El poema aquél.

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Recitaste aquel poema y volví a sonreír.

Me maldigo al repetir tú nombre a las letras que fluyen ardiendo de mis dedos, aún cuando me dijiste que no te pensara más; Sigues estando vivaz en las sombras y en las luces de mi mente, en todas ellas.

Hablando siempre con aquella voz tan grave que me hacía, no, que me hace suspirar.

Y ahora recitaste aquel poema y me hiciste sonreír, como aquel día de ventura cuando descubrimos en las palabras nuestro propio universo, cuando aquellas voces de amor salieron suspirando de tus labios para perderse sobre los míos.

Para que el día de hoy mientras te miro expectante recites al poema aquél, por el que una vez más vuelvo a sonreír.

Una vez más.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora