá pero yo no estoy tan convencido-.
Nos retiramos y no hablamos mucho en el camino, mamá insistía con sus preguntas pero yo las respondía muy vagamente, tenía un mal presentimiento y por más que intentaba no podía quitármelo. Decidí volver a llamar pero esta vez le marqué a Miranda, después de varios tonos contesta:
- ¿Hola? -no se escucha bien-.
- Miranda, soy yo, ¿puedo saber dónde están?
- No se escucha bien, ya te llamo -y cuelga-.
Eso me molesta, yo le escuché perfectamente eso último.
- ¿Qué te dijo? -pregunta mi madre-.
- Nada, parece que no me escuchó -volteo los ojos-.
En eso suena el teléfono de mamá, contesta y luego de responder rápido cuelga. Esa llamada no pudo ser buena porque le dejó la cara pálida.
- ¿Quién era? -pregunto yo algo amargado-.
- Miranda -y volteo rápidamente a verla-, pasó algo con Rocío y debemos ir al hospital, pero hijo, no te vayas a alterar.
¡¿Qué no me alterara?! ¡¿Quién se creía para decirme tal estupidez?!
- ¿Qué le pasó? -pregunto tratando de no gritar porque había demasiada gente cerca-.
- No lo sé, pero ahora mismo te llevaré hasta allá.
El camino se me hizo eterno, algo pasó con Ros, MI Ros, y fue su padre, estoy completamente seguro de que fue él. Nunca debí dejar que regresara a su casa, debí ir con ella, debí cuidarla mejor.
Llegamos y mi madre pidió la información correspondiente, yo a penas quería ver a ningún lugar, quería saber que estaba bien, porque lo estaba, debía estarlo. Pasamos los pasillos y vi a Miranda por fin sentada en una de las bancas metálicas. Corrí hacia ella y al llegar su aspecto no me alentó demasiado, su cara estaba roja y los ojos hinchados por el llanto, pero Miranda debía estar haciendo un drama simplemente, así era ella, Rocío estaba bien. Sin embargo mi voz sonó muy convencida cuando sólo dije:
- Dime.
Ella me miró y volvió a mirar al suelo para comenzar a contarme lo sucedido.
- Ya era tarde y Rocío no llegaba a buscarme, se suponía que nos reuniríamos en mi casa para ir a esperarte en la universidad -empezó en un tono poco alentador-, pero pasada una hora empecé a preguntarme qué le habría pasado, ella nunca llega tan tarde a ningún lugar, menos si se trata de algo tan importante para ella. La llamé nueve veces antes de decidir ir a buscarla, pensé que a lo mejor se habría quedado dormida, no quería ir pero sabía que no me perdonaría si se perdía de ir, así que tomé mis cosas y fui a buscarla. Llegué a su casa y lo vi todo más desordenado que de costumbre, había una silla en el patio, me acerqué y vi que la puerta estaba abierta, tuve miedo pero entré a buscarla, su padre ya no debía estar allí así que comencé a llamarla pero no me contestaba, no fue hasta que llegué a la cocina que la vi -ya para ése punto su voz era apenas un susurro, le costaba hablar pero yo necesitaba terminar de escucharla-, todo estaba lleno de sangre y ella estaba tirada junto a la mesa, no estaba consciente y estaba demasiado pálida, estaba muy asustada y me costó llamar la ambulancia, pero al final llegamos y no me han dicho nada aún de su estado, pero tengo miedo, había demasiada sangre y no sé cuánto tiempo pudo estar así, ni siquiera me dejaron estar atrás con ella, vine en la parte de enfrente de la ambulancia -y rompió a llorar-.
Ella estaba exagerando, tenía que estarlo haciendo, no era tanta sangre, debió ser algo similar a lo que ocurrió la última vez, ella tenía que estar bien, faltando tan poco para que saliera de ése lugar... ¡¿Cómo pude ser tan idiota?! Si la hubiera acompañado, si hubiera insistido en que se quedara anoche conmigo... no estaríamos aquí, estaríamos en el maldito restaurante.
- Alguien tiene que hacer algo con ése tipo, y si no lo hacen juro que lo haré yo -suelto de repente, siento cómo me hierve la sangre-.
- Ya lo hicieron -ríe Miranda en tono sombrío, sabe que no es gracioso-, me lo dijeron un rato después de que llegamos, los vecinos llamaron a la policía y encontraron a su padre en la licorería que queda a unas cuadras de la casa, lo deben estar procesando o algo así.
No digo nada, sólo me limito a asentir. Al menos esta vez no saldrá ileso. Pero no debió salir ileso nunca, si yo hubiera insistido más, si no le hubiera hecho caso a su tonto plan, y sin embargo estuvo tan cerca de salir de ese lugar sin problemas, que mal chiste es todo esto. Pero ella estará bien, va a estarlo.
No dejé de repetirme eso durante la larga hora que transcurrió.