La boda perfecta /Nanbaka/ yaoi

3° Sonríe

¿Por qué? ¿Por qué el señor que se suponía que lo cuidaba y protegía le había dado esta desgracia? ¿Qué había hecho en su aún corta vida?

No hay música, ni adornos. Solo una mesa, un altar y un novio esperando a su prometido.

A paso lento avanzó a lo que era su mayor error y su próximo infierno. Pero no tenía escapatoria, según muchos se lo tenía merecido o de que se lo había buscado el solito, otros simplemente ni se inmutaban y otros rezaban por su seguridad desde algún remoto lugar.

No le importaba si tenía que hacerlo, de todas formas, su voluntad se había vuelto cenizas en el solo instante de escuchar las palabras de su "futuro esposo". Su cuerpo se movía, pero su mente le gritaba que parase, que no lo hiciera, que estaba cavando su tumba, no, su infinita tortura.

El hombre que tenía delante, al que le iba a ceder lo que muchos esperan para dárselo a sus verdaderos amores, tenía la mirada fija en él. No la despegaba ni un segundo y, eso lo ponía de los nervios.

-Estás muy guapo querido- le sonrió de oreja a oreja.

El azabache lo miró a través del velo con algo de dificultad de lo denso que era. Le daba nauseas del coraje que ardía en su interior de solo ver esa cínica sonrisa puesta en su cara como un sello. Por lo que se quedó callado para no soltar alguna barbaridad que le haría arrepentirse luego.

-¿No dices nada? ¿Estás tan emocionado que te han comido la lengua?- amplió su sonrisa.

"Me ha comido la lengua tú estúpida sonrisa"  ladeó los ojos. Aquella acción borró la sonrisa de su rostro de un pis pas. Dándole un golpe como castigo por haberle contestado de esa forma. 

Jyugo lo miró sorprendido por el golpe, no esperaba que lo llegara a ver, ni que le hubiera dado tanta importancia. Comparada con otras veces, ha tenido peores respuesta y lo ha ignorado completamente.

Tras aquello, regresó a su postura anterior y volvió a rehacer la misma sonrisa del principio- Lo siento cielo, pero no volveré a permitir ese tipo de contestaciones- se ajustó el traje.

El azabache, para no volver a cometer el mismo error de antes agachó la mirada y se fijó en el suelo en el que antes estaba sentado por el golpe.

-Bien, me gustaría que firmases unos papeles y, por fin estaremos listos para esta noche- junto ambas frentes. Varias lágrimas salían del vuelto del velo, aquello enterneció al rubio- No llores mi amor. No me gusta verte así... Mira, luego de esto, te dejaré verlos ¿bien?

-¿En serio?- las lágrimas pararon en seguida, dejando una cara esperanzadora y unos ojos rojos. 

-Sí, así que no llores- acarició su mejilla.

Tuvo que contenerse para no tener que retractarse por el roce. Tenía una oportunidad de verlos. A sus compañero, a sus mejores amigos, todo por lo que estaba tirando por la borda, por ellos. Por mantenerlos a salvo.

-Así- le quitó el velo, dejando ver su rostro algo magullado de anteriores heridas- sonríe.